Luis Inácio Lula da Silva asumió el domingo su tercer mandato como presidente brasileño, exactamente 20 años después de haber tomado por primera vez el comando del Ejecutivo del país.
La jornada de cambio de mando fue extensa y trascurrió por varios lugares de Brasilia. En la mañana Lula junto a su esposa Rosângela da Silva, conocida por su apodo Janja, así como también el vicepresidente Geraldo Alckmin y su esposa Lu Alckmin acudieron a la Catedral Metropolitana de Brasilia, iniciando así la larga serie de actos protocolares de la jornada.
Como es tradicional en cada asunción presidencial en Brasil, Lula desfiló desde la Catedral hasta el Congreso a bordo de una limusina Rolls Royce descapotable, junto a su esposa Janja y los Alckmin, dejando de lado así las especulaciones previas que indicaban que el mandatario podría hacer este trayecto en un auto blindado por razones de seguridad.
En el Congreso, en una ceremonia que lideró el presidente del Congreso, el senador Rodrigo Pacheco, quien es integrante del centroderechista Partido Social Democrático, luego de prestar juramento, Lula y Alckmin fueron investidos como los nuevos mandatarios del país y a continuación el líder del Partido de los Trabajadores brindó ante los legisladores e invitados su primer discurso en este nuevo ciclo presidencial.
Durante poco más de 30 minutos, el mandatario repasó sus prioridades de gobierno y reafirmó su compromiso con la defensa de la democracia y por un país “más justo”.
Lula celebró la “victoria de la democracia” en las últimas elecciones, que superó las “más violentas amenazas a la libertad de voto” lanzadas desde la derecha. “Si estamos aquí es gracias a la conciencia política de la sociedad brasileña”, dijo, y agregó: “Hoy, tras el terrible reto que hemos superado, debemos decir: ¡democracia para siempre!”. Asimismo, señaló que este domingo firmará medidas de reorganización de las estructuras del Poder Ejecutivo para que el gobierno “vuelva a funcionar de forma racional, republicana y democrática”.
“A lo largo de esta campaña electoral vi brillar la esperanza en los ojos de un pueblo que sufría, como consecuencia de la destrucción de políticas públicas, los derechos esenciales, la salud y la educación”, manifestó Lula. En esa línea, señaló que “el diagnóstico que recibimos del Gabinete de Transición es terrible”. “Los recursos sanitarios se han vaciado. Han desmantelado la educación, la cultura, la ciencia y la tecnología. Destruyeron la protección del medioambiente. No dejaron recursos para comidas escolares, vacunación, seguridad pública”, manifestó. “Voy a reconstruir el país sobre las ruinas que hemos recibido”, prometió.
Lula sostuvo que una de las prioridades de su mandato será “rescatar a 33 millones de personas del hambre y a más de 100 millones de brasileños de la pobreza”. “Ninguna nación se ha levantado ni puede levantarse sobre la miseria de su pueblo. Este compromiso empieza por garantizar un Programa Bolsa Familia renovado, más fuerte y más justo, para atender a los que más lo necesitan”, aseguró.
Asimismo, el presidente de Brasil señaló que entre sus principales acciones estarán la defensa del medioambiente y la promoción de una economía ecológica y sustentable. En esa línea se comprometió a la deforestación cero en la Amazonia y a la emisión cero de gases de efecto invernadero en la matriz eléctrica. “Brasil no necesita deforestar para mantener y ampliar su frontera agrícola estratégica”, afirmó.
“Ningún otro país tiene las condiciones para colocarse como una potencia ambiental. Vamos a iniciar la transición energética y ecológica. Nuestra meta es lograr la emisión cero de gases [de efecto] invernadero y la deforestación cero de la Amazonia. “Vamos a vivir sin cortar un árbol”, señaló el mandatario.
