Desde este jueves podrá encontrarse en las librerías El caso Astesiano: una trama de espionaje y corrupción en la Torre Ejecutiva, de nuestro compañero y exdirector de este medio Lucas Silva. Se trata de un proceso de investigación que quienes leen la diaria conocen en parte, desde que empezó a salir a la luz la red de hechos delictivos que rodea a quien fuera el jefe de seguridad del presidente Luis Lacalle Pou en los primeros tres años de su gestión.
El trabajo de Lucas Silva incluye, pero excede largamente, el examen de miles de comunicaciones que se hallaron en el teléfono de Astesiano, y con el material analizado logra ordenar un relato que pinta, más que a una persona, a una forma de relacionarse con el poder.
En la edición de este jueves se puede leer la actualización de un capítulo del libro en el que se explica el seguimiento que hicieron las fuerzas de seguridad al dirigente sindical Marcelo Abdala.
Del prólogo de Marcelo Pereira
Editado por Sudamericana (Penguin Random House), el libro cuenta con un prólogo de Marcelo Pereira, director fundador y actual columnista de la diaria.
Dice Pereira:
“El poder es una droga. Lo han dicho el presidente de Colombia, Gustavo Petro, y el asesor y operador político ecuatoriano Jaime Durán Barba, dos personajes con muy poco en común. Alejandro Astesiano tiene, a su vez, muy poco en común con Durán Barba y Petro, pero este libro, como explica su autor desde la introducción, no es sobre Astesiano, sino acerca de ‘rincones tradicionalmente opacos de la política y el Estado uruguayos’; un libro sobre el poder”.
“El poder es una droga con efectos muy peligrosos para la sociedad, y también para quienes caen en la adicción. Las conciencias se nublan, la dependencia se niega y la ansiedad de dosis mayores se disfraza de plenitud omnipotente, con creciente desprecio de las leyes y la ética. El viaje se vive como ascenso, pero es caída. Astesiano había iniciado ese viaje por caminos vecinales. Cuando empezó a insertarse en el mundo de la política y el Estado, se le abrieron avenidas cada vez más anchas y vistosas. Llegó desde Millán y Lecocq hasta la ruta E11, entre Dubái y Abu Dabi, pero siempre transitando, como le escribió a su esposa cuando ya estaba preso, ‘por la vereda equivocada’. Creyó que volaba alto mientras se hundía. Llegó a sentirse ‘jefe político’ y reclutó tropas con una concepción arcaica y bélica de la política, que reverdece en estos tiempos de polarización. Buscó gente dispuesta a todo, con el tipo de lealtad que no se arraiga en proyectos para el país, sino en el odio al enemigo, y asume que los buenos soldados tienen derecho al pillaje. Una de las grandes preguntas perturbadoras que plantea esta historia es si él mismo fue reclutado con el mismo criterio desde el poder en gran escala, no por sus virtudes sino por sus vicios”.
“La opacidad que aún rodea el caso impide saber con certeza cuántas de las fechorías de Astesiano fueron cometidas por iniciativa propia, pero es un hecho que los grandes adictos al poder buscan secuaces dispuestos a caminar por la mala vereda. Así se manchan menos las manos. Algunos secuaces les sirven para destruir a sus adversarios o ganar confianza ciudadana, manipulando a la opinión pública con tecnología avanzada; otros, para facilitar lucros ilegales en el manejo de la administración pública; otros, para utilizar con fines políticos recursos de las fuerzas de seguridad y los servicios de inteligencia. El guion de la serie House of Cards no fue una invención fantasiosa”.
“Meses de investigación periodística desde varios medios dieron a conocer muchas de las actividades delictivas en las que estuvo involucrado Astesiano, pero uno de los aportes de este libro es presentarlas juntas, agregando datos que no se habían publicado antes”.
“La recopilación impresiona e impone algunas reflexiones alarmantes. Pasó impune más de la mitad del período de gobierno, y no fue detenido por sus actos más graves, sino por la participación, lateral y escasa, en un negocio de gestión fraudulenta de pasaportes. Los clientes eran rusos y, desde la invasión a Ucrania en febrero de 2022, ese dato activa alarmas internacionales ineludibles. Astesiano se cruzó diariamente, durante más de dos años y medio, con altos jerarcas estatales, en un entorno que debería ofrecer las mayores garantías posibles, pero sin que surgieran sospechas, denuncias o investigaciones acerca de lo que hacía desde un despacho en la Torre Ejecutiva. Al imaginar por qué pudo pasar esto, la conclusión más optimista es que el sistema institucional ofrece demasiadas oportunidades para la corrupción y el abuso. El mejor de los casos alarma y los demás aterran”.
“Lo menos que se puede decir sobre la investigación de la fiscal Gabriela Fossati es que fue superficial. Cuesta mucho aceptar la ligereza con que descartó posibilidades bastante obvias, y es evidente que la gran mayoría de sus citaciones se produjo después de que los medios de comunicación habían dado a conocer hechos con evidente apariencia delictiva. En el mejor de los casos, hubo incompetencia”.
“Astesiano utilizó la posición en que lo ubicaron para buscar beneficios económicos personales, pero no sólo para eso. Varias de sus transgresiones tuvieron claras finalidades políticas, siempre con la misma intención de combate contra la oposición frenteamplista. En varios de los tristemente famosos chats, él y sus interlocutores lo asumen; en ninguno expresan temor a ser descubiertos por jerarcas que no acepten ese tipo de guerra sucia. Fossati pasó a militar abiertamente en el Partido Nacional muy poco después de dejar su cargo en Fiscalía. El mejor de los casos parece improbable”.
“Petro y Durán Barba conocen, por distintos motivos y desde diferentes ángulos, las zonas oscuras de la política. Este libro nos acerca a su comprensión y le hace un gran servicio al país, porque no apunta a la denuncia escandalosa, sino al señalamiento de debilidades institucionales que urge corregir. Dicen que nada crece a la sombra, pero allí crecen el poder sin freno y sus adictos. Iluminar un poco esas oscuridades le muestra a la ciudadanía dónde le quitan sus derechos y debe reconquistarlos. Para eso sirve, entre otras cosas, el periodismo de investigación bien hecho”.
“Investigar en áreas opacas no es fácil. Hacen falta rigor y paciencia, inteligencia para ver de qué modo pueden haberse articulado los hechos, sensatez para evaluar los vínculos más probables, humildad y responsabilidad cuando surgen hipótesis atractivas pero no demostrables. Y luego hace falta la capacidad de comunicar, en forma clara y sólida, hasta dónde se pudo avanzar. Este libro cumple con todos los requisitos, y logra puntos extra por hacerlo sin alardes”.
“La vanidad siempre abundó en el periodismo, y en estos tiempos es potenciada por un sistema de comunicaciones sociales en el que construirse, publicitarse y cotizarse como personaje público ya no parece una tentación, sino un requisito indispensable. Por eso reconforta que en este libro se acrediten los aportes ajenos a la investigación y que la obra se defienda sola, sin llamar la atención sobre los méritos del autor. Que incluyen, además de los ya mencionados, la valentía”.
El caso Astesiano: una trama de espionaje y corrupción en la Torre Ejecutiva. 254 páginas. Sudamericana, 2024.