¿Qué le hace reír sin parar?
Creo que hay varios tipos de humor. El humor masculino, por ejemplo, es un humor con víctimas, o sea, es una risa de alguien sobre alguien. Ese no es mi humor. Respecto de lo demás, me he vuelto mucho más comediante con los años.
¿Y llorar?
En este momento he llorado muchísimo por Gaza.
¿Qué abrazo no se le quita del cuerpo?
Cuando nos encontramos con Norita Cortiñas [cofundadora de Madres de Plaza de Mayo].
¿Qué sueño recuerda con más intensidad?
He tenido algunos sueños, unos cuatro o cinco en la vida, que los recuerdo siempre, pero esto es una pregunta muy, muy íntima.
¿En qué momento se sintió más viva?
Siempre estoy en la plenitud de mí cuando hago algo. Cuando decido finalmente hacer algo, lo voy a hacer sin medir intensidades.
¿Qué cocina para sus amigos?
El día que yo me casé, en mi primer matrimonio, no sabía si un huevo frito se hacía con agua o con aceite. Esa soy yo cocinando.
Un libro que no haya leído impunemente.
Un libro que me impresionó inmensamente fue Desgracia [1999], de Coetzee, otro El río de las congojas [1981], de una autora jujeña, Libertad Demitropulos, y _Respiración artificial [1980], de Ricardo Piglia.
Una música.
Una zamba de Eduardo Falú y Jaime Dávalos: “Las golondrinas” [1963].
Una película.
Fanny y Alexander [1982], de Ingmar Bergman. También una película que para mí tiene el ojo y la sensibilidad femenina en su construcción, Memorias de Antonia [1995], una película holandesa [de Marleen Gorris]. De Argentina soy fanática y amiga personal de Lucrecia Martel. La mujer sin cabeza [2008] es extraordinaria.
Un fuego que no deje de arder.
Son varios, no es uno solo, ¿no? Pero si tiene que ser uno, la madre. La madre es un fuego que no deja de arder.
Alguien o algo que dejar arder en el fuego.
He tenido el gran dolor de dejar arder hasta desaparecer a una amiga mía de la adolescencia, cuyo fuego de amistad se extinguió.
¿Con qué personaje histórico se tomaría un café?
Con San Martín.
¿Y con cuál se iría de copas?
Con personajes que nos enseñen a intentar cambiar la historia de otra forma.
¿Qué estatua quitaría para siempre?
La de [Julio Argentino] Roca. Para siempre.
Galeano dijo que la receta perfecta del marxismo mágico es mitad razón, mitad pasión y una tercera mitad de misterio. ¿Qué tres personajes combinaría usted para sus propias ideas?
No son personajes del pasado y son dos. Hay una mujer que me resulta absolutamente inspiradora y que creo que es la feminista más extraordinaria que existe, que está viva y es más joven que yo, que se llama María Galindo y está en Bolivia. Luego Aníbal Quijano, un gran pensador todavía muy injusticiado, un peruano que en la línea de [José Carlos] Mariátegui crea una serie de conceptos que son fundamentales. Entre María y Aníbal yo voy como remando y autorizándome a decir lo que digo, a nombrar como nombro.
¿Cuál es su instante de fútbol preferido?
La verdad es que tengo una simpatía total por Messi. Porque en el juego, él en lugar de reheridar con la maldad, con la misma maldad del otro que lo golpea, se levanta y lo supera con habilidad, reherida con humildad y con astucia.
¿Garrincha o Pelé?
¡Ah! Garrincha, Garrincha. Pelé no me merece ninguna admiración, pero Garrincha sí. Es el Maradona brasileño.
¿Qué pecado prefiere?
La pereza, porque es una forma de insurrección también contra el productivismo, contra la competitividad.
¿Qué le diría a Dios?
Que no sea tan egoísta.
¿En qué le gustaría reencarnar?
En perro tilcareño. Lo he pensado mucho.
¿De qué color es la imagen que le devuelve el espejo?
Pálida.
¿Cuál es el disfraz más peligroso?
La toga.
¿Qué escribiría en un muro?
La respuesta va cambiando con el tiempo, porque en el muro se escribe la historia.
¿Y en la pared de un baño?
Algo así como “qué lindo estar solo”.
¿Qué cosas nunca pueden estar divorciadas?
Muchas. La política y la verdad.
¿Para qué le sirve a usted la utopía?
No uso más la palabra utopía. Nosotros vivimos en el tiempo hacia un futuro incierto. Adoro, amo, la aceptación de la incerteza.
¿A qué le dice No sobre todas las cosas?
Al poder.
¿Cuál es la peor palabra del sistema?
Poder.
¿Qué vena sangra más de las que siguen abiertas?
Uy, sangra más que nunca. Estamos en una época en que la apropiación territorial ha vuelto.
¿Qué pueden hacer los nadies para dejar de serlo?
Lo que pasa es que estamos en un mundo de más nadies que nunca. Todo ser que es disfuncional al proyecto histórico del capital es un nadie. ¿Qué se puede hacer? Es necesario ofrecerle al poder un espejo. Un espejo tan preciso como para que pueda percibir su propia vulnerabilidad.