El libro publicado por la novísima editorial uruguaya especializada en textos traducidos Forastera, Divertimentos mecánicos (2014), es la primera traducción al español de la obra de Suzanne Doppelt (1956), fotógrafa y escritora francesa que ha sido nombrada la “Man Ray de la fotografía contemporánea”.

En estos poemas en prosa, los pequeños detalles de una imagen son puestos ante una intensa inspección por parte de la poeta. No hay forma de decir que un detalle sea parte de un todo o sacar grandes conclusiones a partir de él (“por costumbre, se volvió un axioma que las cosas pequeñas tenían una importancia capital”), porque la imagen se singulariza, se compone y se descompone al mismo tiempo que el texto avanza, poeta y lector realizan al mismo tiempo el desciframiento de señales que se combinan de formas continuas y paradójicas.

La investigación-aventura de Doppelt se desplaza a partir de la novela pseudopolicial de Witold Gombrowicz Cosmos (1965), en la que el narrador Witold (que se describe a sí mismo como un “descifrador de naturalezas muertas”) y su compañero Fuchs se encuentran con un pájaro muerto colgado de un hilo; este será el comienzo de una serie de “pistas” que los dos compañeros buscarán descifrar. Citando fragmentos de la novela, Divertimentos mecánicos pone su punto de partida en esta coordenada y combina esa misma tarea detectivesca e interminable para dilucidar imágenes que apuntan a diferentes direcciones, insistentemente, en un intento por ordenar el caos.

Un gorrión, un escarabajo, la rama de un árbol “aman mucho el vértigo, la ebriedad y los juegos de azar” y son llevados por la narradora a un borde, sin ser subordinados a un significado mayor pero tampoco en relación directa con su entorno, para habitar y habilitar un bloqueo fugaz de la coherencia y el sentido. Así, lo observado no responde a un sistema ni histórico ni simbólico, y el poema cuestiona la autoridad de las atribuciones de significado. La idea de que “esto significa esto” queda suspendida y, de esta forma, se activa la imaginación libre. Así, la lectura semeja un paseo por un museo de historia natural por fuera del tiempo humano.

Singularísima, Doppelt sabe que esta búsqueda se direcciona hacia el aclaramiento de nada y es, por eso mismo y como dice la contratapa, una búsqueda de la libertad. El libro tiene el espíritu de una búsqueda del tesoro infantil: ver y leer es jugar, y por continuidad, es una expansión del mundo, yendo hacia el camino opuesto de la poesía contemporánea más popular. Esta novela lírica es una flecha hacia el mundo exterior presentado como el enigma original, e indaga de forma obsesiva en los espacios mínimos de la realidad, sabiendo que el misterio continuará siendo un misterio ante nuestros ojos (“nada más tramposo que una evidencia”, escribe). Tanto en este libro como en sus fotografías (que también forman parte del volumen, junto con dibujos que muestran títeres desarticulados observando desde diferentes perspectivas), la exploración del universo óptico –y no el de la percepción– es el reactor de la obra de Doppelt: le interesan los mecanismos del ojo, por qué vemos lo que vemos, desde dónde, y lo que sucede cuando cambiamos nuestro lugar como observadores.

Dijo Giorgio Agamben en el ensayo “El Yo, el ojo, la voz”, refiriéndose a Paul Valéry, que la idea de presencia que gobierna el saber occidental se funda sobre la posibilidad de una presencia ante la mirada; Valéry propone en cambio un experimento en el que transforma la experiencia originaria de la revelación del Yo inmediata a la mirada en una pantomima delante de un espejo. Así, el Yo retrocede y otro ojo se abre, impersonal, donde ese Yo es sólo “una parte instantánea que se cree el Todo” y, en ese movimiento, se lo supera.

En Divertimentos mecánicos, el Yo continúa esta línea de Valéry: no tiene voz y es circunstancial al posicionamiento del ojo. El que habla es un cuerpo, desprendido de subjetividades, con la voz que surge del lenguaje, y su respiración, de la puntuación. El lenguaje capta la transformación constante y permanente de las cosas, el movimiento continuo de los signos y la imposibilidad efectiva de hacer declaraciones definitivas, en versos que ocurren en un primer plano de las cosas. Luego de que nuestros ojos se van de las nubes o de las arañas, sólo queda la mecánica descriptiva, repetitiva y fantasmagórica de una imposibilidad como testimonio de la realidad.

Divertimentos mecánicos. De Suzanne Doppelt. Montevideo, Forastera, 2022. Traducción de Isabel Retamoso. Presentación este miércoles a las 19.00 en el MNAV.