La Junta Departamental de Montevideo (JDM) homenajeó este viernes al escritor Mauricio Rosencof “por su compromiso social y su aporte a la cultura uruguaya” en una ceremonia en la que estuvo presente el presidente de la República, Yamandú Orsi. Rosencof, de 92 años, tiene una larga trayectoria artística y también fue director de Cultura de la Intendencia de Montevideo entre 2005 y 2010.

En primer lugar tomó la palabra el presidente de la JDM, el edil Gonzalo Sánchez, quien expresó su honor al poder homenajear “al dramaturgo, al poeta, al escritor, al rehén de la dictadura cívico-militar, al tupamaro, al ruso, como le decimos nosotros, sus compañeros”.

“También homenajeamos hoy a aquel niño que nació en Florida, al gurí que se crió en el barrio Palermo, en aquella Montevideo de la Segunda Guerra Mundial. Porque todos ellos componen esa personalidad transgresora, rebelde, revolucionaria y, sobre todas las cosas, libre. La de un hombre que convirtió el dolor en palabra, y la palabra en memoria”, agregó Sánchez.

Foto del artículo 'Con la presencia del presidente Orsi, Mauricio Rosencof fue homenajeado por la Junta Departamental de Montevideo'

Foto: Gianni Schiaffarino

En su alocución también destacó a quien “utilizó el humor para resistir las mazmorras del autoritarismo, fue capaz de soportar la saña de sus opresores, jugando al ajedrez a golpes de nudillo, caminando con niños en los pies en aquellos cuatro o cinco pasos que podía dar, escribiendo cartas de amor a la enamorada de su guardia; este mismo hombre que 47 veces sintió que lo llevaban a fusilar, que más de 47 veces sintió que le llegaba la muerte”.

El edil también se refirió a los versos que Rosencof escribió para Eleuterio Fernández Huidobro y que también leyó en el velorio del expresidente José Mujica: “Y si este fuera mi último poema, insumiso y triste, raído pero entero, tan sólo una palabra escribiría: compañero”.

El edil Diego Romaniello, presidente de la Comisión de Cultura de la JDM, describió al homenajeado como “un hombre que hizo de la palabra un acto de resistencia, de ternura y de compromiso con su tiempo”. Y agregó: “Si algo nos enseña Mauricio con su vida y con su obra, es que la utopía no se abandona, se camina. Que la esperanza se construye entre todas y todos, paso a paso, palabra a palabra, en cada gesto de dignidad y justicia. Gracias, Mauricio, por recordarnos que la cultura fue y será trinchera, y que el arte puede y debe ser una forma profunda de amor al pueblo”.

Numerosos ediles de diferentes partidos políticos tomaron la palabra a continuación para hablar sobre Rosencof, quien luego de recibir una placa conmemorativa comenzó a hablar de la Montevideo que recordaba de su niñez, incluso una memoria visual que tenía mucho que ver con el marco. “Un día, tendría cinco años porque todavía no tenía túnica, aparece por encima de las azoteas un triángulo rojo, como si estuvieran llegando de Marte. Pregunté qué era eso y me decían cualquier cosa. Con el tiempo me enteré de que eso que estaba viendo, de ladrillos rojos, era la Intendencia”.

Después de recordar muchas anécdotas de esa Montevideo que definió como “un barrio”, cerró con una anécdota de la última vez que se encontró con José Mujica y un personaje literario. “Quería cerrar con alguien que merecía ser del barrio, también, don Quijote de la Mancha. Que era como para el barrio, y Sancho, ni te cuento”.

Rosencof relató que fue hasta la chacra de Mujica sabiendo “que podía ser de las últimas”, y se lo encontró “echado, semivertical”. Empezaron a conversar y Mujica “me sale hablando de los versos”. “De pronto dice: ‘Ahora en lo que estoy, es estudiando el discurso de don Quijote y los cabreros’. Claro, la afinidad que tenemos con Cervantes, Cervantes estuvo como cuatro veces preso, vamos a entendernos”

En el episodio que refieren, Quijote y Sancho se encuentran una noche con los peones que cuidaban la majada por la noche y los invitaron a comer. “Don Quijote se siente en la obligación de retribuirles con algo. Y como no tiene otra cosa que la palabra, recoge dos bellotas y les hace un discurso a los cabreros, que era lo que estaba leyendo el Pepe. Y dice en determinado momento: ‘Felices tiempos aquellos, que los antiguos llamaron dorados. No porque abundaba ese metal, sino porque no existían estas dos palabras: tuyo y mío’”.