El año en el que se han roto récords históricos de las temperaturas en varias partes del planeta, la Conferencia de las Partes sobre el Cambio Climático número 28 (COP28) se realizará en el país que es el séptimo productor de petróleo del mundo: Emiratos Árabes Unidos. Aunque el consenso científico recomienda desde hace años la reducción de emisiones para no superar el umbral del calentamiento generado principalmente de los combustibles fósiles, estas aumentaron en 2022, y en lo que va de 2023 la historia se repite. La sociedad está muy lejos de cumplir sus objetivos.
La cumbre del clima de este año empieza en un escenario aún más crítico que la anterior, realizada en Egipto. A los picos de calor registrados en varias ciudades del mundo, como Río de Janeiro (que reportó una sensación térmica de 53,3 grados), el pasado viernes 17, los datos del servicio europeo Copernicus informaron que por primera vez el planeta alcanzó durante ese día una temperatura mayor a los 2 ºC con respecto a la época preindustrial.
Aunque esta cifra evidencia un aumento sólo para ese día (pues la temperatura media global aún se mantiene en 1,1 ºC), este hecho expone la grave situación en la que se encuentra el mundo y lo lejos que está de reducir su calentamiento.
Pero no sólo el aumento de las temperaturas, con sus cada vez más frecuentes impactos sobre las ciudades, amenaza a la humanidad. Los informes más recientes del Panel Intergubernamental de Expertos en Cambio Climático (IPCC) advierten que también ecosistemas como la Amazonia y los océanos se están acercando cada vez más a su punto de no retorno.
“El cambio climático global está aumentando drásticamente la incidencia e intensidad de fenómenos climáticos extremos, como olas de calor extremas, inundaciones y sequías”, advirtió Paulo Artaxo, miembro del IPCC, en el marco de la Cumbre de las Tres Cuencas. Sólo en lo que va de 2023 se ha registrado la peor sequía en varias cuencas de la Amazonia andina y en la de Brasil.
En ese contexto crítico, la COP28 se realizará entre el 30 de noviembre y el 12 de diciembre. Entre los temas más urgentes que serán abordados están el financiamiento climático y la presentación del Balance Global, un análisis de lo poco que las naciones han avanzado en los últimos años en sus compromisos para limitar las emisiones de gases de efecto invernadero.
Los especialistas en las negociaciones climáticas advierten que, incluso antes de que comience la cumbre, ya existen presiones por parte de los países más ricos para que no haya avances significativos. “Estamos en un contexto en el que los países desarrollados muestran un amplio esfuerzo por cambiar las reglas de juego, evitar responsabilidades históricas y reconceptualizar sus obligaciones financieras, a pesar de ni siquiera cumplir con sus compromisos voluntarios de financiamiento”, dijo a Ojo Público Adrián Martínez, director de la organización La Ruta del Clima.
Un complicado contexto
Emiratos Árabes Unidos es una de las naciones productoras de petróleo más importantes del mundo. Sólo en 2021 produjo 3,2 millones de barriles de petróleo al día, según la información de la administración del comercio internacional. Este país es parte de la Organización de Países Exportadores de Petróleo.
El 30% de su producto interno bruto depende del petróleo y el gas, y representa el 13% en sus exportaciones. La presencia de esta industria será evidente en la próxima cumbre del clima, pues, además, está presidida por el sultán Ahmed al Jaber, director de la empresa estatal Abu Dhabi National Oil Company. Él también es presidente de la empresa de energía renovable Masdar y enviado climático de Emiratos Árabes Unidos.
La fuerte presencia y el lobby de la industria petrolera seguirán siendo uno de los principales problemas al que se enfrentará la COP28. Un reciente estudio publicado por la coalición Kick Big Polluters Out detalla cómo en los últimos 20 años las empresas de combustibles fósiles han tenido una gran participación en las cumbres del clima.
El reporte encontró que delegados vinculados a las mayores empresas contaminantes de petróleo y gas asistieron, al menos, 7.200 veces a conversaciones sobre el clima lideradas por la Organización de las Naciones Unidas (ONU) entre 2003 y 2022. De ese total, 945 veces corresponden a las COP, y de estas, en 267 de los casos se trata de personas vinculadas a las cinco grandes petroleras: ExxonMobil, Chevron, Shell, BP y Total Energies.
“Hay que liberar a la COP de las empresas contaminantes o la COP se convertirá en parte responsable del colapso global”, señala Pablo Fajardo, representante de la Unión de Comunidades Afectadas por Texaco/Chevron, en Ecuador.
A ello se suma que estudios publicados recientemente evidencian que no existen intenciones de reducir la dependencia a los combustibles fósiles a nivel mundial. La Agencia Internacional de Energía ha advertido que continúan las inversiones en este rubro, pese a la urgente necesidad de dejar de explotarlos.
El pasado 23 de noviembre, la institución publicó un informe en el que concluyó que la inversión actual en el sector petrolero y gasífero (800.000 millones de dólares) representa el doble de lo que se requiere para limitar el aumento de la temperatura para 2030.
“La industria del petróleo y el gas se enfrenta a un momento de verdad en la COP28 en Dubái. Con el mundo sufriendo los impactos de un empeoramiento de la crisis climática, seguir con los negocios como de costumbre no es ni social ni ambientalmente responsable”, dijo Fatih Birol, director ejecutivo de la AIE, en la presentación del informe.
