El 10 de junio en Cosenza (Italia), a los 64 años de edad, falleció el filósofo y acérrimo defensor de las humanidades Nuccio Ordine a raíz de un derrame cerebral. Desarrolló su vocación docente en la Università della Calabria, fue doctor honoris causa de varias universidades de nuestra región y en 2016 visitó Uruguay cuando se publicaron las primeras traducciones de su obra al español.

Gran parte de su trabajo intelectual se concentró en el estudio del pensamiento de Giordano Bruno, una de las principales figuras heréticas del Renacimiento italiano a partir de su concepción infinita del universo (condensada en su obra La cena de las cenizas), por la cual la Inquisición decretó su muerte en la hoguera en 1600.

Ordine mantuvo una lucha incesante y ferviente frente al avance en diferentes terrenos de la vida del utilitarismo, una lógica basada en la importancia del beneficio económico y la marcada necesidad de materialización de resultados inmediatos. El filósofo analizó la forma en que el utilitarismo ha transgredido la cultura, la educación y las relaciones sociales.

¿Cuáles son los saberes útiles y cuáles son los saberes inútiles? ¿Cómo se construye el conocimiento científico útil y cómo podemos diferenciarlo del conocimiento científico inútil? Estas son algunas de las interrogantes que articulan la obra La utilidad de lo inútil: un manifiesto (Acantilado, 2013). Allí enfatiza la trascendencia de las obras de arte, la literatura clásica y las humanidades para la construcción histórica y cultural de civilizaciones, la transmisión de valores tales como solidaridad, generosidad y fraternidad –centrales para la construcción democrática de los pueblos– y la dignificación, el embellecimiento y la preservación de la memoria y el legado histórico de territorios y pueblos.

¿Cuáles son aquellos libros que permiten alimentar el alma según Ordine? Los clásicos universales, testimonios que permiten acercarnos a grandes temas, favorecen el conocimiento del pasado y contribuyen a preservar el legado histórico de pueblos y naciones. Autores como Cicerón, Virgilio, Dante Alighieri, Charles Dickens, Antoine de Saint-Exupéry, Jorge Luis Borges, Gabriel García Márquez, Miguel de Cervantes, Virginia Woolf, entre muchos otros, integran su biblioteca ideal que, a través de diferentes pasajes, nos invita a profundizar en la lectura de clásicos como una actividad intelectualmente cultivadora y apasionante, y opuestas. Las reflexiones y meditaciones que suscita nos obligan a pensar sobre nuestros valores, nuestras acciones y nuestra manera de obrar.

En su visión, la educación es un foco de resistencia a la lógica del utilitarismo. Si el rol de la enseñanza consiste en formar ciudadanas/os críticas/os y libres, el utilitarismo la entiende como esencialmente mercantil, centrada en la formación de nuevas generaciones de trabajadoras/es para la satisfacción de mercados laborales. Un aspecto fundamental de la propuesta educativa de Ordine consiste en el reconocimiento de las labores docentes como corazón y alma de establecimientos educativos. Sólo los buenos profesores son capaces de transformar la vida de sus estudiantes, y en ese proceso de transformación radica tanto la calidad como la finalidad de la educación.

A través de la carta enviada por Albert Camus a su maestro de escuela Louis Germain al enterarse del otorgamiento del Premio Nobel de Literatura, Ordine insiste en la idea de que solamente los buenos profesores son capaces de conmover, motivar y contribuir a transformar la vida de sus estudiantes como sucedió entre el Señor Germain y Albert Camus. De acuerdo a Ordine, un ejercicio que nos permite comprender sus argumentos sobre la importancia de buenos profesores consiste en pensar en aquellas materias y asignaturas que en nuestra juventud nos conmovieron y enamoraron. Al recordarlas, al cerrar los ojos, vendrán a nuestra mente recuerdos de profesoras y profesores fantásticos. En eso consiste la calidad educativa: en fomentar la función social de la educación como capacidad de transformación de vida de estudiantes. Para que ello suceda, Ordine sugiere que es imprescindible contar con buenos docentes capaces de conmover, educar y motivar a nuevas generaciones de ciudadanas/os libres y críticas/os más que el otorgamiento de certificados para el mercado laboral.

En las actuales sociedades occidentales el tiempo es considerado un “bien” preciado. Bajo el eslogan de que “el tiempo es oro”, cobran vital importancia la prisa, la inmediatez, la eficiencia y la economización de nuestro tiempo tanto en nuestros trabajos como en nuestras relaciones sociales. En cambio, Ordine insiste en la importancia de ganar tiempo y reducir la velocidad para, de este modo, cultivar el conocimiento, las relaciones humanas y reflexionar sobre nuestro vínculo con la vida en sociedad; tres actitudes esenciales que requieren tiempo y lentitud.