El Tribunal de Apelaciones en lo penal de 2º turno confirmó las condenas de las seis personas que fueron sentenciadas por el asesinato del profesor de inglés Edward Vaz, ocurrido el 9 de julio de 2018 en Maldonado.

La sentencia, a la que accedió la diaria, mantuvo en todos sus términos las condenas dispuestas por la jueza Ana María Guzmán, luego de un juicio histórico que implicó 13 audiencias y contó con la declaración de unas 30 personas.

El tribunal calificó como “claramente acertado” el fallo de primera instancia, y resaltó la “premeditación y alevosía” en la participación de la exesposa de la víctima, Lulukhy Moraes, su pareja Carlos Machado y Carlos Alejandro Alberti, quien fue contratado para cometer el crimen.

Los ministros desestimaron los argumentos de la defensa de Carlos Machado, pareja de Lulukhy Moraes en el momento del asesinato, que señaló que no había suficiente prueba para determinar su participación en los hechos, en referencia a la contratación de una persona para trasladar a los sicarios de Montevideo a Maldonado, y que la decisión de la jueza Guzmán se basó sólo en prueba testimonial.

“Se arriba a una modalidad de coautoría basada en la existencia de relación de pareja y que tiene su material probatorio en la esfera inferencial”, sostuvieron en la apelación.

Sobre este punto, el tribunal sostuvo que está “plenamente probado” que Machado y Moraes se reunieron con Franco Silveira, empleado de Moraes, y le pidieron que trasladara a dos personas para “darle un susto” a la víctima. Además, sostiene que Silveira y Machado se reunieron varias veces en el chalet conocido como Gipsy Queen para preparar el traslado.

“Machado y Silveira hicieron tareas de inteligencia por la zona para identificar la presencia de cámaras y también recorrieron otros lugares por donde circularían quienes iban a ejecutar el encargo”, sostiene la sentencia.

Además, el tribunal sostiene que también está probado que Machado fue quien entregó el arma y los celulares con los que se cometió el crimen.

En cuanto a la responsabilidad de Carlos Alberti, considerado uno de los dos autores materiales, la sentencia establece que hay dos testigos, una mujer que estaba en el lugar, el hijo de la víctima y un delivery que llegó a seguir a los autores del crimen, que reconocieron a Alberti como el hombre que tocó timbre en la casa de Vaz.

Pese a la investigación judicial, la Policía aún no pudo lograr la detención del autor de los dos disparos, identificado por la fiscalía bajo el nombre de Marcelo Barboza.

Sobre la responsabilidad de Lulukhy Moraes, que estuvo casada con la víctima entre 1997 y 2006 y mantuvo convivencia hasta 2015, el tribunal sostiene que fue Moraes junto con Machado quienes organizaron el crimen y convocaron a los otros condenados.

En la sentencia, el tribunal rebate el argumento de la defensa de Moraes que sostiene que existió un cambio en la identificación del móvil del crimen que pasó de la teoría de la fiscalía, que apuntaba a razones económicas, al fallo de primera instancia que señala un ensañamiento con la víctima.

“No se modifica la responsabilidad penal del agente por la dificultad material en definir el motivo concreto de la acción encartada, puesto que si obra prueba de cargo la condena deviene incuestionable”, señala el fallo que advierte no compartir el hecho de que efectivamente haya habido un cambio en la identificación de los motivos del crimen.

De todas formas, el tribunal plantea que en la medida en que está “plenamente acreditada la intención homicida por las diferencias extremas entre los ideólogos y la víctima”, relacionadas con “aspectos materiales y temas personales que los separaban”, “el móvil o causa específica pasa a segundo plano”.

Carlos Alberti, señalado como uno de los sicarios contratados y el hombre que tocó timbre en el edificio y convenció a Vaz de que bajara, fue condenado a 25 años de penitenciaría como coautor.

Lulukhy Moraes y Carlos Machado, calificados como los ideólogos del crimen, fueron condenados a 24 años como coautores de homicidio muy especialmente agravado.

Mathías Guarteche, quien condujo desde Montevideo a Maldonado a los autores materiales del homicidio, fue condenado a 24 años de penitenciaría como coautor de homicidio muy especialmente agravado.

Leticia Giachino Fiori, amiga y socia de Moraes, señalada como quien compró los celulares que finalmente utilizaron los sicarios y el chofer que los llevó a Maldonado, fue condenada a ocho años como cómplice de homicidio muy especialmente agravado.

Franco Silveira, responsable de colaborar con los preparativos y llevar a los sicarios al lugar del crimen, fue condenado a ocho años de penitenciaría como cómplice de homicidio.

El asesinato del profesor Vaz, de 45 años, ocurrió en la noche del 9 de julio, cuando respondió a una persona que se identificó como un amigo de su hija y le pidió que bajara, y recibió un disparo en la cabeza.

El crimen ocurrió en el marco de un juicio de divorcio con Moraes con quien disputaban bienes gananciales que alcanzaban 1,5 millones de dólares, que habían sido puestos a nombre de Leticia Giachino.

El asesinato reveló la actividad de la llamada “mansión del sexo”, ubicada en el barrio Beverly Hills de Punta del Este, donde personalidades del balneario participaban en fiestas sexuales, donde vivieron Moraes, Machado y Vaz, quien a finales de 2015 se alejó de la casa.