Vinculados al mar y a la navegación desde niños, capitanearon varios barcos por el Mediterráneo, realizaron travesías, competencias y múltiples itinerarios. Son apasionados de la navegación a vela, son jóvenes e inquietos: Francisco Méndez y Teodoro Varela comandan en la actualidad un programa piloto denominado Viento en Popa, que busca hacer accesible este deporte náutico a través de la escuela de navegación que funciona en el barrio La Capuera, en Laguna del Sauce.

La historia comienza a varias millas de Maldonado, en las costas de África. Cuando finalizó la temporada estival europea de 2019, un nuevo impulso los guio y les hizo virar su proa al viento, con destino a Mozambique. Inspirados en la labor de la ONG africana Surfers Not Street Children, Méndez y Varela convivieron varias semanas con sus miembros y luego decidieron regresar a Uruguay para replicar la experiencia desde la navegación a vela.

El equipo se completó con la psicopedagoga Pilar de los Campos y con Dominique Knuppel, velerista de amplia trayectoria y medallista olímpica.

Eligieron La Capuera porque tiene el privilegio de ser bordeada por la Laguna del Sauce, un escenario perfecto para la enseñanza de navegación, en complemento con los puertos de Punta del Este y Piriápolis. Consiguieron tres embarcaciones mediante donaciones y préstamos, y un lugar para guardarlas en la ribera de la laguna.

Cuentan además con un amplio equipo de profesores, guardavidas y veleristas de travesías, como Federico Waksman. Sentado con ellos en ronda en el piso, Waksman les habla de hacer posibles los sueños, de superar obstáculos, de trabajar en equipo, de ser responsables del entorno y de la importancia de la cooperación.

Gentileza: Viento en Popa

Gentileza: Viento en Popa

En Uruguay los implementos náuticos, las clases de vela y los accesorios son de alto costo, por lo tanto, un alto porcentaje de niños, niñas y adolescentes quedan sin la posibilidad de acceder al aprendizaje, lo que limita una experiencia tan motivadora como navegar a vela.

En La Capuera no existía esta propuesta, que fue impulsada a partir de charlas con referentes del lugar. Se inscribieron más de 30 participantes: la laguna adquirió un paisaje poético, velas al viento, embarcaciones cargadas de alegría y aventura.

La gurisada de La Capuera empezó, semana a semana, a incorporar vocabulario técnico y las secuencias de manejo; la tarea colectiva empezó a llenar el aire del lugar.

La experiencia desbordó las expectativas y se sumaron incluso quienes no sabían nadar, que accedieron a clases con guardavidas honorarios y profesores de gimnasia. También participaron niños y niñas en situación de discapacidad.

Además de integrar a la comunidad y a las fuerzas vivas de la zona, también estuvieron involucrados en la iniciativa la Intendencia de Maldonado, la base aérea de Laguna del Sauce, el liceo, la escuela y el grupo de padres y madres, que con gran satisfacción pudieron ser llevados de paseo por sus hijos en las embarcaciones de Viento en Popa, bajo la atenta mirada de los maestros.

Algo quedó claro de esta experiencia: la náutica ofrece un sinfín de oportunidades para quienes pueden acceder. Los responsables de Viento en Popa buscarán en el futuro expandir este modelo de escuelas estivales también a otros departamentos de Uruguay, pero con la misma meta: zarpar la náutica en distintos contextos para hacerla más accesible en sus múltiples formas, recreativa, creativa, laboral y turística.