Arthur Rimbaud. Yaugurú; Montevideo, 2023. 77 páginas, 400 pesos.

El conjunto lo completan Le bateau ivre [El barco ebrio] y Une saison en Enfer [Una temporada en el infierno]. Inadvertido, como casi toda edición de poesía, este bello tomito de tapas rugosas color lila y tres detalles de relieve de papel glasé puede ser calificado como el silencioso “libro del año” apenas pasado. Una parte de su importancia radica en el hecho de acercar una versión castellana tan uruguaya que el traductor (o transcreador, diría Washington Benavides) fecha la temporada infernal en dos ciudades y tiempos: Bruselas, octubre de 1873 (por la edición original) y Montevideo, octubre de 2023. Pero la otra, la principal, es que tener una traducción propia de un clásico tan efervescente, tan vivo como este de Rimbaud, enriquece la poesía del momento y el sitio donde aparece. Mondragón ofrece en su epílogo, titulado “Volver a los diecisiete”, un texto corto y brillante que sitúa la obra (la irrupción de la cola del diablo de las imprentas, en la fecha de fallecimiento del poeta, no hace otra cosa de reafirmar la furiosa contemporaneidad de Rimbaud). Precisa el por qué de unir esos tres textos y los entiende como un conjunto que, sí, es poesía (incluso las cartas elegidas la contienen, como es bien sabido), pero que leído como unidad da cuerpo a lo que llama una “novela de aprendizaje”. Una bienvenida voz de Rimbaud a las tierras de Lautréamont, su pariente más cercano, que trae, en la última cita elegida, el eco de ese abuelo de todos los poetas rebeldes: François Villon.