Habrá quienes se resistan, ahora y siempre, a los álbumes de Asterix escritos por Jean-Yves Ferri y dibujados por Didier Conrad. Y está bien. Ninguna de sus aventuras ha podido eclipsar a los 24 álbumes originales con guiones de René Goscinny y arte de Albert Uderzo, aunque sí puedan pelearle a alguno de los siete que realizó Uderzo en solitario. Mientras tanto, las aventuras continúan, y si vemos las cifras de venta de cada nueva historieta, continuarán por un buen tiempo.

Sabiendo dónde estamos parados, es muy posible que disfruten la quinta historia de esta dupla anunciada en 2011 y que debutó en 2013 con Asterix y los pictos, para continuar con El papiro del César (2015), Asterix y la Transitálica (2017), La hija de Vercingétorix (2019) y ahora Asterix y el grifo (2021). Las fechas de edición en Uruguay sufrieron modificaciones debido al cambio de mando de los poseedores de los derechos, que aprovecharon para volver a traducir toda la colección.

Lo que define al trabajo de Ferri y Contad es tradición; ellos no quieren reinventar la rueda. Tanto el trabajo de guion como el de dibujo tratan de llamar lo menos posible la atención, como esos escritores que se suman a la sexta temporada de una serie y continúan con lo realizado en años anteriores. Con millones de pares de ojos alrededor del mundo mirando, los dos se pusieron el overol y canalizaron a Goscinny y Uderzo.

Salvo unos pocos pasos en falso, como la mencionada La hija de Vercingétorix, este equipo creativo parece haberse ido amoldando a la estresante tarea e incluso, ¡por Tutatis!, ha conseguido inyectarle algo personal a las aventuras de los habitantes de la aldea gala que resiste a los romanos con la ayuda de una muy conveniente poción mágica.

Animal sagrado

En esta ocasión, y siguiendo con la regla autoimpuesta de intercalar aventuras en la aldea con otras internacionales, Asterix y Obelix (y Panoramix) llegan hasta la estepa asiática, donde existe una cantidad de pueblos muy distintos que para el Imperio Romano entran dentro de la clasificación de “bárbaros”. Los romanos están en camino, con intenciones de apoderarse del animal sagrado de los sármatas: el grifo. Ellos buscarán impedirlo.

Si los nazis se obsesionaron con la búsqueda de artefactos sagrados para ayudar a establecer su Reich de los mil años, aquí Julio César entiende que exhibir a la mencionada criatura podría mejorar su imagen entre los romanos y autoriza una expedición encabezada por el geógrafo Culusmundus (ya hablaremos de los nombres). Ferri dedica muy pocas páginas a establecer el objetivo de ambos bandos, que se disputarán el control del grifo. Esto permite dedicarle el resto del álbum a lo ocurrido en aquel territorio tan frío que congeló la poción mágica. Esto significa que, incluso más que en otras ocasiones, habrá que usar el cerebro para derrotar a los enemigos de todas las horas.

Ferri también se atreve a introducir una idea que Uderzo ya había utilizado en La rosa y la espada (1991), cuando creó a la bardesa Magistra, quien llegaba con ideas radicales, en una historia que (como tantas) parecía confundir al feminismo con la misandria. En este caso, Asterix y Obelix encuentran una sociedad en donde las mujeres son las guerreras y los hombres permanecen en la aldea. Tanto ellas como los recién llegados se creerán mejores, pero terminan uniendo sus fuerzas. Por el camino habrá tiempo para reírse del terraplanismo, y para que el perrito Idefix protagonice su propia historia paralela.

Todo esto dibujado en muy buena forma por Conrad, quien más que nunca se atreve a realizar varias escenas de acción que se encuentran entre las mejores coreografiadas de la serie. Sé que nunca fue lo importante, pero aquí están. Al estilo de Uderzo, pero con una capacidad para dibujar muchedumbres que rivaliza con la de George Perez.

Con respecto a la traducción, uno ha tenido tiempo de acostumbrarse al trabajo de Libros del Zorzal, que desde el comienzo decidió cambiar la mayoría de los nombres excepto los intocables, los más conocidos. Y es así que ahora hay personajes como Olmailovin, Misterbin o Chanflechapulin. Tontos juegos de palabras, pero no olvidemos que en francés los nombres también son tontos juegos de palabras. Así que se respeta al original.

¿Y el grifo? Como pocas veces, la historia encierra un gran misterio que nos mantendrá atentos hasta el final, aunque lo importante sea el triunfo de los pueblos locales por sobre el imperio invasor, manteniendo el statu quo de la serie como si se tratara de un episodio de Los Simpson. Pero, sí, hay un desenlace satisfactorio y tiene un dejo a Los cazadores del rey de Rodolfo Santullo.

El resultado final es positivo, con una historia que lleva algunos minutos más de lectura que los álbumes anteriores y que deja bien parados a sus creadores. Si de todos modos usted considera que su sola presencia en este título es una herejía, no seré yo quien logre hacer cambiar su opinión.

Asterix y el grifo, de Jean-Yves Ferri y Didier Conrad. 2022, 48 páginas. Libros del Zorzal.