Cada uno tendrá sus propias preguntas acerca de la/su identidad, que pueden limitarse a quiénes somos en el marco de una habitación cerrada, de una vivienda o de un centro educativo. A Gonzalo Eyherabide está claro que le inquieta nuestra identidad nacional y los sucesos fortuitos que nos llevaron a ella. No en vano, había titulado su tira de Brecha como Experimento Ponsonby, en honor a aquel doctor Frankenstein de nuestra independencia.

Esa tira "no pretendía ser una revisión histórica", según contó en conversación con la diaria, sino "una cosa más costumbrista, medio surrealista". Ahora, en su primera novela gráfica que acaba de ser publicada por Planeta Cómic, el guionista y dibujante sí navega las arenas del tiempo y sitúa la narración en una etapa germinal de lo que finalmente sería Uruguay... pero que podría haber sido otra cosa.

Desde su título, Artigas. El patriota sin patria, juega con las expectativas. Alguien podría creer que se refiere a José Gervasio (y si eso ayuda con las ventas, bienvenido sea), pero el engaño queda revelado desde sus primeras páginas. De una enorme viñeta en negro que ocupa una hoja entera nos vamos alejando hasta revelar un mapamundi que muestra a América del Sur y África separados por el mar y unidos por la sangre. Los continentes terminan transformándose en tierra, que es pisada por un hombre negro que fuma mientras contempla el cerro de Montevideo desde la Isla de Ratas. Su tranquilidad es interrumpida por el grito de un superior. “¡Artigas!”, dice el globito en la primera viñeta en la que vemos su rostro. Lo sigue un insulto racial y la orden de entrar a "poner el lomo", al tiempo que le pregunta con bastante ironía: “¿Qué, no había cerros en Mozambique?”.

Hubo otros Artigas, que no solamente tienen que ver con la historia (y el mito) de las mujeres que pasaron por la vida del caudillo. Y esta historia tiene como protagonista a Joaquín Artigas, un hombre que fue obligado a cruzar el océano como tantos millones, y que fue esclavizado y apropiado por la familia Artigas, razón por la que cargaba con su apellido.

Podríamos discutir si la historia realmente la cuentan los ganadores, pero lo que es cierto es que quien sostiene la pluma decide qué incluir y desde qué ángulo presentarlo. En este caso el ángulo gira en torno a este esclavo que llegó a ser uno de los 33 orientales. Y lo que incluye Eyherabide es realmente un montón.

Quienes conozcan su estilo de dibujo sabrán que no tiene miedo a las viñetas cargadas de dibujo o de texto. Con su trazo humorístico y ansioso es capaz de construir escenas con decenas de personajes y que cada uno de esos tenga algo para decir. La falta de recuadros con texto (decisión del autor) obliga a que los personajes cuenten información histórica de manera exagerada, siempre a punto de romper la cuarta pared. Si en ocasiones hasta rematan sus parlamentos citando el libro del que tomaron la información.

Pero el humor también está presente en esos globitos de diálogo, que pueden multiplicarse en una sola viñeta para transformarla en un conglomerado de chistes. Las influencias de Eyherabide y el contexto campestre lo asemejan por momentos a las aventuras de Inodoro Pereyra el renegáu, pero como si Roberto Fontanarrosa quisiera resolver media página en cada cuadrito.

Esto le da a Artigas. El patriota sin patria una densidad importante, que hace que sus más de 150 páginas se disfruten a un ritmo pausado. No es una historieta para leer en el ómnibus sino para sentarse con tranquilidad y contemplar cada uno de sus dibujos, que pueden incluir detalles jocosos al fondo como si se tratara de creaciones de la mítica editorial Bruguera.

Lo dicho no quita que estemos ante una obra adulta, y no me refiero solamente a un par de escenas particularmente explícitas (créanme que nunca verán a José Gervasio tan íntimamente como en estas páginas). El autor sabe que no solamente está recorriendo momentos destacados de nuestra historia, sino que también son de una sensibilidad mayúscula para los afrodescendientes. Y lo hace humanizando a esclavos y esclavistas, lo que vuelve mucho más fuerte el abuso de los segundos hacia los primeros.

El único escollo de ofrecernos un Guernica por página, en el sentido de la cantidad de información que entra por nuestros ojos, es pensar en un lector que todavía no ha ingresado en el mundo de la historieta y conoce poco de sus códigos. En ese caso la recomendación es buscar Experimento Ponsonby, familiarizarse con el estilo Eyhe en un formato más contenido, patalear un poquito haciendo pie, y recién ahí zambullirse en la piscina de los adultos.

Artigas. El patriota sin patria, de Gonzalo Eyherabide. 168 páginas. Planeta Cómic, 2023.