Entre las líneas de los libros de Eduardo Galeano, que inventó, con otros, la nueva crónica en lengua española, esperaban estas 30 preguntas intuidas, que nos acompañan desde el primer número de Le Monde diplomatique Uruguay. Ahora, en el mes del 82° aniversario del autor de Memoria del fuego y Las venas abiertas de América Latina (nacido en Montevideo un 3 de setiembre), imaginamos cuáles hubieran sido sus 30 respuestas. Lo hacemos con un dibujo de Fermín Hontou, Ombú, ilustrador de varias de nuestras contratapas y figura clave del periodismo visual uruguayo, fallecido el día 25 del mes pasado y que fuera ilustrador habitual de nuestras contratapas.

¿Qué le hace reír sin parar?

El poder visto con los ojos de Charles Chaplin.

¿Y llorar?

Muchas, pero elijamos la menos amarga: las buenas películas.

¿Qué abrazo no se le quita del cuerpo?

Uno que me hizo pensar que mujeres así deberían estar prohibidas.

¿Qué sueño recuerda con más intensidad?

Los de Helena.

¿En qué momento se sintió más vivo?

La mañana después de la malaria.

¿Qué cocina para sus amigos?

Un asado bien diagramado en la página de la parrilla, con muchas verduras.

Un libro que no haya leído impunemente.

Las poesías de Cavafis.

Una música.

Cualquier disco de Chet Baker o de Chico Buarque.

Una película.

Las de Buster Keaton, que divierten con melancolía.

Un fuego que no deje de arder.

Mi abuela.

Alguien o algo que dejar arder en el fuego.

La desmemoria.

¿Con qué personaje histórico se tomaría un café?

Con Artigas, para decirle que somos hijos de sus días... y pedirle, por partes iguales, perdón y consejo.

¿Y con cuál se iría de copas?

Con los albañiles que levantaron la catedral de Chartres.

¿Qué estatua quitaría para siempre?

La de Fructuoso Rivera.

¿Qué tres personajes combinaría para la receta perfecta del marxismo mágico: mitad razón, mitad pasión y una tercera mitad de misterio?

Miguel Mármol, Miguel Mármol y Miguel Mármol. Con una pizca de Rosa Luxemburgo.

¿Su instante de fútbol preferido?

Maradona.

¿Garrincha o Pelé?

Sócrates.

¿Qué pecado prefiere?

El que está por inventarse.

¿Qué le diría a Dios?

Si no le da vergüenza hacerse tanto el distraído.

¿En qué le gustaría reencarnar?

En un cerdito que se crea perro, o viceversa.

¿De qué color es la imagen que le devuelve el espejo?

Sin pelo, pero con todas las ideas en su sitio.

¿Cuál es el disfraz más peligroso?

Creerse los elogios.

¿Qué escribiría en un muro?

Las dos frases que comparten los viajeros enamorados y los viejos revolucionarios. “¿Cuánto falta?” Y abajo: “Falta menos”.

¿Y en la pared de un baño?

También dos frases en dos líneas: “¿Quién es? Soy tú”.

¿Qué cosas nunca pueden estar divorciadas?

En esto concuerdo con los indígenas del Caribe colombiano, que inventaron la palabra “sentipensante”.

¿Para qué le sirve, a usted, la utopía?

Para escribir.

¿A qué le dice No, sobre todas las cosas?

Al arrepentimiento.

¿Cuál es la peor palabra del sistema?

Amén.

¿Qué vena sangra más, de las que siguen abiertas?

Elijo tres entre las muchas posibles: el Sahara, Haití, Ayotzinapa.

¿Qué pueden hacer los nadies para dejar de serlo?

Darse cuenta.