Oscar Brando. Estuario; Montevideo, 2024. 207 páginas, 790 pesos.

Aunque tiene efecto en sí misma, esta obra de Brando genera en los lectores el impacto de un libro-siderurgia. Produce la pulsión arborescente de leer otros títulos, de abordar de manera directa esos ejemplos que va citando sobre el modo en que la política (las ideas políticas) se cruzó con la cultura. Comienza, como es natural, con el siglo XIX, esos momentos en que la nación estaba construyéndose a sí misma y en que todavía era una masa que se desbordaba de los límites de la geografía para laudar (y laudarse) en la natural interacción con el barrio más cercano. La lectora avezada en la temática le encontrará la ventaja de tener el panorama ordenado y se enriquecerá con la visión particular del ensayista que, aunque sigue a Carlos Real de Azúa –como reconoce en varios momentos–, nunca abdica de la originalidad de su enfoque propio.

El lector que conozca menos del asunto disfrutará el doble, ya que se irá desasnando prolijamente. Transitará así, por los tiempos del siglo XX, descubriendo los lazos de la cultura con el batllismo, las peculiaridades florencianas de Sánchez, con su anarcobatllismo de dos orillas, entrando luego a la dominancia del 45. Al abordar esta generación, Brando no se queda en la mirada de Ángel Rama o en la brillantez de Emir Rodríguez Monegal, sino que le da la justa centralidad al trabajo crítico de Mario Benedetti y a su modo de enfocar (¿matrizar?) la literatura comprometida.

A pesar de cierta alergia que parece experimentar respecto del núcleo de creadores vinculados con el Partido Comunista, el trabajo se disfruta y agradece. Motiva a leer.