“¿Puede confirmar que su organización no trabaja con entidades asociadas al comunismo, al socialismo, al totalitarismo o con cualquier otra entidad (partido) que adopte creencias antiestadounidenses?”. Esa es una de las preguntas que la administración de Donald Trump está haciendo circular entre agencias de la Organización de las Naciones Unidas (ONU), y de su respuesta depende, en parte, la reanudación de la contribución económica que Washington ha suspendido de forma “preventiva”. Estigmatizada por el gobierno israelí de Benjamin Netanyahu, que la acusa de ponerse del lado de la respuesta armada palestina1, la ONU experimenta, ahora, el chantaje económico de Trump.
Los porcentajes no siempre ayudan a visualizar una situación. Muchas veces generan una sensación de reducirlo todo a números. Por ejemplo, hay un 40 por ciento de los fondos del Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Refugiados (Acnur) que están en riesgo2 y el 70 por ciento de la ayuda humanitaria que recibe la República Democrática del Congo (RDC) proviene de Estados Unidos3. ¿Qué significa eso realmente en el terreno? Por una parte, desborde. Las necesidades inmediatas no pueden ser cubiertas. En Egipto, por ejemplo, la atención sanitaria a los refugiados sudaneses se ha debido suspender, en especial los tratamientos oncológicos. El impacto profundo que tiene en una persona y su familia el desplazamiento forzado es lo suficientemente grande como para que a eso se le agregue la detección de un cáncer o estar sufriendo ese proceso al momento de tener que huir de su tierra. Y ambas cosas juntas se agravan todavía más cuando el tratamiento que se encuentra en el país donde se acaba de recibir una provisoria cama de hospital simplemente se suspende4. Puede ser un ejercicio útil. Tomar cualquier dolencia que el lector padezca. No tiene que ser tan grave, basta con una piedra en los riñones, e imaginar su atención en un campo de refugiados, o un cólico en pleno desplazamiento. Mientras se cruza, por ejemplo, uno de los lagos que deben cruzarse en la RDC para llegar desde las zonas de guerra de Kivu hasta la provincia de Kalemie, tras recorrer 700 kilómetros con las pocas pertenencias y el mucho dolor a cuestas. Primero es una puntada en la espalda y luego se irradia como un infierno de ubicación indefinida sin que se sepa dónde es atrás y dónde adelante. Acá –cualquier acá que no sea una zona de conflicto– basta con llegar a la emergencia de la mutualista y rogar por un pinchazo de tramadol que haga su trabajo venas adentro. Allá, al menos al llegar a Kalemie como uno más entre los 40.000 desplazados internos, estaba el suero y la analgesia. Ahora incluso eso se pone en duda. ¿Hay actividades antiestadounidenses en la provisoria sala de enfermería? ¿Llega hasta ese puesto médico africano la mano roja del comunismo? Lo que no llega es la ayuda. Y mientras no llega, ya no hay más mosquiteros para prevenir la transmisión de enfermedades y apenas quedan 147 mantas (la cifra es exacta)5.
Lo mismo pasa fronteras afuera. Sólo el 5 de marzo 1.100 congoleños cruzaron por alguno de los puestos limítrofes con Burundi. Son 63.000 en menos de un mes si pensamos en Burundi6 y otras decenas de miles si nos enfocamos en Uganda. En total, 660.000 desplazados en lo que va de 2025. Este año los refugiados congoleños son cinco veces más que el anterior7 y la ayuda de Estados Unidos –que era el 70 por ciento de toda la ayuda– es un 40 por ciento menos. La cuenta no es fácil, pero puede hacerse. ¿El resultado? El que se había dicho líneas arriba: apenas quedan 147 mantas. Si quien tenía aquella piedra en los riñones mientras atravesaba el lago Tanganica no fuera un hombre sino una mujer, estaría inmersa en una aritmética todavía peor. Las civiles afectadas por el conflicto en la RDC sufren 60 casos de violación al día8.
