El presidente turco, Recep Tayyip Erdogan, visitó este miércoles dos de las principales zonas afectadas por los terremotos que el lunes sacudieron el centro y sur de Turquía y el norte de Siria, causando la muerte de al menos 13.000 personas, heridas a decenas de miles y enormes daños materiales.

El mandatario estuvo en la ciudad de Kahramanmaras, capital de la provincia homónima, donde se reunió con personal de rescate y con familiares de las víctimas y posteriormente se trasladó a la provincia de Hatay, ubicada sobre el mar Mediterráneo, que fue la zona de Turquía que más sufrió por los movimientos sísmicos.

Si bien Erdogan reconoció que hubo “deficiencias” en la respuesta al terremoto que sacudió su país y Siria, se expresó con dureza contra aquellos que en estos días han manifestado sus críticas por las presuntamente lentas e inadecuadas reacciones de las fuerzas gubernamentales ante la catástrofe.

“Por supuesto, hay deficiencias, es imposible estar preparado para una catástrofe así”, expresó Erdogan en la ciudad de Antioquía, la más poblada de la provincia de Hatay. Sin embargo, el mandatario, de acuerdo a lo que consignó AFP, expresó que “unas personas deshonestas y sin honor publicaron falsas declaraciones diciendo que no hubo soldados ni policías” en la provincia. “Nuestros soldados y nuestros policías son gente honorable. No dejaremos que personas poco recomendables hablen de ellos de esa manera” dijo el presidente turco, que agregó que al menos 21.000 integrantes del personal de rescate están trabajando en la provincia de Hatay, así como en otras partes del país.

“Actuando así, daremos respuesta al desastre para que nadie quede bajo las ruinas ni sufra”, agregó el político de 68 años, quien preside el país desde 2014 y pretende ser reelecto en las elecciones generales que se realizarán en mayo.

En un claro mensaje a sus adversarios, Erdogan, líder del derechista Partido de la Justicia y el Desarrollo (AKP, por sus siglas en turco), dijo además que “este es un momento de unidad, de solidaridad. En un período como este, no puedo tolerar a las personas que realizan campañas negativas por intereses políticos”.

En este marco, la Policía turca detuvo desde que ocurrió el terremoto a al menos 15 personas por publicar en las redes sociales críticas sobre la forma en que el gobierno está manejando la catástrofe. Las redes sociales turcas están inundadas de mensajes de personas que se quejan de la falta de esfuerzos de rescate y búsqueda de las víctimas en sus zonas, especialmente en Hatay.

Ante esto, el gobierno ordenó desactivar el funcionamiento de la red social Twitter en la mayor parte del país, acción que no fue comentada por ningún funcionario, pero que fue denunciada por el organismo de supervisión de la gobernanza de internet netblocks.org. Desde esta plataforma internacional se informó este miércoles que el uso de Twitter estaba restringido a través de “varios proveedores de servicios de internet en Turquía”.

“Turquía tiene una larga historia de restricciones a las redes sociales en emergencias nacionales e incidentes de seguridad”, agregó el organismo, cuyas declaraciones fueron consignadas por agencias internacionales.

Escombros sobre escombros

Si bien en Siria el terremoto tuvo un impacto menor que en Turquía, la guerra civil que afecta al país árabe desde 2011 hace que las condiciones del rescate de las víctimas y la atención de las personas heridas, así como el realojo de la población que perdió sus casas debido al sismo, sea mucho más deficitaria que en el país vecino.

Paralelamente, según expresaron analistas citados por la agencia Reuters, el presidente sirio, Bashar al Assad, está buscando sacar rédito político de la tragedia, presionando para que la ayuda que está llegando desde el exterior ingrese exclusivamente a través de su territorio y sea gestionada por su gobierno, en un intento de menguar el aislamiento internacional en el que se encuentra el país.

Las potencias occidentales no pretenden ceder ante las presiones de Assad, pero su postura se fortaleció por las dificultades que enfrentan los flujos de ayuda que ingresan hacia el noroeste de Siria desde Turquía, una zona que es controlada por los rebeldes opuestos al gobierno de Damasco.

Los flujos de ayuda, absolutamente esenciales para al menos cuatro millones de personas que viven en la zona, se detuvieron temporalmente desde el terremoto, aunque un funcionario de la Organización de las Naciones Unidas que está en el lugar expresó su esperanza de que estos insumos puedan llegar a partir de este jueves.