Una larga serie de repercusiones negativas tuvo la vista que realizó este martes el flamante ministro de Seguridad Nacional de Israel, Itamar Ben-Gvir, a la zona del Monte del Templo o Explanada de las Mezquitas, de Jerusalén Este (ver recuadro).

Ben-Gvir, un abogado de 46 años, es integrante de la nueva coalición de gobierno israelí que lidera el primer ministro Benjamin Netanyahu como líder del partido Otzmá Yehudit, un sector extremista, heredero ideológico del Kach, una organización supremacista y antiárabe que fundó el rabino estadounidense israelí Meir Kahane. Éste fue asesinado en Nueva York en 1990 y su partido ilegalizado y declarado como organización terrorista en Israel, en 1994. Pero su legado vive hoy en personajes como Ben-Gvir, un reconocido provocador ultraderechista, cuyas incursiones en los territorios palestinos –siempre rodeado de policías israelíes– fueron frecuentes en los últimos años, pero en este caso, el hecho de visitar el lugar sagrado de las dos religiones, siendo ministro de Estado, agitó aún más el ambiente.

Ben-Gvir se presentó muy temprano en la mañana de este martes en la Explanada de las Mezquitas, como es habitual rodeado de policías y portando un chaleco antibalas y luego de 15 minutos en los que recorrió el lugar, pero no ingresó en ninguna de las dos mezquitas allí ubicadas, se retiró, de acuerdo a lo que informó The Jerusalem Post. Tras la visita, el ministro expresó que el nuevo gobierno de Israel “no cederá ante las amenazas de Hamas”.

“El Monte del Templo es el lugar más importante para el pueblo judío”, dijo el ministro en un comunicado realizado tras su visita al sitio religioso, según informó la emisora pública israelí KAN. “Aquellos que hagan amenazas serán tratados con puño de hierro”, agregó el jerarca, cuya visita al lugar santo contó con la anuencia de Netanyahu.

Antes de este hecho, el líder de la oposición y exprimer ministro Yair Lapid, había advertido que la visita del jerarca supremacista era inaceptable.

“No se puede permitir que Itamar Ben-Gvir ascienda al Monte del Templo, es una provocación que conducirá a la violencia mortal y costará vidas”, dijo Lapid durante una reunión de su sector, el partido centrista Yesh Atid. Medios israelíes informaron también que Lapid instó a Netanyahu a disuadir a su ministro de ir al lugar sagrado, un foco recurrente de violentos enfrentamientos entre palestinos y fuerzas de seguridad israelíes.

El gobierno palestino, que entiende que Jerusalén Este y por ende la Explanada de las Mezquitas es territorio propio, reaccionó condenando “enérgicamente el asalto a la mezquita de Al-Aqsa por parte del ministro extremista Ben-Gvir y lo considera una provocación sin precedentes y una peligrosa escalada del conflicto”.

Por su parte el secretario general de la Liga Árabe, el egipcio Ahmed Abul Gheit, expresó en un comunicado que condena “en los términos más firmes” la visita y la “profanación de la mezquita de Al-Aqsa”. El Abul Gheit dijo que lo que hizo el ministro israelí fue “una provocación y un desprecio a los sentimientos religiosos” de los musulmanes. Y agregó, de acuerdo a lo que consignó Europa Press, que “esta flagrante incursión llega en el contexto del inicio de la aplicación de un programa extremista y de asentamientos por parte del nuevo Gobierno israelí”. El diplomático egipcio remarcó que “el Gobierno de Netanyahu tiene toda la responsabilidad en el acto de Ben-Gvir y en las prácticas extremistas”, antes de agregar que podría tener “repercusiones para la paz mundial”.

En el mismo sentido se expresó la Organización para la Cooperación Islámica, una entidad que nuclea a 51 países donde predomina el Islam, que criticó “firmemente” la “incursión del extremista israelí Ben-Gvir en el complejo de la mezquita de Al-Aqsa, con la protección de las Fuerzas de Defensa de Israel”.

Pero además condenaron el hecho varios países occidentales, entre ellos Estados Unidos. Un portavoz de la Embajada estadounidense en Israel comunicó que la administración que lidera Joe Biden aboga por que el statu quo de los lugares santos no se altere. Lo mismo se expresó desde la Embajada francesa en Israel, que confirmó en comunicado su “compromiso absoluto” a la conservación del statu quo, en tanto que el embajador británico en Tel Aviv, Neil Wigan, escribió en su cuenta de Twitter que su país apoya el histórico statu quo y resaltó que “es importante que todos los actores eviten acciones en aquellos lugares que inflamen las tensiones”.

Mientras tanto Jordania, país que en virtud de los tratados de paz firmados en 1994 con Israel es reconocido como custodio del lugar, criticó al gobierno israelí por la visita del ministro extremista al lugar sagrado. Por esta razón el embajador israelí en Amán, la capital jordana, Eitan Sorkis, fue convocado a las oficinas del Ministerio de Relaciones Exteriores jordano. Medios israelíes informaron que Sorkis dijo a los diplomáticos jordanos que Israel seguía comprometido con el statu quo, que no hubo ninguna violación del acuerdo y que ministros israelíes habían visitado el sitio en el pasado, sin ninguna consecuencia.

Un lugar, dos nombres y tradiciones milenarias

La Explanada de las Mezquitas, llamada así por los musulmanes, a diferencia de los judíos que denominan al lugar como Monte del Templo, es un lugar sagrado para ambas religiones.

En dicho lugar se encuentran la mezquita de Al-Aqsa y el Domo de la Roca, lugar donde, de acuerdo a la tradición islámica, Mahoma ascendió al cielo. Para los judíos el lugar es sagrado porque allí, según su tradición, se levantaron el primer y el segundo Templo de Jerusalén. De este último se conserva una de sus paredes laterales, el Muro de los Lamentos.

Según el statu quo que rige desde la Guerra de los Seis Días de 1967 –cuando Israel ocupó la parte este de Jerusalén– el lugar está reservado exclusivamente para el culto de los musulmanes, mientras que los judíos únicamente pueden entrar al lugar como visitantes en días y horarios determinados, ya que, de acuerdo a la ley judía, orar en dicho lugar está expresamente prohibido, si bien algunas corrientes religiosas minoritarias modernas apegadas al sionismo, no siguen esta posición.

La mayor parte de las corrientes ortodoxas del judaísmo rechazan la idea de que sus fieles accedan al Monte del Templo, porque como no se sabe con precisión dónde estaba el Sanctasanctórum –el lugar más sagrado de los desaparecidos templos– hay riesgo de pisar el lugar, al cual en la antigüedad sólo podían entrar algunos rabinos, y de esa manera violar su carácter sagrado.