Lula también destacó la refundación del Ministerio de la Mujer “para demoler el castillo de las desigualdades de género”. “Es inaceptable que las mujeres cobren menos que los hombres por el mismo trabajo. Es inaceptable que sean acosadas impunemente en la calle y en el trabajo. Que sean víctimas de la violencia dentro y fuera del hogar”, manifestó Lula. En la misma línea, resaltó el papel que tendrá el Ministerio de Derechos Humanos en garantizar los derechos de todas las personas.
Otro de los puntos centrales en su gobierno será trabajar en la seguridad pública. “Hay mucha inseguridad, y Brasil no quiere y no necesita tener armas en las manos del pueblo. Necesitamos cultura, libros, para que podamos ser un país más justo”, manifestó. También dijo que no se tolerará la violencia, el racismo ni ninguna forma de discriminación, y que velará por la protección de niñas, niños y adolescentes en situaciones de violencia.
Por otra parte, el novel presidente aseguró que Brasil tendrá un “diálogo activo” con Estados Unidos, la Unión Europea y China. “Los ojos del mundo nos han mirado durante las elecciones. Nuestro compromiso será con el Mercosur y el resto de las naciones soberanas de nuestra región. Haremos más alianzas para tener más fuerza de ahora en adelante. Brasil tiene que ser dueño de su destino, tiene que ser un país soberano”, dijo.
“Vamos a reconstruir este país. ¡Viva la democracia! ¡Viva el pueblo brasileño!”, expresó Lula al cierre de su discurso.
De vuelta al Palacio
Después de hablar en el Congreso y siguiendo el protocolo marcado para el día, Lula, Janja y el matrimonio Alckmin volvieron a subirse al Rolls Royce para dirigirse hasta el Palacio de Planalto, la sede del Ejecutivo brasileño.
En el corto recorrido entre un edificio y otro, Lula recibió el calor popular de los centenares de miles de personas que se acercaron al lugar para ser parte de la fiesta popular, que se desarrolló con total normalidad, controlada por un fuertísimo operativo de seguridad que incluyó a cerca de 8.000 funcionarios policiales, militares y de otras fuerzas de seguridad del Estado.
Al llegar al acceso al Palacio de Planalto, Lula subió junto a Janja y su perrita Resistencia la rampa del edificio, acompañado por un grupo de personas que representaban la diversidad del pueblo brasileño. Según informaron el portal Brasil 247 y la Agência Brasil, entre ellos estaban el cacique Raoni Metuktire, de 90 años, líder del pueblo kayapó, un niño llamado Francisco Carlos do Nascimento, el maestro Murilo de Quadros Jesus, la cocinera Jucimara Fausto dos Santos, el influencer en favor de la inclusión de los discapacitados Ivan Vitor Dantas Pereira, el obrero metalúrgico Weslley Viesba Rodrigues Rocha y la recicladora Aline Sousa. Fue precisamente Sousa quien, en nombre del pueblo brasileño, le colocó la banda presidencial a Lula, un hecho totalmente inédito, que fue ideado como consecuencia de la ausencia del expresidente Jair Bolsonaro, quien el viernes se fue a Estados Unidos para evitar participar en el traspaso de mando. Como el exvicepresidente, Hamilton Mourão había comunicado que él tampoco sería parte del evento porque eso era una obligación del presidente, el grupo de colaboradores más cercano al presidente barajó varias opciones y terminó eligiendo hacer de la celebración un acto único y con un carácter popular e integrador.
Ya con la banda puesta, Lula y su comitiva subieron al balcón del Palacio de Planalto donde el líder de 77 años brindó otro discurso, en el que se conmovió hasta las lágrimas y pidió a sus seguidores ayuda para lograr las metas fijadas por el PT en este nuevo período de gobierno.
