El gobierno de Canadá manifestó que existen “acusaciones creíbles”, surgidas de la inteligencia de ese país, que apuntan a las autoridades de India en la investigación del asesinato del dirigente separatista sij Hardeep Singh Nijjar, de 45 años, y otros hechos violentos.

El líder de la Fuerza de los Tigres de Jalistán, un grupo independentista que en el pasado fue autor de atentados en la provincia de Punjab, en India, fue asesinado el 18 de junio de 2023 en Canadá. Varios desconocidos le dispararon frente a un templo sij en Surrey, en la región de Columbia Británica.

El caso causó en su momento una crisis diplomática que este lunes se reavivó a partir de los indicios surgidos en la investigación canadiense. El gobierno del primer ministro indio, Narendra Modi, desestimó estas acusaciones, que ya habían sido formuladas hace un año por el primer ministro de Canadá, Justin Trudeau. En ese momento, la respuesta del gobierno de India consistió en retirarles la inmunidad diplomática a 41 representantes de Canadá presentes en su país.

El periódico canadiense The Globe and Mail informó este lunes, citando a un alto funcionario de su país, que el gobierno había expulsado al embajador de India, Sanjay Kumar Verma, y a otros cinco diplomáticos vinculados con asesinatos y otros hechos violentos.

Poco después, el Ministerio de Relaciones Exteriores de India, a cargo de Subrahmanyam Jaishankar, anunció: “Ayer recibimos una comunicación de Canadá sugiriendo que el alto comisario indio [Verma] y otros diplomáticos están siendo investigados [...]. El gobierno de India rechaza contundentemente estas ridículas imputaciones y las vincula a maniobras políticas del gobierno de Trudeau, centradas en nichos de voto”.

“No tenemos ninguna confianza en el compromiso del actual gobierno canadiense con la seguridad” del personal diplomático retirado, agregó el mismo comunicado, citado por Europa Press. “Por consiguiente, el gobierno de India ha decidido retirar al alto comisario y a otros diplomáticos y cargos señalados”, agregó.

Así lo transmitió la cancillería india al encargado de negocios canadiense en Nueva Delhi, Stewart Wheeler, a quien convocó para transmitirle que “los ataques infundados” contra los diplomáticos indios “eran completamente inaceptables”. También le advirtió que se “reserva el derecho” a adoptar medidas adicionales en respuesta al “apoyo al extremismo, la violencia y el separatismo contra India” por parte de Canadá.

Wheeler dijo a la prensa que su país presentó al gobierno de Modi “pruebas creíbles de los vínculos entre agentes del gobierno indio y el asesinato de un ciudadano” en territorio canadiense. Reclamó que le corresponde a India cumplir con su compromiso de investigar estas acusaciones y dijo que “es de interés para ambos países y para nuestros pueblos llegar al fondo de este asunto”.

La canciller canadiense, Mélanie Joly, dijo que las pruebas que surgieron en la investigación y la negativa de India a cooperar son la razón de la expulsión de los diplomáticos.

Más tarde, autoridades de la Policía Montada de Canadá dijeron en conferencia de prensa que agentes indios están involucrados en actos de violencia, extorsión, amenazas y asesinatos, informó Efe. Esos agentes, agregaron las autoridades canadienses, suponen una amenaza para el país.

El director de esa fuerza, Mike Duheme, dijo que la unidad creada para investigar el asesinato del líder sij “ha conseguido una cantidad significativa de información sobre la magnitud de la actividad criminal orquestada por agentes del gobierno de India”, y que “llegó un momento en el que sentimos que era necesario confrontar” a las autoridades de ese país y de “informar al público sobre la gravedad de lo que nuestra investigación ha descubierto”.

El sijismo es una religión monoteísta de India que, si bien representa menos de 2% de la población del país, es mayoritaria en el estado de Punjab. Allí operó una insurgencia independentista armada en las décadas de 1970 y 1980. El movimiento fue aplastado por el gobierno de entonces, en una ofensiva que dejó miles de muertos.

La primera ministra de entonces, Indira Gandhi, se enfocó en combatir ese movimiento y, entre otras acciones, ordenó el operativo que mató a cientos de personas que se habían refugiado en un templo sij. Poco después, en 1984, Gandhi fue asesinada por dos de sus guardias que pertenecían a esa minoría. Según recordó la agencia AP, su muerte fue motivo de una represalia de multitudes hinduistas que atacaron a los sijs, a los que sacaban de sus casas para matarlos.

Si bien ya no existe una insurgencia separatista en Punjab, el movimiento del Jalistán cuenta con simpatía en la zona y también entre las comunidades sij que viven fuera de India.