La guerra en Ucrania sumó otro capítulo económico con la decisión del presidente de Estados Unidos, Joe Biden, de prohibir la importación a su país de “petróleo, gas y energía” provenientes de Rusia. Se trata de otra acción para presionar a Rusia a terminar con la invasión al país vecino. “Significa que el petróleo ruso no será aceptado en puertos de Estados Unidos”, dijo Biden cuando anunció la medida, que cuenta con el apoyo del oficialismo y también de la oposición republicana.

“Estamos apuntando a la mayor arteria de la economía rusa. Prohibimos todas las importaciones de petróleo, gas y energía rusa. El pueblo de Estados Unidos asestará otro fuerte golpe a la maquinaria de guerra de [el presidente ruso, Vladimir] Putin”, dijo Biden en conferencia de prensa. “No contribuiremos a financiar la guerra de Putin”, remarcó el mandatario estadounidense de 79 años.

Biden reconoció que su país exporta energía y por eso puede tomar una decisión de ese tipo, algo que no puede hacer la Unión Europea (UE). Sólo 8% del petróleo que importa Estados Unidos proviene de Rusia, mientras que ese porcentaje trepa a 27% en el bloque europeo, cuya dependencia de los recursos energéticos rusos es notoria. Por ese motivo, a diferencia de otras sanciones que adoptó Washington en las últimas semanas contra Moscú, esta no fue implementada en conjunto con la UE.

“Estados Unidos produce mucho más crudo a nivel doméstico que todos los países europeos juntos”, dijo Biden. “Somos un exportador neto de energía, por lo que podemos dar un paso que otros no pueden, pero estamos trabajando de cerca con Europa y nuestros socios para desarrollar una estrategia más a largo plazo para reducir la dependencia de la energía rusa”.

Aun así, el presidente reconoció que esta medida tiene un costo. Cuando trascendió la noticia de que Biden tomaría esta decisión, adoptada “para hacer responsable a Rusia de su guerra injustificada en Ucrania”, el precio del petróleo intermedio de West Texas Intermediate aumentó 4% en la apertura del mercado y llegó a 124,35 dólares el barril. En el último mes, el precio del barril aumentó 38%, y en lo que va del año acumula un aumento de 65%.

Poco después de que Biden comunicara su decisión se conoció la respuesta de Moscú. Putin firmó un decreto que prohíbe exportar productos o materias primas que formen parte de una lista que será elaborada por su gobierno en los próximos dos días. Se trata de “medidas especiales” para “garantizar la seguridad de la Federación Rusa y el funcionamiento ininterrumpido de la industria” y estarán vigentes hasta el 31 de diciembre, informó la agencia Efe. El decreto otorga además al presidente ruso “la autoridad para determinar los detalles de la aplicación de las medidas previstas”.

Según citaron CNN y Europa Press, el secretario de Estado estadounidense, Antony Blinken, dijo que es momento de que “muchos países, finalmente, se desprendan de la dependencia de la energía rusa”, porque Moscú “la utiliza como un arma”.

Por su parte, el primer ministro británico, Boris Johnson, anunció que reducirá de manera gradual las importaciones de petróleo ruso hasta terminar con ellas para inicios del año que viene. El mandatario inglés manifestó que durante esos nueve meses se trabajará en buscar otras vías de abastecimiento, en particular a través de Estados Unidos, Países Bajos y algunos países de Medio Oriente. La medida implica “un nuevo golpe económico al régimen de Putin tras su invasión ilegal de Ucrania”, dijo Johnson.

A su vez, el gobierno alemán presentó un informe de varios de sus ministerios –entre ellos Economía y Medio Ambiente– en el que señala que, ante la invasión rusa a Ucrania, se necesita reducir la dependencia de Rusia, pero no recomienda aprobar una prórroga para las centrales nucleares que siguen en uso, una opción que estuvo sobre la mesa.

El informe afirma que “ahora se debe tratar de basar el suministro de energía sobre pilares más sólidos, reducir constantemente la dependencia de las importaciones de Rusia y seguir adelante con la expansión de las energías renovables”. A causa de la invasión a Ucrania, el gobierno de Olaf Scholz ya suspendió la autorización para que entre en funcionamiento el gasoducto Nord Stream 2, que transportaría gas desde Rusia directamente a Alemania a través del mar Báltico. Pero el lunes el gobierno reiteró que no pensaba suspender la compra de petróleo a Rusia.

Sobre este punto, la ministra de Relaciones Exteriores germana, Annalena Baerbock, integrante del partido ecologista Los Verdes, dijo en una entrevista con el diario Bild que su país no podía dar ese paso, porque sí así fuera “dentro de unos días no podríamos transportarnos”. De todas maneras, Baerbock expresó que es muy importante que las potencias occidentales “se mantengan unidas en esta crisis”.

En medio de esta situación, la vocera de la Casa Blanca, Jen Psaki, confirmó el lunes que una delegación del gobierno estadounidense viajó a Venezuela el fin de semana para dialogar con el presidente Nicolás Maduro sobre “seguridad energética”. La funcionaria de la administración de Biden dijo que “el propósito del viaje era discutir diferentes temas, entre ellos, desde luego, la seguridad energética”. Afirmó que esas discusiones se mantuvieron y que “continúan”. Según informó el diario The New York Times, la delegación fue encabezada por Juan González, asesor de la Casa Blanca para América Latina.

Varios medios estadounidenses informaron que una posibilidad que evalúa Washington es levantar en parte las sanciones sobre el comercio del petróleo aplicadas a Venezuela con el objetivo de que ese país pueda aumentar su producción para abastecer a Estados Unidos.