El presidente francés, Emmanuel Macron, dialogó con derechistas, centristas, socialistas, ecologistas y otros sectores en busca de acuerdos para designar un primer ministro. Intentaba evitar así que la próxima persona en ocupar ese cargo siguiera los pasos del derechista Michel Barnier, que debió renunciar a tres meses de su designación.
Barnier era el tercer primer ministro que tuvo Francia este año –después de Élisabeth Borne y Gabriel Attal– cuando el Parlamento le retiró la confianza, el 4 de diciembre, y forzó así su renuncia.
Finalmente, este viernes Macron anunció el nombramiento del centrista François Bayrou, un dirigente de 73 años que ha respaldado a su gobierno desde el comienzo. Se trata de una figura poco resistida en la izquierda más moderada y también en la derecha más extrema.
Sin embargo, eso no evitó que la líder ultraderechista Marine Le Pen, de Agrupación Nacional, advirtiera en su cuenta de X: “Toda política que sólo consista en prolongar el macronismo, rechazado dos veces en las urnas, sólo puede conducir a un callejón sin salida y al fracaso”. “Le pedimos que haga lo que su antecesor no quiso hacer: escuchar a los opositores para construir un presupuesto razonable y elaborado”, agregó la dirigente.
Justamente, el presupuesto para 2025 y las diferencias políticas al respecto precipitaron la caída de Barnier y ahora son el mayor desafío de Bayrou.
Desde los sectores más a la izquierda no hubo bienvenida para el designado primer ministro. La vocera de Francia Insumisa, Mathilde Panot, anunció que su partido presentará una moción de censura en los próximos días. Esta organización política entiende que, por los resultados de las últimas elecciones legislativas y las reglas no escritas de la política francesa, el primer ministro debería ser de izquierda aunque el presidente no lo sea. Esa moción de censura que anunció Panot contaría con el apoyo de Los Ecologistas, según dijo su dirigente, Marine Tondelier.
Otros sectores de izquierda tienen matices. El Partido Comunista esperará a conocer los objetivos de Bayrou, según su dirigente, Fabien Roussell.
Durante el diálogo que mantuvieron la mayoría de los partidos con Macron, los comunistas y los socialistas mantuvieron abierta la posibilidad de colaborar con un nuevo primer ministro, que implica también un nuevo gabinete, según las líneas políticas que presente.
Después del nombramiento de Bayrou, el secretariado del Partido Socialista manifestó en un comunicado: “Nuestros votos dependerán de los compromisos que [Bayrou] adquiera para construir la reorientación política gubernamental”. Reiteró que el nuevo gobierno encontrará a los socialistas “en la oposición” en la medida en que marque la continuidad con las políticas desplegadas hasta ahora, pero respaldarán un cambio de rumbo.
Los socialistas señalaron que no votarán la moción de censura de Francia Insumisa, siempre que se respeten ciertas condiciones: que el Ejecutivo no se apoye en la extrema derecha, que acepte implementar cambios en materia de jubilaciones (en la que aprobó una cuestionada reforma), transición ecológica y justicia social, y que no apruebe por decreto el presupuesto.
El nombramiento de Bayrou es un paso que acerca a Macron a nuevos aliados.
Bayrou fue tres veces candidato a la presidencia por el centrista Movimiento Democrático y llegó a quedar en un tercer puesto en votos en 2007. También fue dos veces ministro en gobiernos de derecha y en varias ocasiones ocupó una banca en el Parlamento.
Cuando surgió el liderazgo de Macron, Bayrou le dio su apoyo. Considera que, como él mismo, Macron intenta impulsar un tercer partido que no esté alineado ni con los socialistas ni con la derecha.