Eduardo Milán es un escritor caudal. Su regocijo y frustración en la pregunta hacen que se mueva tanto en el cuenco de la poesía como en el de la filosofía con honesta curiosidad y afán por comprendernos y comprenderse. El fruto de esta constante búsqueda es una cifra que supera la treintena de poemarios.

La leyenda del poema es producto del tiempo, es leyenda porque se construye con la perspectiva del tiempo en el yo y desde el yo, producto de una vista que se hace a sí misma una y otra vez. Estos textos son un constructo que acompaña a la experiencia poética y a la vez son su consecuencia. Es decir, este poemario ensaya lingüísticamente lo que a priori no es lo poético, por su naturaleza, pero ello deviene poesía. Desde la práctica concreta con el lenguaje se deja testimonio de la percepción de algo que se escapa como una sombra, entonces, el oficio del poeta zigzaguea entre el dominio del lenguaje como código y la búsqueda de aquello que es constante huida tanto de lo que se entiende por real como de lo poético: “si el silencio canta/ entonces no hay enmudecimiento fijo:/ el silencio canta / se oye ese invisible que a veces aparece/a veces no aparece en absoluto”.

El yo asume la pérdida y la explica en poemas que resultan su arte poética y en ellos se acepta con honesta sagacidad la ausencia de triunfo y, de esta manera, ejercita la ruptura del orden del mundo establecido. Habilitar el fracaso es permitirse la constante búsqueda, aunque esta nunca brinde respuestas, aunque se transiten tiempos en que aparentemente todo está controlado.

Asimismo, este poemario se presenta como un poema producto de la cavilación sobre varios temas, pero a la vez sobre la reflexión en sí misma, el cuestionamiento existencial en cuanto al lugar que el yo ocupa en el mundo y en cuanto al lenguaje mismo. Así, Milán se reconoce en esto de ser frontera, límite poroso terrestre que se puede cruzar a pie en la norteña Santana do Livramento, límite difuso en el habla con dos lenguas distintas en el padre y la madre, el español en el primero y el portugués en la segunda. La frontera del exilio en México donde aprende a ser, además de uruguayo, mexicano. La frontera de su obra que muestra lo filosófico en lo poético y viceversa. El límite del lenguaje se intenta ampliar por medio de la alteración de la palabra, de la repetición y de la ausencia del exceso. De esta manera, cada vocablo contiene la posibilidad del desdoblamiento. En Milán la elección de cada palabra hace al significado desde el significante y su revés.

La leyenda del poema es una invitación a presenciar lo frágil y conmovedor de la existencia, aunque al posar la vista en el verso siguiente, el vacío o la miseria de la propia vida nos haga caer de rodillas: “Si alguien vio de cerca un nido de colibrí vio la vulnerabilidad/en vivo/aun con los críos muertos como yo los vi”. Generoso en imágenes que contienen belleza, es también responsable de no olvidar el horror en el “lugar-no” que es testimonio de vacío y en ese ámbito descubrir la posibilidad del cambio. Rehaciéndose desde la rotura, desde la fuga, desde el escape también de significados es desde donde se anuncia: “yo aquí con mi lenguaje hecho/ polvo”. Hecho polvo, llevado a la nada y que, al atravesar la otra frontera, la del tiempo y con esa la del interior del yo, al exterior, ejercitarse en la poiesis del código que propone, aunque eso no sea muestra de conformidad: “ningún poema serio puede estar conforme con las cosas como están”.

En esta línea el poeta encuentra en la poesía un “lugar-no” que por no serlo se desprende de la noción de espacio para asumirse en la rebeldía de la acción sin descanso. Se pregunta: “¿No es afuera el lugar de los poetas?”. El poeta no descansa, parece no encontrar un espacio, tampoco un tiempo, ya que la poesía viene desde el antes del antes; no es espacio, no es tiempo, pero sí tal vez sea modo. Condición que atiende las fronteras en fuga de la realidad, allí su constante oficio.

Nacido en Rivera en 1952, Milán produjo una extensa obra poética entre la que se destacan Acción que en un momento creí gracia (2005), El camino Ullán seguido de Durandarte (2009), Tres días para completar un gesto (2013) y Huelga decir (2022), más los editados en Uruguay Vacío, nombre de una carne (2010) y Chajá para todos (2014). En cuanto a ensayo, Justificación material (2004), Un ensayo sobre poesía (2006), Sobre la capacidad de dar sombra a ciertos signos como un sauce (2007), Ensayos unidos (2011) y Visiones de cuatro poemas y el poema que no está (2012).

La leyenda del poema, de Eduardo Milán. Estuario, 2023.