En las revueltas -y a esta altura un poco pestilentes ya- aguas de la llamada “literatura del yo” chapotean, emergen o se hunden voces diversas que giran alrededor de la propia existencia vuelta relato, con coordenadas tan variadas como la memoria personal, la delimitación del pacto autobiográfico, la deriva psicoanalítica y la preeminencia de lo individual sobre lo global, entre otros aspectos, todos potenciados desde la irrupción (e invasión) de internet en la vida diaria. Mucha agua ha corrido desde que el escritor y crítico literario francés Serge Doubrovsky fijó el término “autoficción” para referirse a su novela Fils (1977), al punto de que la “literatura del yo” se ha convertido en una etiqueta dentro del panorama literario, aunque muchas veces, tras leer alguna de sus manifestaciones, el lector termine pensando qué buen posteo de Facebook podría haber realizado el autor de marras con el libro que terminó publicando. Por fortuna, la literatura del yo también se abre al juego de la experimentación y la búsqueda, movimiento necesario y permanente de cualquier género o subgénero, logrando que, dos por tres, aterricen en los estantes de las librerías volúmenes como el que se comentará a continuación.

Confesiones. Tres conferencias autoficcionales, del dramaturgo y director teatral francouruguayo Sergio Blanco (1971), ensambla dos modalidades retóricas opuestas entre sí, a saber, la conferencia y la autoficción, en un interesante dispositivo discursivo bifronte que resulta, al mismo tiempo, en un texto para ser pronunciado, actuado, sobre un escenario, y en una pieza para ser fijada en el soporte libro y leída por fuera de sus determinaciones escénicas. La apuesta de Blanco no constituye ninguna novedad en sí misma dentro de su frondosa y siempre interesante obra como dramaturgo, y se sedimenta en un trabajo permanente con la autoficción en obras como La ira de Narciso (2015), Cartografía de una desaparición (2017), El bramido de Düsseldorf (2017) y Cuando pases sobre mi tumba (2019), así como en las reflexiones reunidas en el ensayo Autoficción. Una ingeniería del yo, publicado por la editorial madrileña Punto de Vista en 2018.

En las tres conferencias autoficcionales reunidas en el libro –“Divina invención o la celebración del amor”, “Las flores del mal o la celebración de la violencia” y “Memento mori o la celebración de la muerte”–, Sergio Blanco materializa por acto y fuerza de las palabras la apuesta que establece en las “Confesiones” que ofician de prólogo: “Debo reconocer que lo que más me atrae de todo este emprendimiento es la unión de un mismo soporte literario de dos modos discursivos que además de ser opuestos son también antagónicos: allí en donde la conferencia ha de responder a máximas de objetividad, claridad y precisión por medio de un discurso ordenado, la autoficción –que es mentir la verdad sobre uno mismo– será subjetiva, confusa y difusa a través de un discurso desordenado”. Ese “mentir la verdad sobre uno mismo” es la clave de la apropiación que Blanco realiza no sólo de la noción de autoficción sino también de las marcas que borran los límites entre hechos verídicos y pura invención (a lo largo de las conferencias hay advertencias o sobreentendidos acerca de que lo que se está contando pudo haber ocurrido o no).

Las tres conferencias están presentadas bajo la misma estructura: un “Dispositivo de lectura” que funciona como ambientación escénica (“En el escenario vemos un escritorio en donde se encontrará instalado Sergio Blanco...”), una “Introducción” que fija las condiciones de escritura de la pieza (para la primera conferencia autoficcional, por ejemplo, el autor cuenta que “todo empezó la mañana en que la Compañía Nacional de Teatro Clásico de Madrid me propuso escribir algo que pudiera dialogar con la pieza Castelvines y Monteses de Lope de Vega. La propuesta me atrajo de inmediato...”) y treinta breves relatos (ninguno supera las dos páginas) con un epílogo. Las similitudes estructurales de las tres conferencias autoficcionales se prolongan en otros elementos puntuales, tales como la duración del tiempo de representación (una hora y diez minutos) y la incorporación del “Dispositivo de lectura” inicial como parte integrante de uno de los textos de la conferencia. Esta inclusión reiterada es especialmente interesante porque el autor comparte a través de ella el momento en que la idea de la pieza irrumpió como desencadenante de la escritura (“Una tarde, caminando por Barcelona, de golpe vislumbro el dispositivo de lectura...”; “Una tarde, caminando por Buenos Aires, de golpe vislumbro el dispositivo de lectura...”; “Una tarde, caminando por Bogotá, de golpe vislumbro el dispositivo de lectura...”).

El lector que ha llegado a este punto de la reseña habrá observado que he dejado fuera de cualquier consideración lo que Sergio Blanco dramaturgo, personaje y escritor del yo reflexiona o afirma acerca del amor, la violencia y la muerte, porque considero que la progresión enunciativa que el autor emprende de los tres temas en cada una de las conferencias autoficcionales debe enfrentarse de primera mano, o de primera lectura. Se trata de tres textos vivos, en el sentido de que parecen ir moviéndose a medida que quedan fijados en el papel (o son pronunciados desde el escenario). Hay viajes, estudio, lecturas, amantes, comidas, canciones, conversaciones y diversas reflexiones sobre lo efímero, la finitud, la materia y la trascendencia del olvido. Se trata, en definitiva, de escritura e imaginación en movimiento que, como la vida misma, no tolera ningún spoiler.

Confesiones. Tres conferencias autoficcionales. De Sergio Blanco. Montevideo, Criatura, 2022, 198 páginas.