En octubre de 2019 se realizó el lanzamiento global de La hija de Vercingetorix, la aventura número 38 de Asterix (y Obelix, claro). Unas cinco millones de copias fueron distribuidas en más de 20 idiomas. Sin embargo, hasta hace pocos días, era imposible adquirir un ejemplar de esta historieta en las librerías uruguayas.
Lo que nos dejó temporalmente fuera de la Galia fue un accidentado cambio en los derechos de distribución del catálogo de Asterix en el Cono Sur. La nueva encargada es la editorial argentina Libros del Zorzal, que comenzó un trabajo de muchos meses traduciendo la obra completa de René Goscinny y Albert Uderzo, ya que la versión española que llegó durante décadas dejaba mucho que desear.
“Me siento muy privilegiado de ser el traductor y el editor de Asterix. El trabajo fue arduo, ciertamente, pero con absoluto placer; profesionalmente, no conozco premio mayor”, dijo en enero a la diaria el editor de Libros del Zorzal, Leopoldo Kulesz.
En esa misma charla adelantó que entre abril y mayo comenzarían a llegar las nuevas ediciones, con dos títulos por mes hasta completar la colección el año que viene. La hija de Vercingetorix llegó un poco más tarde, pero llegó, que era lo importante.
La nueva generación
Cabe recordar que en la actualidad ninguno de los creadores originales de la serie trabaja en los álbumes. Ni en ninguna otra parte, ya que el guionista Goscinny falleció en 1977 y el dibujante Uderzo en 2020.
La última aventura de Uderzo en solitario fue publicada en 2005 (y no hablaremos de ella). En 2011 se anunció el nuevo equipo creativo, con guiones de Jean-Yves Ferri y arte de Didier Conrad. En 2013 fue publicada su primera aventura, Asterix y los Pictos. Desde entonces han estrenado una nueva historia cada año impar: en 2015 llegó El papiro del César; en 2017, Asterix y la Transitálica (que originalmente llegó como Asterix en Italia), y en 2019 se publicó La hija de Vercingetorix. En todas partes menos acá.
Si hay algo que debe mencionarse del equipo creativo es que en ningún momento han buscado construir un camino radicalmente distinto al de los padres de las criaturas. Conrad sigue a rajatabla el estilo de Uderzo, mientras que los guiones intercalan las clásicas tramas ambientadas en la aldea irreductible con las también clásicas tramas de viajes al exterior. Y cuando digo que intercalan es porque es así: el primero y el tercero son de viajes, el segundo y el cuarto transcurren en la aldea.
Las tres primeras obras de esta dupla lograron entretener al público, además de hacer olvidar la última entrega de Uderzo, que incluía extraterrestres parecidos a Superman y robots invasores. (Maldición, dije que no hablaría de ella.) En los guiones no está esa carga de agudeza y crítica típica de Goscinny, pero lo cierto es que la última vez que estuvo fue en 1979, con Asterix en Bélgica.
Un poco por la expectativa de la llegada y otro poco por la historia que decidieron contar, quizás La hija de Vercingetorix sea el volumen más flojo de Ferri y Conrad.
La hija de la lágrima
El asterixverso tiene varios personajes sacados de los libros de historia, como el mismísimo Julio César. Entre ellos hay uno cuya importancia emana de su ausencia. Vercingetorix fue quien comandó a los galos contra los romanos y entregó sus armas luego de ser derrotado (en la historieta se lo ve arrojándolas justo encima de los delicados pies del César).
En El escudo arverno (1968) la trama giraba alrededor de una de sus armas, mientras que en esta ocasión gira alrededor de su descendencia. Si alguna vez la temática de un álbum de Asterix fue algo parecido a “el feminismo”, en esta oportunidad la temática podría ser “la juventud”. Aunque Jean-Yves no logre sacarle el jugo.
La llegada de la joven Adrenalina, hija de Vercingetorix y prófuga del ejército romano, lleva a que el foco se ponga en otros dos adolescentes de la aldea: Surubix y Seflix, hijos del pescadero Ordenalfabetix y el herrero Cetautomatix, respectivamente. Y si bien estas incorporaciones equilibran un poco al elenco desbordante de veteranos masculinos, ninguno de los tres logra hacerse un lugar entre los invitados que quedan en la memoria.
Adrenalina está definida por su rebeldía, que la lleva a querer fugarse todo el tiempo, en contra de los consejos de quienes buscan mantenerla a salvo. Asediada por los romanos y por un galo traidor, termina protagonizando una divertida travesía marítima, en la que Conrad luce sus mejores momentos de la saga pero sin que el guion tenga gran profundidad.
De todos modos, no hay seres de otros mundos que nos provoquen el querer arrancarnos los ojos.
¿Y la traduccionix?
Saber que había un nuevo equipo de traductores detrás del álbum me distrajo un poco. En más de una oportunidad me pregunté si estaba ante una expresión demasiado modificada para la versión al español, pero cotejando con una edición francesa pude comprobar que no era así. Espero que la paranoia vaya disminuyendo cuando en unos meses llegue Asterix tras las huellas del grifo. Por lo conversado con Kulesz, hay un esfuerzo importante por resguardar la mayor cantidad de humor posible.
Las expresiones regionales están bastante controladas, aunque un “ah re” o “estamos a pata” hayan levantado una de mis cejas. Sin embargo, de inmediato razono que es un tema puramente de costumbre y que el cerebro está programado para que las expresiones propias de España o México nos suenen más “neutras” que las expresiones propias de Argentina o Uruguay. ¡Estos romanos están de la capocha! (tranquilos, nadie dice esas palabras).
La hija de Vercingetorix. De Jean-Yves Ferri, Didier Conrad. Buenos Aires, Libros del Zorzal, 2020, 48 páginas. Traducción de Leopoldo Kulesz.