Exageraciones, neologismos, teorías inesperadas: el periodismo del rock lleva marcas reconocibles y es parte integral de una cultura conectada con la industria del entretenimiento, las pasiones masivas y la literatura popular, y a su vez, con saberes y gustos reservados a minorías circunstanciales. Tal vez Francia y Argentina sean los lugares en los que ese periodismo ha tenido espesor y alcance comparables a los de las metrópolis anglo, o tal vez simplemente ocurra que desde Uruguay, y no sólo por un tema de escala sino también de actitud, resulte apabullante la tradición argentina en torno al rock y a la escritura que lo rodea: desde revistas fundacionales (Pelo, Expreso Imaginario), ediciones locales de revistas internacionales (Rolling Stone, Inrockuptibles), revistas alternativas (Esculpiendo Milagros, Revolver), suplementos temáticos (Sí!, No), fanzines (Rebelión, La Cosa Salvaje, entre cientos de otros), blogs dosmileros (Chilarock, Lunes Felices) y, no menos importante, periodistas especializados, como la histórica Gloria Guerrero y muchos de los que se dieron a conocer en el multimedio Rock & Pop.

Martín Pérez –poeta y periodista– es uno de esos reporteros que se ha dedicado, en gran parte de su carrera, a explicar, difundir y embellecer fenómenos musicales, en muchos casos asociados al rock, desde su trabajo en medios como Radar, de Página 12, la revista La Mano y el blog Música Cretina, entre otros. Es, sobre todo, un gran cronista, un narrador que puede traducir hechos –una trayectoria, un recital, una entrevista– en relatos, y en The Calamaro Files se dispone a compilar, como aclara debidamente el subtítulo (“25 años escribiendo sobre Andrés”), su “largo asedio” a El Cantante.

No hay distancia respecto del músico, excepto, tal vez, en algunos textos preparados para medios de España y Chile, en los que forzosamente lo contextual tenía que imponerse a los sobreentendidos. Pero en general, es al contrario: uno puede devorar The Calamaro Files como una historia en la que, tras varios intentos y rodeos, el héroe consigue aproximarse al objeto buscado. En esa lectura, el punto alto llega cuando Martín Pérez remonta su propio río Nung para encontrarse finalmente con Calamaro / Kurtz en el caótico estudio casero madrileño donde componía Honestidad brutal y termina regalándole al músico el par de versos nucleares del tema “Negrita”.

Estas comparaciones torpes con Apocalypse Now posiblemente me fueron sugeridas por “Deep Camboya”, el nombre con el que un par de años después el tempranamente autoproclamado “poeta fértil” bautizó su siguiente estudio casero, ya en Buenos Aires y maníacamente empeñado en acumular una cantidad de canciones suficientes para llenar un controvertido disco quíntuple con la sola intención de llamar la atención de su adorado Bob Dylan. ¿Fue tan así? Es imposible saberlo, pero acá se trata de la construcción de una verdad profunda más que de encadenar fechas y datos.

Tenemos, por supuesto, miradas retrospectivas, apuntes históricos, testimonios de socios creativos del músico (Ariel Rot, Cuino Scornik, Cachorro López), y la propia secuencia de los textos originales termina configurando una especie de cronología, en la que con algún flashback aparecen lo obligatorio (la brillante trayectoria de Calamaro dentro de Los Abuelos de la Nada), lo curioso (su participación anterior en Raíces, la banda de candombe rock del uruguayo Beto Satragni), lo transicional (los primeros discos solistas y el éxito ibérico de Los Rodríguez). La tónica, sin embargo, es la de un eterno presente en el que cada disco, cada regreso, cada reaparición de Calamaro es motivo de nuevas reflexiones que reubican su obra.

No conviene, en cambio, esperar análisis musicológicos: la especialidad de Pérez es mediar entre el artista y su recepción (en su relato, “las chicas” son un personaje recurrente), ayudar a entender de dónde viene la inspiración de ciertas creaciones y valerse de su propia experiencia para explicar lo que esas creaciones provocan.

Como si hiciera falta, en uno de los artículos Martín Pérez aclara que ha perdido la objetividad respecto de su entrevistado, como si pudiera suceder que alguien se acerque a The Calamaro Files buscando información neutra y equilibrada. Es más probable que lo haga buscando adentrarse en el mito, y en estos textos va a disfrutar de una de las plumas que han contribuido a crearlo. También, de una historia lateral y parcial de la música popular de una sociedad latinoamericana en la que el rock fue importante.

The Calamaro Files. Veinticinco años escribiendo sobre Andrés. De Martín Pérez. Buenos Aires, Gourmet Musical, 2022, 166 páginas.