“Pensá que Frugoni, Sendic y Tabaré Vázquez terminaron sus trayectorias fuera del partido”, me recordaba hace poco un exdirigente socialista. Su frase sintetiza la fertilidad del Partido Socialista de Uruguay (PSU): menciona figuras clave de la historia nacional –al fundador de la colectividad, a quien gestó el Movimiento de Liberación Nacional (MLN) y al primer presidente frenteamplista– y también da cuenta de la conflictividad interna del sector. Aunque el partido ha recibido atención desde el periodismo y la historia, resulta difícil de entender que hasta ahora no hubiera un libro dedicado exclusivamente a su estudio. Solamente la cobertura de ese vacío haría del volumen que coordinó el académico Jaime Yaffé un lanzamiento notable, pero, además, tiene otras virtudes.

Yaffé junto con Fernando López D’Alesandro y el dúo de Adolfo Garcé y Damián Recoba son los autores de los capítulos principales de El Partido Socialista de Uruguay desde sus orígenes hasta nuestros días, que, desde el título, se presenta como un abordaje histórico transversal e incluye apartados breves en los que diversos investigadores proponen puntos de vista específicos (feminista, internacionalista) o a partir de episodios puntuales (como la relación de Vivian Trías y los servicios secretos checoslovacos o la “infiltración comunista” de 1973).

López D’Alesandro se encarga de los primeros años del partido y también de su “prehistoria”, que aparece como una lenta conjunción de obreros e intelectuales, primero a la sombra de las potentes organizaciones obreras y políticas de Buenos Aires y luego al costado del empuje batllista. Queda clara la proximidad inicial de Emilio Frugoni con los colorados y su raigal rechazo a las prácticas del Partido Nacional (combatió contra el levantamiento de Aparicio Saravia, entre otras cosas). López muestra con claridad las dificultades que para Frugoni presentaba “correr por izquierda” al batllismo, un movimiento con el que compartía gran parte de su programa inmediato, y también evidencia cómo ese problema pasa a un segundo lugar tras el triunfo de la Revolución rusa, que termina dividiendo al socialismo uruguayo en 1921: gana la opción de transformarse en Partido Comunista y Frugoni debe volver a fundar el socialismo, ahora con una marca traumática que tendrá consecuencias en la política de alianzas de los socialistas uruguayos durante medio siglo más (por lo menos).

Con sensatez, el estudio de López se detiene al final de la década de 1950, ya que el historiador (y exmilitante del partido) es uno de los protagonistas de la disputa discursiva acerca de lo que sucedió en los años 60 cuando el Partido viró hacia posiciones revolucionarias y nacionalistas bajo el liderazgo de Vivian Trías. Por fortuna, el libro incluye dos artículos breves sobre la encarnación más reciente de esa polémica, que tuvo por centro al descubrimiento de correspondencia entre Trías y servicios de la órbita soviética, y uno de ellos está a cargo del propio López, mientras que el otro lo escriben Aldo Marchesi y el checo Michal Zourek.

Quien asume la tarea de historiar esa década es Yaffé, cuya tesis sobre la izquierda uruguaya durante la Guerra Fría es un material de referencia. Aquí la retoma, pero centrado en el PSU, durante un período de intensos debates internos y múltiples desgajamientos; el del MLN y el del propio Frugoni son sólo los más notorios de esos desprendimientos que la cultura de discusión asambleística de algún modo propiciaba.

Además, Yaffé se ocupa de las etapas en las que el partido debió actuar en la clandestinidad (1967-1971 y 1973-1984). Así, echa luz sobre la resistencia a la dictadura y la reconstrucción del partido, cuya cúpula había debido exiliarse mayormente, a partir de fuentes documentales (el texto doctrinario Democracias sobre nuevas bases, por ejemplo), cuya forzosa escasez compensa con numerosos testimonios recientes; esa tarea de recolección es una de las más valiosas de este proyecto.

Provenientes de la politología, Garcé y Recoba abordan lo que llaman “El Partido Socialista en el Gobierno”, es decir, el lapso entre 1990, cuando el Frente Amplio conquista la Intendencia de Montevideo por primera vez, y 2020, cuando abandona el poder a nivel nacional. Quizás sea marca del abordaje disciplinario, pero por momentos parece excesivo el recuento de porcentajes electorales y conformación de gabinetes ministeriales, aunque también es cierto que se llega a sugerir que algunas de las tensiones entre “ortodoxos” y “renovadores” socialistas tienen relación con la cercanía de determinados dirigentes a puestos de gestión durante los mandatos de Tabaré Vázquez y José Mujica.

Algunos de los apartados finales, en cambio, permiten atender de otro modo al núcleo propuesto por Yaffé, D’Alesandro y Garcé/Recoba. Inés Cuadro recupera la estrecha pero problemática relación entre el feminismo y el socialismo en Occidente y la despliega en nuestro país, donde los derechos de las mujeres estuvieron entre las prioridades de Frugoni y donde, entre muchas otras, tuvimos a Paulina Luisi como un paradigma de “doble militancia” socialista y feminista. Álvaro Rico, por su parte, cuestiona, como antiguo implicado en los hechos, lo ocurrido con la expulsión de gran parte de la dirección del partido en 1973, a pocas semanas del golpe de Estado, y el inmediato éxodo de militantes hacia el Partido Comunista. El español Eduardo Rey Tristán acota el tema de su imprescindible estudio La izquierda revolucionaria uruguaya: 1955-1973 al rol del PSU, en sintonía con el uruguayo Nicolás Duffau. Vania Markarian sugiere, a partir de cuatro biografías, las conexiones entre el partido y la Universidad de la República, mientras que Gustavo Trullen y Lucía Siola con Sabrina Álvarez se ocupan, respectivamente, de la Unidad Popular (la alianza electoral que el PSU ensayó con escindidos del Partido Nacional en 1962) y del aporte del movimiento sindical a la impronta partidaria.

Encontré agradables sorpresas en los trabajos de Jimena Alonso y Fernando Pedrosa, porque consiguen ubicar en una dimensión internacional y novedosa muchos de los asuntos abordados por el “núcleo duro”. Pedrosa se ocupa de los complejos y ricos vínculos del PSU con la Internacional Socialista; Alonso se mete con las relaciones entre los socialistas uruguayos y sus pares chilenos, experimentados en la gestión de gobierno y en la conformación de un partido de masas desde mediados del siglo XX. Ambos académicos nos muestran una historia paralela y complementaria que ayuda a entender en clave regional y mundial algunas decisiones puntuales de los socialistas uruguayos, y, sobre todo, logran reposicionar viejas dicotomías que, reducidas a sus expresiones puramente locales, no han evolucionado hacia concepciones más fructíferas.

El Partido Socialista de Uruguay desde sus orígenes hasta nuestros días. Volumen colectivo coordinado por Jaime Yaffé. Montevideo, Banda Oriental, 2022, 286 páginas.