“Reitero lo que dije en mi discurso tras la victoria del 30 de octubre, sobre la necesidad de unir a nuestro país. No hay dos Brasiles. Somos un solo país, una gran nación. Todos somos brasileños y brasileñas, y compartimos la misma virtud: nunca nos rendimos”, dijo Lula, quien luego, tal como había hecho en el Congreso, recordó las muertes asociadas a la pandemia de covid en el país y remarcó su compromiso de luchar contra el hambre. “Luchamos para combatir la desigualdad y la pobreza extrema, y para garantizar a cada persona el derecho a desayunar, almorzar y cenar, y cumplimos ese compromiso. 20 años después, volvemos a un pasado que creíamos enterrado”, expresó el mandatario.
Luego, siguiendo el protocolo, Lula saludó personalmente, en el Palacio de Planalto, a todos los invitados extranjeros que llegaron a Brasilia (ver recuadro). A continuación, también en la sede del Ejecutivo, Lula les tomó juramento a los 37 ministros que integrarán su gabinete. La jornada se cerró con una recepción en la sede del Ministerio de Relaciones Exteriores brasileño, el Palacio Itamaraty.
El mundo en Brasilia
La importancia de la asunción de Lula se vio reflejada en las numerosas delegaciones que se hicieron presentes en la capital brasileña.
En total fueron 66 los países que enviaron delegaciones, además de los países que fueron representados por sus embajadores en Brasilia.
Según detalló CNN Brasil, la lista incluyó a 20 jefes de Estado, cuatro vicepresidentes, cuatro jefes de Gobierno, dos viceprimeros ministros, 11 cancilleres y representantes de cuatro organizaciones internacionales. Entre las personalidades más importantes que saludaron personalmente el domingo a Lula en el Palacio de Planalto estuvieron el presidente de Alemania, Frank-Walter Steinmeier; el de Angola: João Lourenço; el argentino Alberto Fernández; el boliviano Luis Arce; el presidente de Cabo Verde, José Maria Neves; el chileno Gabriel Boric; el colombiano Gustavo Petro; el ecuatoriano Guillermo Lasso; el rey de España, Felipe VI; el presidente de Guayana, Irfaan Ali; el de Guinea Bissau, Umaro Sissoco Embaló; la mandataria de Honduras, Xiomara Castro; el paraguayo Mario Abdo Benítez; el portugués Marcelo Rebelo de Sousa; el presidente de Surinam, Chan Santokhi; el de Timor Oriental, José Ramos-Horta; el de Togo, Faure Gnassingbé y el presidente uruguayo, Luis Lacalle Pou. También asistió como invitado personal de Lula el expresidente boliviano Evo Morales.
China, Cuba, El Salvador y Panamá enviaron delegaciones encabezadas por sus vicepresidentes, y la de México la lideró Beatriz Gutiérrez Müller, la esposa del presidente Andrés Manuel López Obrador, quien suele salir muy poco de su país.
Otros países fueron representados por jefes de Gobierno, como la República de Guinea, Malí, Marruecos, y San Vicente y las Granadinas.
Azerbaiyán y Ucrania fueron representados por los viceprimeros ministros. Además, 11 países fueron representados por sus ministros de Relaciones Exteriores: Turquía, Costa Rica, Palestina, Guatemala, Gabón, Zimbabue, Haití, Nicaragua, Sudáfrica, Camerún y Arabia Saudita, y otros funcionarios de Estado representaron a Emiratos Árabes Unidos, Singapur, Qatar y Camboya, entre otros. También hubo enviados especiales de la Unión Europea, Estados Unidos, Reino Unido, Japón, Francia y la Organización de las Naciones Unidas.
Algunas delegaciones internacionales fueron encabezadas por autoridades parlamentarias, como fue el caso de Argelia, Guinea Ecuatorial, Irán, Jamaica, Mozambique, República Dominicana, Rusia y Serbia. También se presentaron en Brasilia representantes de cuatro organismos internacionales: la Comunidad de Países de Lengua Portuguesa, la Asociación Latinoamericana de Integración, el Banco Interamericano de Desarrollo y la Organización del Tratado de Cooperación Amazónica.