La ciudad de San Carlos está emplazada entre el arroyo Maldonado y el arroyo San Carlos. En los márgenes del arroyo San Carlos se ha visto una proliferación de especies exóticas introducidas por el hombre, producto de la diseminación de las semillas, que realizan las aves. Algunos de estos árboles tienen una antigüedad de entre 40 a 50 años, indicó el ingeniero agrónomo belga Thierry Rabau, radicado en Uruguay desde hace 32 años.

Rabau considera que las autoridades deben intervenir para evitar la propagación de las especies introducidas. Sin embargo, este miércoles denunció la “tala abusiva” y las consecuencias negativas que puede tener la deforestación en una zona proclive a las inundaciones.

“La colonización de las especies introducidas es un problema y hay que abordarlo. El municipio de San Carlos lo está haciendo pero de forma incorrecta, porque cuenta con un solo técnico que trabaja voluntariamente. Hay que trabajar de manera integrada con los vecinos y los profesionales. Tenemos el CURE Maldonado a 15 kilómetros, es decir, hay una masa interesante de gente que puede colaborar”, advirtió el paisajista Leonardo Moreira.

Consultado por la situación, Carlos Pereyra, alcalde de San Carlos, manifestó que el proyecto tenía como objetivo el retiro de las especies invasoras. Pereyra manifestó que no posee un conocimiento profundo de la tarea de gestión ambiental y que se guio por la asesoría técnica del estudiante avanzado de Gestión Ambiental del CURE Maldonado Facundo García.

El primer acercamiento entre García, el alcalde y el encargado de Obras de la comuna, Luis Cima, comenzó hace unos meses, cuando el estudiante decidió manifestarse sobre la falta de criterios para la tala de monte nativo que circunda la ribera del arroyo San Carlos. En ese momento, la comuna ponía en práctica un proyecto de recuperación histórica.

“Lo que buscaban era recuperar parte de la historia de San Carlos: el vínculo de los ciudadanos con el arroyo, que antes funcionaba como lavadero, la gente se bañaba en él y también era zona de pesca. Se pretendía tener acceso al arroyo nuevamente”, contó García.

Debido al peligro de deforestación ofreció una asesoría técnica y en enero empezó a realizar un estudio sobre los árboles autóctonos y los invasores que habitan la ribera. Fresnos, palmeras fénix, ligustrinos, moreros son algunas de las especies introducidas por el hombre, que son valoradas estéticamente, pero implican una degradación del ecosistema y una pérdida de biodiversidad, señaló García.

En el Paso del Guerrero se quiso recuperar una parte de la calle, indicó García. Luego observaron que en esa zona predominaban los árboles exóticos, razón por la que decidieron retirarlos, con la idea de suplantarlos con especies nativas a futuro. También subrayó que allí trabaja un hombre que se crio en contacto con el monte nativo y sabe diferenciar entre una arrayán, un charca, un sauce o un sarandí. García contó que en ese lugar también se encontraron motos robadas, contenedores, heladeras, microondas y una gran cantidad de desechos que provocan la pudrición del agua.

Cercano al Paso del Guerrero, se encuentra el desagüe de la planta de tratamiento de OSE, en donde se percibe contaminación por coliformes fecales, indicó Rabau. “Por un tema de salud pública no se debería permitir que la gente tenga acceso a un lugar contaminado. Desde mi punto de vista es contrario a un buen manejo del área”, opinó. Moreira, por su parte, añadió que los árboles también cumplen la función de “cortina de olores y vapores, en definitiva, de cosas que no queremos sentir”.

“Hay un proyecto para trasladar la planta. Los ciudadanos tuvieron una instancia de consultas con las autoridades, que se hizo en mi casa hace un par de veranos. Pero nunca más tuvimos noticias”, afirmó. Actualmente, Moreira se encuentra realizando su maestría en Manejo Costero Integrado del CURE Maldonado. El paisajista baraja la hipótesis de que las especies de árboles introducidos tienen un impacto negativo aguas abajo, en la zona de interface entre el humedal del arroyo Maldonado y la ciudad de San Carlos.

Vecinos de San Carlos denunciaron en las redes sociales la tala de árboles nativos y, en cambio, la conservación de los exóticos. Al respecto, García argumentó que se están retirando los árboles exóticos más pequeños y que se dejan los más altos para evitar que “la luz no llegue a la tierra y no afecte el banco de semillas que hay abajo. Quizás fue algo un poco agresivo, pero nos pareció que no había otra forma”.

Contó que los errores en el operativo sobre la ribera del arroyo, cercana a la rambla, se debieron a la falta de una capacitación exhaustiva a los trabajadores beneficiarios del programa de Oportunidad Laboral (jornales solidarios). Si bien se señalaron los árboles que debían cortarse y se brindó una charla previa al comienzo de la labor, García evaluó que no fue suficiente el tiempo para poder absorber los conocimientos sobre la vegetación del arroyo.

Rabau señaló los peligros que acarrea deforestar la parte de la ribera cercana al Parque de San Carlos, ya que se trata de una zona baja, fácilmente inundable. “Esos árboles sirven para mantener firme la ribera y evitar el aumento de la erosión fluvial”.

“Se está dando un diálogo con los trabajadores para mostrarles cuáles son las especies nativas y cuáles son las exóticas. Hay que lograr romper con el esquema de lo que estamos acostumbrados a ver en la ciudad: fresnos y ligustros. Se tiende a pensar que lo que hay que preservar son esos árboles”, aseguró García.

A raíz del enfado de los vecinos en las redes sociales, se comunicó con el alcalde para transmitir la necesidad de brindar una mejor capacitación. Para ello conversó también con especialistas locales que puedan colaborar en la transmisión de conocimientos a los trabajadores.