Daniel Nahum. Ediciones León, Montevideo 2022. 157 páginas, 300 pesos.
Es de esos libros que suelen pasar inadvertidos. No debería. No sólo porque se trata de un abordaje acerca de uno de los poetas más reconocidos del país, que en octubre cumplirá 80 años, sino porque es, en sí mismo, un muy buen análisis literario.
Parte de una tesis de maestría, y por eso incorpora un apoyo bibliográfico que podría calificarse de definitivo si no fuera porque no hay nada definitivo en el estudio de un autor aún activo. Pero, a la vez, piensa en el lector para entregarle un recorrido sin escollos innecesarios. En ese sentido el capítulo II (“Contexto histórico-literario”) podría ser una mejor puerta de ingreso que el primero, quizá el más dubitativo. Quien haga el salto de rayuela encontrará luz acerca de la irrupción, en el Uruguay de 1968, de ese joven poeta que, como bien dice Rafael Courtoisie, está regido por la metáfora. Por eso no hay lugar común, sino sustrato. O como bien lo resume Nahum en el capítulo III, una oposición luz/oscuridad llena de connotaciones que –podría leerse por detrás de la opinión del ensayista– permiten que ese camino, a la vez alumbrado y ensombrecido, sea el que va conduciendo la voz personal del poeta. El pansensualismo de “cuerpo, naturaleza y Lorca” prepara, en el capítulo sexto, las conclusiones finales. Ahí arriesga Nahum, con acierto, que es, en el cruce de las influencias de la vanguardia española con el siglo de oro, donde la poesía de Arbeleche encuentra una de sus originalidades.