Carolina Bello. Fin de Siglo; Montevideo, 2024. 116 páginas, 490 pesos.

Si bien muchos cuentos de este libro se desarrollan en la ciudad y en la edad adulta, el tono general del conjunto tiene la perspectiva de esa zona de inocencia que son los balnearios y la infancia, pero despojados de inocencia.

Esa operación es la que les da su personalidad literaria. Un lugar de inocencia despojado de su inocencia. De ese modo la inocencia, entonces, es la forma en que los personajes se dejan sorprender por lo que les ocurre y es tomado por las criaturas imaginadas que lo viven.

Son personajes, situaciones, que están en un territorio donde las preguntas importan más por su formulación que por la intención de encontrar una respuesta, como en “Las cosas por dentro”. O que transitan ese camino sinuoso y empedrado en el que las respuestas se abren en un haz casi estereoscópico capaz de desmayar aquello que las había hecho surgir, como en “Agüero”. La autora arriesga más que en sus trabajos iniciales y reafirma, pese a la diversidad de caminos, el tono que ha ido encontrando como voz.

En este libro los personajes tienen una forma lateral de vivir los hechos, aunque sean protagonistas directos, culpables, podríamos decir, ateniéndonos a la temática de varios cuentos. Ahí está uno de sus revulsivos. Incluso el culpable, el que sería visto o presentado como culpable en una narración unidireccional, no se siente acá el responsable real. Quizá por esa forma no inocente de la inocencia. El grado naif del mal, podríamos decirle.