Si bien nació hace 64 años en la ciudad de Campinas, en el estado de San Pablo, desde niño vivió en Recife, la capital de Pernambuco, donde desarrolló su vida profesional y política.
De extensa trayectoria dentro del PT, este médico psiquiatra fue ministro de Salud entre 2003 y 2005 durante el primer gobierno de Luiz Inácio Lula da Silva, y en los últimos tiempos formó parte de la Comisión Parlamentaria de Investigación (CPI) que llevó a cabo un profundo análisis sobre la gestión de la pandemia de coronavirus realizada por el gobierno de Jair Bolsonaro. La semana pasada Costa estuvo en Montevideo, donde presentó ante la Comisión de Ciudadanía y Derechos Humanos del Parlamento del Mercosur el informe final elaborado por la CPI. la diaria aprovechó la oportunidad para dialogar con él sobre el trabajo de la CPI, la actualidad brasileña y las elecciones del año que viene.
Ustedes en la CPI hicieron un trabajo largo, de seis meses, en el que terminaron acusando a Bolsonaro de nueve crímenes y también a otras 80 personas, incluyendo a tres hijos del presidente. ¿Qué piensa que pasará de ahora en adelante?
La CPI es un instrumento de investigación, que no tiene poder de castigar, no es un tribunal. Entonces, la función que tiene es investigar y presentar evidencias que van a ser encaminadas a otros órganos, que seguirán esos procesos, profundizarán las investigaciones o abrirán procesos directamente. Entre estos órganos están la Fiscalía General de la República, el Supremo Tribunal Federal y el Tribunal de Cuentas de la República. Además, vamos a llevar el informe que hicimos a dos CPI que están funcionando actualmente en el estado de San Pablo y también al Ministerio Público de Río de Janeiro. Internacionalmente vamos a llevar el informe que elaboramos al Alto Comisionado de Derechos Humanos de la ONU, para la Comisión Interamericana de Derechos Humanos y también para la Corte Internacional de La Haya, aunque en este caso la denuncia no la presentamos nosotros directamente, sino que lo hace un grupo de juristas, que presentarán una comunicación en La Haya contra Bolsonaro. Nosotros, además, creamos una comisión que es una especie de observatorio de la pandemia para acompañar lo que pase en cada uno de esos órganos, para seguir de cerca lo que suceda en cada instancia en la que presentamos la denuncia.
Es sabido que el fiscal general, Augusto Aras, tiene bastante cercanía con Bolsonaro: ¿Ustedes creen que eso puede dificultar el avance de las investigaciones en el ámbito judicial?
Nosotros esperamos que no. Porque él también tiene una carrera, una trayectoria dentro del Ministerio Público que es muy respetada. Entonces, creo que es muy difícil que deje todo eso a un lado en este caso. Es probable que avance con algunas cosas. Ahora, nosotros vamos a estar muy atentos a lo que haga. Por ejemplo, en un mes, aproximadamente, tiene que tomar algunas decisiones. Si en ese tiempo las cosas no avanzan o lo hacen de manera muy lenta, una de las cosas que pensamos es invitarlo para que vaya al Senado a presentar lo que hizo en este caso. Pero nuestra idea es que él cumpla con su papel y su responsabilidad, porque la sociedad también va a estar muy atenta al tema.
“La estrategia que adoptó el gobierno de Bolsonaro para enfrentar la pandemia desde nuestro punto de vista fue criminal”.
Actualmente los índices de pobreza y desempleo son muy altos en Brasil. ¿Cómo ve la situación global del país?
La situación de Brasil es muy difícil. Y la situación de Bolsonaro también, porque él se desgastó mucho. Nos parece que la CPI cumplió un papel político importante porque dejó en evidencia lo que era realmente este gobierno, los errores que cometió en el combate a la pandemia y las consecuencias que tuvieron esos errores. Brasil fue, tal vez, el país que peor manejó la pandemia en todo el mundo. Tenemos más de 600.000 muertes por covid-19, más de 22 millones de personas que tuvieron el virus. Y eso no fue casualidad. La estrategia que adoptó el gobierno de Bolsonaro para enfrentar la pandemia, desde nuestro punto de vista, fue criminal. El gobierno promovió la contaminación masiva del virus para generar una inmunidad de rebaño por la transmisión. Pero como la covid es una enfermedad grave, esta estrategia trajo muchos problemas. A partir de esa mala estrategia falló todo: hubo una gran omisión en la realización de análisis de detección, hubo demora para la instalación de las camas de cuidados intensivos necesarias, se tardó mucho en comenzar la vacunación, hubo corrupción en la compra de vacunas y se promovió el consumo de medicamentos no probados científicamente para tratar el virus. Fueron muchas cosas. Además, el gobierno federal permanentemente estuvo saboteando todas las acciones preventivas que llevaron adelante alcaldes y gobernadores en muchas partes del país. Eso tuvo un peso muy importante para que el gobierno perdiera apoyo y popularidad. Eso quedó muy en evidencia. Pero la mala situación en la que se encuentra el país no se debe únicamente a la pandemia, sino que tiene que ver con la política económica que adoptó el gobierno, que generó recesión, desempleo, aumento de la pobreza, aumento de la desigualdad, hambre y aumento de la inflación, que es una de las peores cosas, porque la sienten mucho más los pobres, los afecta de manera directa. Entonces, nosotros pensamos que es necesario sacar a Bolsonaro del gobierno, es urgente, porque cada día que pasa la situación se agrava un poco más. El que gane la elección del año que viene, que espero no sea Bolsonaro, va a encontrar un escenario de tierra arrasada. Por eso nosotros mantenemos la idea de seguir impulsando el impeachment, aunque la situación para que ello se dé efectivamente parece muy difícil.
