Miles de personas se juntaron en las calles para despedir al dirigente opositor ruso Alexei Navalny, que murió preso en la colonia penal Lobo Polar, en el Ártico, y fue enterrado este viernes.
A pesar de una gran presencia policial cerca de la iglesia Madre de Dios Calma Mis Dolores, en Moscú, de las vallas instaladas y de las advertencias de un portavoz del Kremlin a todo el que participara en “reuniones no autorizadas”, los manifestantes se reunieron para aplaudir a Navalny y despedirlo con consignas como “¡Tú no tenías miedo y nosotros tampoco!”, según informó la BBC. Además, se escucharon otras consignas, como “Rusia será libre”, “No a la guerra”, “Rusia sin Putin”, “No perdonaremos” y “Putin es un asesino”, según informó Reuters.
La organización de derechos humanos OVD-Info comunicó que 56 manifestantes fueron detenidos en Moscú y otras ciudades.
“Hay más de 10.000 personas acá y nadie tiene miedo”, dijo a Reuters una mujer joven, que se identificó como Kamila. “Vinimos acá para honrar la memoria de un hombre que tampoco tenía miedo, que no tenía miedo a nada”.
Según informó Politico, las cámaras estaban prohibidas en la iglesia y el mal funcionamiento de internet dificultó las transmisiones en vivo, por lo tanto no circularon muchas imágenes del funeral, al que sólo se le permitió asistir a un pequeño grupo de personas. Una foto que circulaba en línea mostraba a Navalny en un ataúd abierto cubierto de rosas, junto al cual estaban sus padres y otros allegados que llevaban velas.
La portavoz del dirigente, Kira Yarmysh, dijo en X que los familiares de Navalny llegaron a la morgue a las 10.00, cuando estaba previsto, pero hubo un retraso. El jueves, Yarmysh había publicado: “Al principio no nos permitieron alquilar una sala funeraria para despedirnos de Alexei. Ahora que sólo se celebrará un funeral en la iglesia, los encargados de los rituales nos dicen que ni un solo coche fúnebre acepta llevar el cuerpo hasta allí”.
Según informó Associated Press, entre los asistentes al funeral se encontraban diplomáticos occidentales, incluida la embajadora estadounidense, Lynne Tracy, así como los dirigentes políticos rusos Boris Nadezhdin y Yekaterina Duntsova, que aspiraban a competir por la presidencia con Vladimir Putin en las próximas elecciones, pero no fueron habilitados.