Entrevistado por Noticias 5 el 27 de mayo, el canciller de Uruguay, Mario Lubetkin, se negó de nuevo a calificar como genocidio la situación que se está viviendo en la Franja de Gaza como consecuencia de los ataques de Israel. Insistió en diferenciar la postura del Frente Amplio “como fuerza de gobierno” respecto de la del gobierno en sí mismo, la cual debería representar la opinión de todos los uruguayos y no sólo de sus votantes. Más allá de que ese concepto tiene su buen porcentaje de falacia (el gobierno existe porque fue democráticamente electo con una praxis previa y una serie de principios de la fuerza política que lo llevó a ganar las elecciones), esta posición cae por sí sola cuando se trata de crímenes contra la humanidad. Un gobierno socialdemócrata no puede no llamarlos por su nombre. Así lo enseñan, por ejemplo, el presidente español Pedro Sánchez1 o el ex primer ministro israelí Ehud Olmert2. Lubetkin erró al afirmar que “las palabras no son la esencia” –relativización que en derecho penal internacional no procede–, pero acertó al condenar “lo que está pasando”... aunque sin ponerle un nombre. Puede ser un camino. Sobre todo, porque después pidió paciencia para esperar que los pasos que está llevando adelante la cancillería “den ciertos resultados y puedan ser mostrados”. Sin embargo, a menos que se trate de una acción inédita de Uruguay logrando algo que los principales actores globales no han podido, no parece verosímil imaginar alguna acción tras bambalinas de nuestra diplomacia para impedir, a fuerza de eufemismos, que Israel continúe el exterminio en Gaza. Así que esta última frase habría sido apenas una vía de escape retórica del canciller para no quedar atrapado en la semántica. Olvida que esa misma semántica es la parte que nos hace humanos. Ni faber ni ludens, somos un animal simbólico. La cobertura de este número no sólo muestra “lo que ahí está pasando”, sino que analiza la complicidad de las capitales occidentales con ese genocidio. Lo que está llevando adelante el Ejecutivo de Benjamin Netanyahu, con la oposición del sector más democrático de su ciudadanía3 y de la diáspora progresista judía en Uruguay4, será parte de la historia más consensual en pocos años como un caso más de las acciones sistemáticas para exterminar a un pueblo. Para quedar del lado correcto de la historia, el gobierno uruguayo haría bien en pronunciar el vocablo tan temido.
El comunicado del Ministerio de Relaciones Exteriores del 19 de mayo habló de palestinos que “pierden la vida”, como si fueran víctimas de un maremoto. El 29 de mayo la ministra de Defensa, Sandra Lazo, se reunió con la embajada de Israel en Montevideo, hecho que esa representación aprovechó para destacar “la continua colaboración conjunta en materia de seguridad y defensa”. De nuevo: no valen las políticas de Estado cuando hay crímenes de lesa humanidad de por medio. Quedan para los anales del ejercicio del punto de vista las declaraciones del presidente Yamandú Orsi del 28 de mayo, cuando dijo que la ofensiva militar de Netanyahu “alimenta el antisemitismo” y genera “hartazgo” en “sectores importantes” del pueblo israelí5. Los palestinos, como el Garabombo de la genial novela de Mario Scorza, son invisibles. Son eso que Eduardo Galeano llamó “los nadies”. Los que no valen ni el uso de la palabra que ofende a sus asesinos.
-
“España se suma a la causa abierta en el Tribunal Internacional de Justicia contra Israel por genocidio”, El País, Madrid, 6-6-2024; e “Israel protesta ante España tras decir Sánchez: ‘Nosotros no comerciamos con un Estado genocida’”, El País, Madrid, 14-5-2025. ↩
-
Ehud Olmert, “Enough Is Enough. Israel Is Committing War Crimes”, Haaretz, 27-5-2025. ↩
-
“Israelíes protestan contra Netanyahu en Jerusalén”, Deutsche Welle, 19-3-2025. ↩
-
“No en nuestro nombre”, comunicado de la Asociación Cultural Israelita Zhitlovsky, 26-5-2025. ↩
-
“Yamandú Orsi condenó la ‘escalada de violencia’ del gobierno de Israel en Gaza: no se justifica ‘en absoluto’”, la diaria, 28-5-2025. ↩