Estos “cuentos de campaña” vienen de la mano de alguien que también es poeta y artista plástico. Nacido en Tacuarembó, para más Inri. Las tres cualidades se notan. En el modo en que están armados los cuadros que dan vida a cada una de las narraciones, en el manejo de la palabra y en el conocimiento de lienzo y personajes. En la portada, ese detalle de algo que parece una cola de armadillo sobre una textura de piel gruesa, como de elefante, da el tono de lo que se verá en el interior. Eso es el diseño, a fin de cuentas. Algo que dialoga, casi anticipa, lo que el libro después dirá. Porque el tono de Ibarra puede ser lo autóctono, pero no está dicho con el modo muerto de la impostura del disfraz, sino que es un artefacto literario, artístico, que enuncia -como se indica con puntería en la contratapa- desde un “fuera de lugar”.
Con La joya de vidrio Yaugurú obtuvo el incentivo a la edición del llamado Felisberto, del Ministerio de Educación y Cultura, una iniciativa que en su momento fomentó la poesía (Fondos Amanda). Los otros libros premiados con el “Felisberto” fueron Inhumanos (de Leandro Delgado, Hum), Una empresa llamada “La Humanidad” (de Nicolás Alberte, Hum), Un desperfecto en la carretera y otros cuentos (de Cecilia Ríos, Hum/Estuario), Desastres naturales (de Tamara Silva, Estuario), y Desaparecer en el Otro Monte (de Selene Domínguez, Fin de Siglo).
Marcos Ibarra. Yaugurú, Montevideo, 2023. 65 páginas, 400 pesos.