Kagamé cuestionado
Bélgica presiona a Ruanda por la intrusión de ese gobierno africano en su país vecino, porque Ruanda es el apoyo clave de la guerrilla del M23. Ocurre que el M23 está formado por tutsis, las víctimas del genocidio ruandés de 1994, y asegura actuar para defenderse de los hutus –perpetradores de aquellas masacres–, que estarían siendo beneficiados por el gobierno de la RDC. Estas reivindicaciones ocultan otros intereses, como el control de zonas ricas en minerales, al punto de que la Unión Europea no sólo sancionó a altos militares ruandeses por su participación en el conflicto de la RDC, sino también a una empresa de Ruanda por procesar oro traído de forma ilegal del Congo9.
El gobierno ruandés de Paul Kagamé, él mismo un tutsi, acorralado y sin más argumentos que la retórica –porque su intervencionismo parece inocultable–, rompe relaciones diplomáticas con Bélgica el 17 de marzo y ambos países expulsan a las legaciones diplomáticas del otro. Diez días después, el representante de la RDC ante la ONU, Zénon Mukongo Ngay, reclama que ese organismo internacional imponga sanciones a Ruanda. Hay que ver si Occidente le suelta la mano, dado el rol que Kagamé tiene en la región, como se detalló en un artículo de nuestra edición de marzo10.
Reducción drástica de la ayuda para los civiles congoleños y mantenimiento del respaldo a su aliado regional ruandés. El gobierno de Trump también tiene su impacto en África.
Grok desmelenado
Mientras eso ocurre en el mundo real, las redes sociales, en especial X, se llenan de mensajes entre asombrados y festivos sobre “el sesgo progre” que parece tener la nueva criatura del asesor especial trumpista Elon Musk. La herramienta artificial de X, llamada Grok, estaría dando respuestas bastante progresistas sobre los impactos negativos del capitalismo en el cambio climático o sobre cómo la equidad social es una política de seguridad más efectiva que las medidas de “mano dura”. En ese panorama, ¿qué contestará Grok si se le pregunta acerca del peligro eventual que Trump y Musk implican para los civiles congoleños?
He aquí su respuesta: “Trump y Musk no son un peligro directo como actores armados, pero sus políticas de recorte de fondos humanitarios representan una amenaza indirecta al exacerbar la vulnerabilidad de la población civil desplazada en la RDC”11.
De este lado del Atlántico, la élite del Partido Demócrata estadounidense sigue grogui ante los primeros asaltos de la administración Trump. Apenas Bernie Sanders, el legendario senador de Vermont, y la joven congresista de Nueva York Alexandria Ocasio-Cortez le hacen frente con su campaña de actos públicos que lanzaron el 21 de marzo bajo la consigna “Luchar contra la oligarquía”. No es un gran alivio para la mujer que llega a Kalemie con esa piedra en los riñones. Pero al menos es algo distinto del silencio.
Roberto López Belloso, director de Le Monde diplomatique, edición Uruguay.
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Ver la detallada respuesta de Acnur en Oriente Próximo, Urnwa, ante cada acusación de Israel en “Urnwa: Claims Versus Facts”, febrero de 2025. ↩
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“Millones de vidas corren peligros atroces por ‘brutales’ recortes de financiación de Trump: Acnur”, Forbes, 20-3-2025. ↩
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Michelle Nichols, “Congo humanitarian operations hit hard by Trump aid pause, says UN official”, Reuters, 11-2-2025. ↩
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“Acnur obligada a suspender un apoyo vital a refugiados en Egipto por los recortes de Trump”, EFE, 25-3-2025. ↩
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“Acnur: La crisis en la República Democrática del Congo se agudiza a medida que los recortes de financiación impactan a la ayuda humanitaria vital”, acnur.org, 21-3-2025. ↩
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“Los esfuerzos humanitarios en Burundi se tambalean ante la mayor afluencia de congoleños en décadas”, acnur.org, 7-3-2025. ↩
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Ver nota 5. ↩
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“Casi 80.000 personas huyen de la RDC entre combates y violencia sexual”, un.org, 4-3-2025. ↩
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“EU sanctions Rwandan generals on eve of crucial diplomatic week”, The Africa Report, 18-3-2025. ↩
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Erik Kennes y Nina Wilén, “Las dos caras de Ruanda”. ↩
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Consulta a la herramienta Grok realizada el 29-3-2025. ↩