Un planeta en riesgo
Las pocas acciones que se han adoptado en los últimos años para reducir el uso de combustibles fósiles tienen consecuencias que son visibles desde ahora. En noviembre se reportaron los dos días más calurosos desde que se tiene registro.
El 20 de noviembre, el Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente alertó sobre la necesidad de tomar medidas más drásticas para la reducción de emisiones. “Las temperaturas mundiales se disparan y las emisiones de gases de efecto invernadero alcanzan niveles sin precedentes mientras ninguno de los países del G20 está reduciendo las emisiones a un ritmo coherente”, señalaron.
La situación actual del planeta es tan alarmante que para no superar el umbral del 1,5 ºC las emisiones en el mundo deberían reducirse al menos 42% en comparación con el escenario actual, y para situarse en el camino de no superar los 2 ºC sería necesario reducir al menos 28%. Pero las cifras de este año señalan lo lejos que estamos.
En mayo se registró otro hito histórico en materia ambiental cuando la Administración Nacional Oceánica y Atmosférica informó que el planeta superó el récord de dióxido de carbono (CO2) en 2022, con un promedio mundial de 417,06 partes por millón. “Las concentraciones de dióxido de carbono están aumentando principalmente debido a los combustibles fósiles que la gente está quemando para generar energía”, señalaron.
Los cambios en la atmósfera y en las temperaturas tienen impactos reales en los ecosistemas y las vidas de las personas. Por ejemplo, este año, la Amazonia de Brasil registró la peor sequía desde que se tienen registros. En octubre de 2023, el puerto de Manaos reportó el mínimo nivel del río Negro, con 12,82 metros de caudal por debajo del promedio. Una situación que se ha visto en la Amazonia andina de Perú, Colombia, Bolivia y Ecuador, donde la ausencia de lluvias ha afectado la economía y el transporte local.
Los temas urgentes
La COP28 tiene temas pendientes que deberán abordarse en las dos semanas de negociaciones en Dubái. Uno de los principales en la agenda es el Balance Mundial, que se refiere a los avances que están realizando los países para limitar la crisis climática conforme al Acuerdo de París de 2015.
El Balance Mundial incluye un análisis de cuáles fueron las acciones que las 198 partes adoptaron para reducir las emisiones de gases de efecto invernadero. En ese marco, la ONU publicó, el pasado 20 de noviembre, un informe síntesis sobre la Brecha de Emisiones que concluyó que la meta de limitar el incremento de la temperatura por debajo de los 2 ºC no es realista si se continúa con el mismo ritmo de explotación de combustibles fósiles.
El inventario también se centra en qué tanto se avanzó en la adaptación a estos cambios y cuáles fueron los progresos en materia de financiamiento climático.
Este último punto constituye uno de los temas urgentes, pues en las últimas COP los países en desarrollo han exigido el cumplimiento de la entrega de los 100.000 millones de dólares que los países más ricos prometieron aportar anualmente para ayudar a financiar acciones de mitigación y adaptación. Sin embargo, esa promesa nunca se cumplió.
Adrián Martínez explica que uno de los principales obstáculos en este tema reside en que los países no se ponen de acuerdo sobre quiénes tienen que aportar y cuánto. “Los países desarrollados desde hace unos tres o cuatro años están intentando redefinir quién tiene la obligación de pagar por la acción climática. Ellos, a pesar de haber incumplido todas estas décadas, quieren incluir a nuevos países, como China, India y Brasil, que son productores de bienes consumidos por los países desarrollados”, afirmó.
A esta histórica disputa se suma una nueva negociación vinculada a recursos económicos: el fondo para daños y pérdidas. La COP28 será la reunión en la que los países se pongan de acuerdo sobre cómo funcionará este nuevo financiamiento, y que debe ser distinto y aislado al que ya se ha discutido en los años anteriores.
El texto final de la COP27 en Egipto fue claro en que esos recursos deben ser “nuevos y adicionales” a los ya existentes. El acuerdo estableció que en 2023 se deben definir los aspectos técnicos para asegurar que el fondo entre en funcionamiento en 2024.
Finalmente, desde la COP26 en Glasgow existe una mayor presión por parte de la sociedad civil de que se haga explícita la necesidad de abandonar los combustibles fósiles. Un conflicto que en las negociaciones climáticas se ha reducido a la discusión de si poner en el texto final el término “reducir” (phase down) o “abandonar” (phase out).
Al respecto, Adrián Martínez señala que esta no es una diferencia menor y que, desde la sociedad civil, ven como poco probable que sea una discusión que esta presidencia de la COP28 –en el corazón de uno de los mayores productores de petróleo del planeta– vaya a liderar.
“Es muy poco probable que un estado petrolero como Emiratos Árabes Unidos vaya a impulsar los pasos hacia la eliminación de la dependencia de los hidrocarburos. Y no sólo por ser ellos, porque no se les fue a achacar simplemente como productores, sino que el consumo está en el norte global. Ellos no tienen el interés de que se impulse una eliminación de los hidrocarburos, sino más bien un interés económico de explotar esta tecnología hasta que eso ya no sea económicamente lucrativo, y no necesariamente esté relacionado con derechos humanos o protección del ambiente”, remarcó.
Este artículo fue publicado originalmente en Ojo Público.