“Necesariamente tendremos que hacer una alianza con partidos de centro y con una parte de la centroderecha. Desgraciadamente en Brasil las cosas funcionan un poco así”.
Si bien oficialmente no es candidato, todas las encuestas de opinión indican a Lula como el favorito para las elecciones del año que viene. Él está haciendo contactos políticos y en los últimos días se supo que una posibilidad es que conforme una candidatura con el centroderechista Geraldo Alckmin. ¿Qué le parece esa alternativa?
Me parece que sería algo bueno, porque precisamos tener un buen desempeño electoral en algunos estados donde no tenemos tanta fuerza como en otros, como en San Pablo, en la zona centro-oeste, en el sur. Entonces, una candidatura como esta, si se llega a concretar, ayudaría bastante. Porque además de necesitar un apoyo para ganar las elecciones, vamos a necesitar un gran apoyo para poder gobernar; entonces, necesariamente tendremos que hacer una alianza con partidos de centro y con una parte de la centroderecha. Desgraciadamente, en Brasil las cosas funcionan un poco así. Entonces, personalmente pienso que la alianza política con Alckmin sería buena. Hay mucha gente dentro del PT que no quiere saber nada con esta posibilidad, pero habrá que ver qué sucede.
Siguiendo con las elecciones: ¿cree posible que haya una tercera vía, o piensa que el escenario va a ser un mano a mano entre Lula y Bolsonaro?
La tendencia clara es que va a ser Lula contra Bolsonaro. Lula tiene una base muy importante de apoyo en el nordeste, entonces creo que seguro pasa a la segunda vuelta. Y Bolsonaro, a pesar de todo, sigue teniendo una base de apoyo muy fuerte. El bolsonarismo puro tiene un apoyo de 12% o 13% del electorado, pero las ideas que él defiende son bien vistas por más o menos 20% o 25% de la población. Es poco probable que él tenga menos de 25% del electorado, entonces, la posibilidad de que surja otro candidato y sobrepase a Bolsonaro y llegue a la segunda vuelta es realmente muy difícil. Actualmente el apoyo al gobierno está en el entorno de 30% de la población, algo que realmente es difícil de entender, pero Bolsonaro es muy resiliente. Entonces, para que alguien pueda llegar a la segunda vuelta con Lula tiene que sacarle votos a Bolsonaro, pero el voto de Bolsonaro es muy firme. Además, la llamada tercera vía tiene muchos posibles candidatos, y es muy poco probable que se pueda conseguir la unidad en torno a una sola persona.
Ahora que ya pasó un tiempo desde que el PT dejó de ser gobierno: ¿hubo una autocrítica a la interna del partido para entender por qué perdieron?
Desde nuestro punto de vista, sí. Pienso que nosotros fallamos en el aspecto económico, principalmente durante la presidencia de Dilma Rouseeff. Pusimos muchos recursos del gobierno para intentar estimular la economía, impulsamos la exoneración de impuestos para ver si el sector privado invertiría más al tener menos cargas, pero eso no pasó. Además, el Congreso redujo los recursos del gobierno y eso generó un desequilibrio fiscal, que se sintió. También creemos que otro punto que nos quedó pendiente fue hacer una reforma política más profunda. Por ejemplo, el financiamiento público de las campañas comenzó de a poco, con el gobierno del PT en 2007. Si hubiésemos puesto energías en eso, para sustituir el financiamiento privado de las campañas por el financiamiento público, se habrían evitado muchos escándalos de corrupción, porque la verdad es que el PT dio continuidad a un modelo de campaña que venía de antes y eso lo terminamos pagando. En eso hemos hecho autocrítica. También por el hecho de que no concientizamos política e ideológicamente al pueblo. De todas maneras, de acuerdo a lo que dicen las encuestas, el PT recuperó mucho su imagen, pero todo lo malo que se hizo en gobiernos anteriores va a pesar en la campaña, sobre todo las cuestiones vinculadas a la corrupción. Pero igualmente creo que mucha gente, después de ver lo que está siendo el gobierno de Bolsonaro, ya comenzó a mirar al PT de otra manera. No obstante, la campaña del año que viene va a ser muy dura, va a ser violenta. Cuanto más aislados quedan los bolsonaristas, más agresivos y violentos se ponen. Tal vez no consigan usar las redes sociales como lo hicieron en las elecciones pasadas, algo que fue fundamental para que ganaran, porque ahora el Supremo Tribunal Federal comunicó que va a estar siguiendo la cuestión de cerca, fiscalizando el tema de la difusión de noticias falsas. Pero no tengo dudas de que va a ser una campaña violenta, y por eso Lula va a tener que disponer de un equipo de seguridad muy bien organizado para evitar atentados o actos similares.