El gobierno de República Dominicana deportó durante la última semana a casi 11.000 haitianos. Fueron devueltos de manera forzosa a su país, que está viviendo una durísima situación a todo nivel, agudizada por una gran crisis política y la violencia de las pandillas, que provocan desplazamientos masivos de la población.
Associated Press informó que la semana pasada el Ejecutivo dominicano, encabezado por el presidente Luis Abinader, anunció que deportaría hasta 10.000 haitianos. La medida tiene como finalidad “reducir el exceso de población migrante que se percibe en las comunidades dominicanas”, mayormente de origen haitiano, explicó el vocero de la Presidencia, Homero Figueroa.
“La deportación forzada y masiva de nuestros compatriotas haitianos desde República Dominicana es una violación de los principios fundamentales de la dignidad humana”, escribió el martes el primer ministro haitiano, Garry Conille, en su cuenta de X.
Paralelamente, las autoridades haitianas solicitaron que el tema se trate en el ámbito de la Organización de Estados Americanos (OEA). Allí, los representantes de Haití expresaron que lo que está llevando adelante el gobierno dominicano es una estrategia de “limpieza étnica”.
“Atacar a personas únicamente por su origen haitiano, incluso en los casos en que disfrutan de residencia legal o ciudadanía en República Dominicana, constituye una estrategia de limpieza étnica que no tiene cabida en el mundo moderno”, declaró el representante permanente interino de Haití ante la OEA, Gandy Thomas, según consignó la agencia de noticias haitiana Alterpresse.
Por su parte, el representante dominicano, Radhafil Rodríguez, consideró que se trata de un asunto bilateral, por lo que manifestó su molestia por que el tema se aborde en el ámbito de la OEA.
Ante la ola de críticas de autoridades haitianas, de organismos internacionales y de la iglesia católica dominicana, el canciller del gobierno de Abinader, Roberto Álvarez, respondió que las repatriaciones se están llevando a cabo “cumpliendo las normas internacionales” y respetando “la dignidad de las personas”.
Añadió que la cifra de expulsiones semanales “no se estableció a la ligera”, sino con base en “la experiencia que se tiene y en las posibilidades”.
En los últimos años y ante el empeoramiento de la situación en Haití, país vecino con el que República Dominicana comparte la isla La Española, la segunda más grande del Caribe después de Cuba, el gobierno de Abinader, que fue reelecto en mayo, hizo de la lucha contra la inmigración haitiana una de sus banderas. Entre otras cosas, impulsó la construcción de un muro en parte de la frontera y argumentó en diversas ocasiones que su país no puede pagar la crisis que está viviendo su vecino.
Sólo en 2023 las autoridades dominicanas devolvieron a Haití alrededor de 250.000 inmigrantes y en el primer semestre de este año expulsaron a unos 66.000, informó la BBC.
Las rispideces entre los países vecinos no son nuevas, sino que se remontan al siglo XIX, cuando Haití invadió toda la isla. Esa situación se mantuvo hasta 1844, cuando finalmente los dominicanos lograron la independencia.
Posteriormente, ya en el siglo XX, muchos haitianos comenzaron a migrar hacia República Dominicana, sobre todo para trabajar en rubros agroindustriales.
Luego de una encuesta divulgada en 2022, en la que, pese a que se estima que en el país alrededor del 70% de la población es afrodescendiente, sólo el 8% se percibía como tal, el viceministro de Política Exterior Multilateral, Rubén Silié, quien sigue ocupando el cargo, explicó que en República Dominicana existen prejuicios raciales y una construcción “falsa” de la nacionalidad, impuestos por “corrientes dominantes” que se basan en una herencia cultural que viene de la época de la independencia y que se incrementó durante la larga dictadura de Rafael Trujillo, quien gobernó el país entre 1930 y 1961.
Silié recordó que después de la independencia surgió un intento de “volcar todas las referencias” culturales de República Dominicana hacia la hispanidad y la cultura española y por eso se “opacó” de manera deliberada y sistemática el “ingrediente negro” de la nacionalidad dominicana, un factor que influye de manera determinante en la manera en que se ve a los haitianos, a quienes se discrimina por razones étnicas y también socioeconómicas.