Si el siglo XX fue corto, al decir del historiador británico Eric J. Hobsbawm, quien lo comprime entre 1917 y 1991, los 50 años que vienen transcurriendo desde 1973 resultan, sin embargo, de una extensión desmesurada. Se abría una época de crímenes de Estado que aún hoy mantienen sus consecuencias, en particular por la figura de la desaparición forzada, pero también un tiempo de resistencia y solidaridad internacional con los perseguidos.