Manifestaciones violentas estallaron en Dublín, la capital de Irlanda, después de que circularan rumores de que un ciudadano extranjero fue el responsable de un ataque con arma blanca que dejó tres niños y una mujer heridos el jueves. El jefe de la Policía de Irlanda, Drew Harris, condenó las protestas organizadas por “una facción completamente lunática” que fue “impulsada por una ideología de extrema derecha”.
“Pero no quiero dejar de enfocarme en el terrible acontecimiento en términos de la horrorosa agresión a los escolares y sus profesores”, agregó Harris, y confirmó que se está investigando el ataque del jueves.
El diario The Guardian informó que durante las protestas 13 comercios fueron saqueados, un tranvía y dos ómnibus fueron incendiados y 11 vehículos policiales sufrieron daños. Varios policías fueron heridos, uno de ellos de manera grave, y hubo 34 detenidos. Según informó la agencia Reuters, entre 200 y 300 personas participaron en las protestas, en las que se vieron carteles con consignas como “Las vidas irlandesas importan”.
De acuerdo con el periódico The Irish Times, un conductor de ómnibus originario de Mauricio, que vive en Irlanda desde hace 15 años, estaba trabajando cuando se detuvo en un semáforo y vio un patrullero en llamas. Al comienzo no estaba seguro de lo que sucedía, pero pronto fue acosado por los manifestantes que le cuestionaban: “¿Qué estás haciendo acá?”. Los manifestantes lo obligaron a bajar del ómnibus y lo amenazaron con matarlo si no lo hacía. Sufrió un golpe en la cara y dijo el viernes que todavía estaba “intentando procesar lo que había pasado”.
El primer ministro irlandés, Leo Varadkar, anunció en la mañana del viernes que era seguro regresar al centro de Dublín. Por entonces, todavía había una fuerte presencia policial, mientras los funcionarios de seguridad vigilaban los comercios saqueados y caminaban por las calles, al tiempo que los vehículos incendiados eran retirados de allí.
Varadkar dijo sobre las protestas: “Los involucrados avergonzaron a Dublín, avergonzaron a Irlanda y avergonzaron a sus familias y a ellos mismos”. También declaró que su gobierno adoptaría una legislación más estricta contra el odio. “Tenemos que recuperar Irlanda. Tenemos que arrebatársela a los cobardes que se esconden detrás de máscaras y tratan de atemorizarnos con su violencia”, dijo.
Por su parte, la ministra de Justicia, Helen McEntee, calificó las protestas de “intolerables” y declaró que “no se debe permitir que un elemento agresivo y manipulador utilice una tragedia atroz para causar estragos”. Condenó la explotación del “incidente espantoso” ocurrido el jueves para “diseminar las divisiones”, según informó France 24.
El apuñalamiento tuvo lugar frente a la escuela primaria Gaelscoil Choláiste Mhuire. Una niña de cinco años y una trabajadora de una guardería resultaron gravemente heridas, mientras que un niño de cinco años y una niña de seis fueron tratados por lesiones menos graves. La gente que pasaba por allí abordó al atacante, que al parecer estaba armado con un cuchillo grande, y lo inmovilizó contra el suelo hasta que llegó la Policía. El viernes se encontraba en el hospital bajo vigilancia. La Policía no estaba segura del motivo que lo llevó a apuñalar a esas personas, pero descartó cualquier vínculo con el terrorismo.
Una trabajadora de la guardería y un conductor de reparto de comida, Caio Benico, fueron elogiados por intervenir para frenar el ataque. Benico dijo al canal RTÉ que la trabajadora de la guardería fue “muy, muy valiente” en sus esfuerzos por rescatar a la niña, mientras que él, que viajaba en una moto, se quitó el casco y lo usó para golpear al atacante hasta que cayó al suelo. Sobre los disturbios que estallaron después, manifestó: “Hay protestas contra los inmigrantes y yo, que soy inmigrante, estuve allí, allí mismo para proteger a los irlandeses”.