Ángel Rama. Estuario; Montevideo, 2024. 182 páginas, 690 pesos.
“Publicación definitiva” llama Gerarado Caetano, en contratapa, a esta edición de una de las obras mayores de Ángel Rama. Se podría agregar otro superlativo y llamar a Rama “nuestro mayor ensayista de la cultura”, pero para evitar polémicas digamos “uno de” y dejémoslo en el podio con -al menos- Emir Rodríguez Monegal y Alberto Zum Felde. Dice “definitiva” Caetano y lo confirma la lectura de la “Nota a la presente edición” que firma Amparo Rama, donde describe con prolijidad filológica los avatares de la fijación del texto.
También por eso la aparición de este libro es un acontecimiento en el panorama editorial vernáculo del año que termina. Para quienes teníamos que conformarnos con las páginas despegadas y los baches relativos de las ediciones anteriores, y para quienes se acercan por primera vez a esta criollización de la dinámica entre ciudad y saber, entre geografía y cultura, entre el vuelo y su ancla territorial.
Hace cuatro décadas que Rama dio a luz esta interrogación vital que se mantiene tan llena de vitalidad. Valga mencionar, entre los muchos hilos con los que teje su tapiz, la educación social que estuvo presente en los proyectos latinoamericanistas desde la propia génesis de la independencia. Traer, desde ese pasado, una posible idea de futuro fue una de sus virtudes. Pero, sobre todo, hacerlo con el rigor académico alejado del acartonamiento que supo cultivar la “generación crítica” (otro término que a Rama le debemos). Con belleza no sólo en las ideas, sino también en el uso del lenguaje.