Desde el fin de semana aumentaron las tensiones en el norte de Kosovo. La minoría serbia que reside allí bloqueó varias carreteras con barricadas y se registraron también manifestaciones y explosiones. La medida responde a la detención de un expolicía serbokosovar sospechoso de organizar actos terroristas, informó la agencia Efe.
Con las barricadas, los manifestantes intentan evitar que lo trasladen a Pristina, la capital kosovar. En el marco de estas tensiones, la misión civil de la Unión Europea, Eulex, denunció un ataque con una granada contra una de sus patrullas. Albania condenó este lunes los ataques serbios contra la Eulex, y llamó al diálogo entre Serbia y Kosovo. “Los ataques contra Eulex son condenables de forma inequívoca, al igual que los actos de violencia contra la policía de Kosovo”, dijo el primer ministro albanés, Edi Rama, en sus redes sociales. Agregó que las barricadas en el norte de Kosovo “contradicen todas las normas y el espíritu de diálogo” y aumentan las tensiones. Rama llamó al gobierno de Serbia a que ejerza su influencia para desmantelar las barricadas y pidió que no las justifique.
Por su parte, Serbia anunció que pedirá el jueves a la misión de la OTAN en Kosovo su consentimiento para el retorno de soldados y policías serbios a ese territorio. Argumenta que la resolución 1.244 del Consejo de Seguridad emitida después de la guerra de Kosovo, en 1999, establece que Serbia puede desplegar hasta 1.000 militares y policías en lugares religiosos cristianos ortodoxos, las áreas de mayoría serbia y los cruces fronterizos. Si bien el presidente de Serbia, Aleksandar Vucic, anunció su voluntad de enviar esas fuerzas, reconoció que no cree que la KFOR, la fuerza internacional liderada por la OTAN, vaya a aceptar ese pedido.
Kosovo declaró unilateralmente su independencia de Serbia en 2008. Su población, de unos 1,8 millones de habitantes, en su mayoría es de etnia albanesa y profesa el Islam, con una minoría serbia que en buena medida vive en el norte, en la frontera con Serbia, y que rechaza la independencia de Kosovo, que nunca fue reconocida por las autoridades de Belgrado, que siguen considerando al territorio kosovar como parte de su país.
Debido a las tensiones en el norte de Kosovo, a comienzos de noviembre todos los representantes de la minoría serbia, incluidos policías y militares, renunciaron a sus cargos en las instituciones kosovares. Las renuncias de cientos de funcionarios hicieron necesarias las elecciones locales. Sin embargo, este contexto, en el que también se registraron ataques a instalaciones de la Comisión Electoral Central de Kosovo, la presidenta kosovar, Vjosa Osmani, decidió anunciar que esos comicios, que estaban previstos para el domingo, se postergarán para abril.
El ministro del Interior de Kosovo, Xhelal Svecla, dijo que la policía kosovar eliminará las barricadas colocadas en las carreteras cuando lo considere oportuno. “Pronto llegaremos a la situación en que ya no habrá barricadas”, dijo el funcionario.
El líder de los serbios del norte de Kosovo, Goran Rakick, manifestó en sus redes sociales que tiene información acerca de que el primer ministro kosovar, Albin Kurti, enviará unidades especiales al norte para lanzar una ofensiva contra los serbokosovares, informó Efe. “KFOR y Eulex tienen la responsabilidad de impedir el caos que Kurti está preparando”, dijo.
Por su parte, el encargado de la política exterior de la Unión Europea, Josep Borrel, llamó a los serbios de Kosovo a retirar las barricadas, restaurar “la calma” y “evitar una escalada” de la tensión. La Unión Europea, además, mandará a su enviado especial para el diálogo entre Serbia y Kosovo, Miroslav Lajcak, para reunirse el miércoles con los presidentes de los dos países e intentar rebajar las tensiones.