La sede en Piriápolis de la organización Acridu, que trabaja con jóvenes y adultos con discapacidad intelectual desde hace 23 años, fue parcialmente dañada por un incendio. Natalia Gil, presidenta de la comisión directiva, explicó a la diaria que una persona, ya identificada y a disposición de la justicia, lanzó una botella con combustible al interior del local ubicado en Trápani y Juncal, y luego se sentó en la vereda a observar cómo las llamas destruían todo.
El fuego afectó todo el salón principal, la cocina y la secretaría, además de los techos; sólo se salvaron dos baños y un salón pequeño. “Con el correr de estos días vimos que son pérdidas importantísimas no sólo por lo material, sino también por el impacto en nuestros estudiantes y en quienes trabajamos en este local”, lamentó Gil.
Foto: Pablo Serrón
Se trata de una construcción de steel framing de la que sólo quedó en pie la estructura de metal. “El techo está para cambiar por completo, igual que las paredes de yeso, que se mojaron durante el combate al incendio. También resultó dañada toda la instalación eléctrica, así como el mobiliario y los electrodomésticos que estaban en la cocina”, detalló.
El impacto es enorme. “Al local concurren personas que necesitan un mayor nivel de autonomía, respetando sus individualidades: para unos será trabajar o tener una familia; para otros será manejar dinero, hacer mandados, moverse en la calle; para otros será que la institución sea su grupo de pertenencia”, explicó Gil.
Así es que Acridu ofrece un taller de tejido en telar para la confección de prendas de calidad “que se vendan porque a la gente le guste, como una opción de salida laboral, no como un acto solidario”. “Se trabaja como una opción de taller cooperativa, con distintos tipos de telares y prendas”, detalló Gil.
También con el objetivo de ofrecer una salida laboral se realiza un taller de cocina, al tiempo que se desarrolla un trabajo social y personal con los asistentes, con el que se apunta al “reconocimiento de las características de cada individuo y de los derechos de las personas con discapacidad intelectual” como colectivo, añadió la presidenta de la institución.
Foto: Pablo Serrón
Formas de colaborar
Tras el siniestro, Acridu consiguió trasladar sus actividades a un salón prestado por la Casa de la Cultura de Piriápolis. Con el objetivo de restaurar el local y regresar a él en marzo, la organización lanzó una campaña de recolección de fondos y materiales de construcción.
Por un lado, Acridu envió cartas con solicitudes de colaboración a empresas de Maldonado que operan en diferentes rubros; por otro, plantearon al Municipio de Piriápolis que colabore con materiales, al tiempo que la brigada solidaria del Sindicato Único Nacional de la Construcción y Anexos pondrá la mano de obra.
En tanto, para los particulares que deseen hacer un aporte económico se dispone de una única cuenta abierta en el banco BBVA: la caja de ahorro en pesos 993005605. Gil invitó a lugareños y visitantes del balneario a conocer el trabajo institucional a través de las redes sociales, donde encontrarán fotos y videos con testimonios de las personas con las que trabajan.
Foto: Pablo Serrón
“Quienes no colaboren económicamente, igual pueden acercarse a conocernos, compartir y conversar. Nos van a encontrar en las mañanas de febrero en la Casa de la Cultura de Piriápolis”, agregó.
Más allá de los daños materiales, “hay una cuestión intangible que afecta a los chiquilines que perdieron su espacio de pertenencia, su segunda casa, y a nosotros como trabajadores de la institución que vemos multiplicados nuestros esfuerzos para atenderlos y además salir adelante de esta situación”, expresó Gil.
En su opinión, la recuperación del local es una cuestión que compete a todos. “Acridu es la única institución de estas características en la zona oeste de Maldonado. Es una manera de visibilizar que en Piriápolis tenemos personas con discapacidad que requieren atención y asistencia para vivir en sociedad”, subrayó la presidenta.