El narrador y dramaturgo Jon Fosse es el nuevo Premio Nobel de Literatura, según anunció la Academia Sueca este jueves, por “sus obras innovadoras y su prosa, que dan voz a lo inefable”. “Sus más de 40 obras y una amplia colección de novelas, poesía, ensayos e incluso obras infantiles convierten a Fosse en uno de los escritores más prolíficos de los últimos tiempos, nacido a la luz del modernismo”, agrega el fallo.
“La condición humana es el tema central de su obra, independientemente del género, y presenta situaciones cotidianas que son instantáneamente reconocibles en nuestras propias vidas”, completa la Academia. Desde que se entregó el premio en 2017 a Kazuo Ishiguro, ha habido alternancia de género cada año.
Nacido en Hagesund, en la costa occidental de Noruega, en 1959, Fosse publicó su primera novela, Rojo y negro, a los 22 años, que abordaba el tema del suicidio y marcaría la pauta de lo que vendría después. A una sucesión de obras premiadas como narrador, agregó en 1994 su primera escritura para teatro, Og aldri skal vi skiljast. Es en esa área donde tal vez sea más conocido para el público rioplatense: en 2009, el argentino Martín Tufró dirigió una puesta de su obra El hijo, que llegó a representarse en el teatro El Galpón. En 2013, el británico residente en Montevideo Anthony Fletcher dirigió a Natalia Bolani y Carlos Rodríguez en Invierno.
La obra de Fosse también incluye relatos breves, poesía y ficciones para público infantil. Trilogía, su obra más reciente, es la más sencilla de conseguir en librerías uruguayas, y en la Biblioteca País también es posible leer su El otro nombre. Ambas forman parte de una ambiciosa septología.
En 2019, una entrevista de El País de Madrid comenzaba describiéndolo como “eterno aspirante al Premio Nobel”. La charla tocó temas como la política activa de su país de apoyo a la literatura. “Noruega es aún un país joven. Fue declarado independiente de Suecia en 1905 y los escritores de alguna manera se convirtieron en el rostro de la nación recién nacida”.
“Noruega es inseparable de su literatura. El Estado lo tiene tan claro... Pero nuestro mercado es pequeño, somos poca población y sobrevivir como escritor sin las becas y sin ningún tipo de ayuda pública sería muy complicado. No tenemos ningún filósofo famoso y no hay tampoco grandes científicos, se nos conoce por los artistas básicamente y por la literatura”. De hecho en 2011 el Estado le ofreció una casa dentro del recinto del Palacio Real, gratis, para toda la vida. “Está en la esquina del parque, junto a la casa del jefe del Tribunal Supremo. Así que están el rey y la reina, la juez y yo. Es extraño”, decía allí Fosse.
El ritmo de su escritura es muy particular, ya que no suele usar puntos ni mayúsculas, solamente comas. “Puede que lleve a la página mi bagaje de mal músico. Para mí escribir es escuchar, es un acto más musical que intelectual. En un texto la forma debe ser extremadamente exacta, cada coma, cada cambio está medido para que al leer puedas sentir las olas, un latido, y el cambio de ritmo según avanza la trama. Esta unidad entre forma y contenido es necesaria. Con la escritura ocurre igual que con un ser humano: no se puede separar el alma del cuerpo, un cadáver no es una persona”, agregaba.
Fosse también dijo ser capaz de diferenciar la literatura falsa de la verdadera con leer un par de páginas. “Cuando estaba en la universidad encontré esa cita de Adorno que dice que todas las frases deben mantener la misma distancia respecto del centro. La buena escritura es así: cada frase debe venir de ese mismo centro, de lo que sea que veas y que es imposible de describir. Es un alma o una especie de llamada espiritual, como en Lorca. ¿Cuál es el secreto? Es la musicalidad, la forma de hacer metáforas, las historias que cuenta. Pero al final lo que importa es la suma de todo, y eso es algo distinto”.
Cuando le comunicaron que era el ganador del Nobel, Fosse se manifestó “abrumado y un poco asustado”, según el portavoz de la Academia Sueca, pero pronto empezó a hacer arreglos para ir a recibir el premio en diciembre. En ese momento el escritor “iba conduciendo por el campo, hacia el fiordo al norte de Bergen, en Noruega”.
Más adelante, Fosse dijo del galardón en un comunicado: “Lo veo como un premio a la literatura que ante todo pretende ser literatura, sin otras consideraciones”. Su obra está escrita en nynorsk, la menos utilizada de las dos versiones oficiales del idioma noruego, por lo que el autor tomó la distinción como un reconocimiento a la lengua y el movimiento que la promueve.
Como el resto de los ganadores a partir de este año, Fosse recibirá 11 millones de coronas suecas (un millón de dólares) y una moneda de oro con el grabado de Alfred Nobel.