Washington Carrasco (Montevideo, 1941) estudió guitarra con Daniel Viglietti y creció junto con la nueva canción chilena. En Uruguay se convirtió en precursor del canto popular incluso antes de formar el célebre dúo que integra con Cristina Fernández (quien en el número de junio respondió este cuestionario inspirado en la obra de Eduardo Galeano). Apasionado por los sonidos y el tabaco, cultiva la amistad con la misma delectación que el arte de unir la música con la poesía.

¿Qué le hace reír sin parar?

Las promesas de los políticos en las elecciones.

¿Y llorar?

Un gesto humano bello.

¿Qué abrazo no se le quita del cuerpo?

El que no pude darle a mi viejo.

¿Qué sueño recuerda con más intensidad?

Son muchos y referentes a la infancia.

¿En qué momento se sintió más vivo?

En los momentos que paso con amigos.

¿Qué cocina para sus amigos?

Asado.

Un libro que no haya leído impunemente.

Décimas (1970), de Violeta Parra.

Una música.

El adagio de Albinoni [rescate de 1945 del musicólogo Remo Giazotto sobre una pieza del siglo XVIII de Tomaso Albinoni].

Una película.

Roma, ciudad abierta [de Roberto Rossellini, 1945].

Un fuego que no deje de arder.

El amor en todo su esplendor.

Alguien o algo que dejar arder en el fuego.

A los que prostituyen la Justicia.

¿Con qué personaje histórico se tomaría un café?

Con Eduardo Galeano (en el Brasilero).

¿Y con cuál se iría de copas?

Con Tomás de Mattos.

¿Qué estatua quitaría para siempre?

Todas, prefiero las flores.

Galeano dijo que la receta perfecta del marxismo mágico es mitad razón, mitad pasión y una tercera mitad de misterio. ¿Qué tres personajes combinaría usted para sus propias ideas?

[José Gervasio] Artigas, el Che [Ernesto Guevara] y [José] Martí.

¿Su instante de fútbol preferido?

Estando empatados, un gol en el último segundo.

¿Pelé o Garrincha?

Luis Suárez.

¿Qué pecado prefiere?

No matar.

¿Qué le diría a Dios?

¿Dónde guardás la igualdad?

¿En qué le gustaría reencarnar?

En la nada.

¿De qué color es la imagen que le devuelve el espejo?

Aunque tiene varias rajaduras, me veo bien.

¿Cuál es el disfraz más peligroso?

El de mentiroso.

¿Qué escribiría en un muro?

“Hola, ¿cómo estás?”.

¿Y en la pared de un baño?

Tengo otros lugares más cómodos donde escribir.

¿Qué cosas nunca pueden estar divorciadas?

Un ideal con la coherencia.

¿Para qué le sirve, a usted, la utopía?

Para ir paso a paso, buscándola.

¿A qué le dice no, sobre todas las cosas?

Al hambre de los niños.

¿Cuál es la peor palabra del sistema?

Guerra.

¿Qué vena sangra más, de las que siguen abiertas?

Siempre es la misma: los olvidados.

¿Qué pueden hacer los nadies para dejar de serlo?

Es complicado, porque no depende de ellos.