La narrativa de China como una fuerza centralizada y unificada, dirigida por su líder Xi Jinping hacia la dominación global, es desafiada por un análisis más matizado de su estructura política y económica. A través de décadas de descentralización, las provincias han ganado autonomía, moldeando un panorama donde múltiples actores influyen en las políticas nacionales. La Iniciativa de la Franja y la Ruta, lejos de ser un plan maestro, surge de necesidades económicas y problemas internos, cuestionando las percepciones occidentales sobre el papel de China en el mundo. Mientras tanto, las relaciones con Rusia y la mirada sobre Taiwán adquieren nuevos matices pautados por la historia y la política.