“Dirijo un vehemente llamamiento a todas las personas, a todas las entidades, internas y externas, que manejan los hilos de la guerra en la República Democrática del Congo, depredándola, flagelándola y desestabilizándola. Ustedes se están enriqueciendo por medio de la explotación ilegal de los bienes de este país y el sacrificio cruento de víctimas inocentes”, dijo este miércoles el papa Francisco en su visita a la República Democrática del Congo. “Hagan callar las armas, pongan fin a la guerra. ¡Basta! ¡Basta de enriquecerse a costa de los más débiles, basta de enriquecerse con recursos y dinero manchado de sangre!”, agregó.

Dijo esas palabras ante más de un millón de personas que asistieron a la misa que dio en la explanada del aeropuerto de Ndolo de Kinsasa, informó la agencia Efe. La ciudad cuenta con 15 millones de habitantes y el país tiene 50% de población católica. Por esto, se declaró feriado este miércoles, para que a las personas les resultara más fácil asistir a la ceremonia religiosa.

A todos los presentes en la misa, el papa los llamó a romper “el círculo de la violencia” que vive el país desde hace décadas. Desde 1998, la República Democrática del Congo enfrenta un conflicto en el que están involucradas milicias rebeldes y soldados del ejército. Al respecto, el presidente Felix Tshisekedi, luego de recibir al papa, cuestionó el “silencio cómplice” de la comunidad internacional ante los ataques de grupos “armados por potencias extranjeras ávidas de los minerales” que hay en su país.

A su vez, en su primer discurso en el país, el papa afirmó que “tras el colonialismo político, se ha desatado un colonialismo económico igualmente esclavizador”. Mencionó como ejemplo de esto el Congo, un país “abundantemente depredado, que no es capaz de beneficiarse suficientemente de sus inmensos recursos: se ha llegado a la paradoja de que los frutos de su propia tierra lo conviertan en extranjero para sus habitantes”.

“Quiten las manos de la República Democrática del Congo. Quiten las manos de África Dejen de asfixiarla, porque África no es una mina que explotar ni una tierra que saquear”, dijo Francisco, y afirmó que es “trágico que estos lugares, y más en general el continente africano, sigan sufriendo diversas formas de explotación”.

“El veneno de la avaricia ha ensangrentado sus diamantes”, afirmó el papa. “Es un drama ante el cual el mundo económicamente más avanzado suele cerrar los ojos, los oídos y la boca. Sin embargo, este país y este continente merecen ser respetados y escuchados, merecen espacio y atención”, agregó. Francisco y abogó porque “África sea protagonista de su propio destino” y “que el mundo recuerde los desastres cometidos a lo largo de los siglos en detrimento de las poblaciones locales y no se olvide de este país y de este continente”.

“La República Democrática del Congo, atormentada por la guerra, sigue sufriendo, dentro de sus fronteras, conflictos y migraciones forzosas y continúa padeciendo terribles formas de explotación, indignas del hombre y de la creación. Este inmenso país lleno de vida, este diafragma de África, golpeado por la violencia como un puñetazo en el estómago, pareciera desde hace tiempo que está sin aliento”, dijo.