Si no se le hace caso a la tipografía de tapa, el título de este libro bien podría ser el que aparece en segundo lugar: El fantasma que nos habita. Algo de eso hay. Algo de incorpóreo, de irreal mientras ocurría, en esas 24 horas que comenzaron demasiado temprano, abarcando toda la madrugada y metiéndose luego en el resto del día. Sosa utiliza el formato de “qué estaba haciendo usted cuándo” y en un ejercicio maratónico yuxtapone testimonios de políticos (por ejemplo, el exintendente montevideano Mariano Arana y la actual vicepresidenta de la República Beatriz Argimón, que por las bondades del alfabeto son los primeros que aparecen), periodistas (como Jorge Traverso o Ricardo Piñeyrúa) y hasta figuras del espectáculo (Arturo Cacho de la Cruz).

Las respuestas al recuerdo de esa jornada, como era obvio suponer, varían. Desde la ajenidad de un Guido Manini Ríos, líder del partido de derecha Cabildo Abierto, que reúne a numerosos nostálgicos de la dictadura y que en ese momento era un adolescente de 14 años que dice no tener idea de lo que estaba pasando y encontrarse ajeno a la política (su hermano mayor fue uno de los fundadores de la Juventud Uruguaya de Pie, muy activa en los ataques violentos contra jóvenes de izquierda del momento), hasta la acción de resistencia inmediata de Jorge Landinelli, entonces de 27 años, secretario general de la Federación de Estudiantes Universitarios del Uruguay (FEUU). En el medio, los recuerdos borrosos, pero claramente antigolpistas, como el del relator deportivo Alberto Kesman.

Gabriel Sosa. Ediciones de la Banda Oriental; Montevideo, 2023. 140 páginas, 680 pesos.