“Nos necesitan mucho más de lo que nosotros los necesitamos. No los necesitamos; nos necesitan. Todos nos necesitan”. Eso fue lo que dijo esta semana el presidente estadounidense, Donald Trump, durante una conferencia de prensa que ofreció en el Despacho Oval de la Casa Blanca, en respuesta a una pregunta formulada por una periodista brasileña sobre cómo veía el futuro de las relaciones de Estados Unidos con América Latina y con Brasil en particular.
Si bien es cierto que la política exterior de Trump tendrá que afrontar grandes desafíos, como la relación de Washington con la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN) –entidad muchas veces criticada por el republicano–, la guerra entre Rusia y Ucrania, la situación extremadamente crítica en Medio Oriente y las tensiones entre China y Taiwán, América Latina también ocupa su agenda.
De hecho, en las últimas semanas el flamante mandatario se refirió en varias ocasiones a su relación con México y además no descartó una posible intervención militar en el canal de Panamá, argumentando que el paso interoceánico es manejado por los chinos.
Otro argumento de peso que relativiza este presunto desinterés de Trump por la región es que el secretario de Estado nominado por él para ocupar el cargo es Marco Rubio, un exsenador de 53 años nacido en Miami, hijo de padres cubanos, que desde que ingresó en la arena política siempre mostró actitudes conservadoras, con el foco puesto en América Latina.
Rubio, el primer hispano en ocupar la jefatura de la diplomacia estadounidense, tendrá su primera gira en su cargo la semana que viene y los destinos que visitará serán cinco países latinoamericanos.
Desde la Casa Blanca se comunicó que, en Panamá, Rubio se reunirá con el presidente José Raúl Mulino y con el administrador del canal, Ricaurte Vázquez. Además, de acuerdo a lo que se informó desde el Departamento de Estado, el jefe de la diplomacia estadounidense también visitará en esta gira inicial Guatemala, El Salvador, Costa Rica y República Dominicana, donde se reunirá con las máximas autoridades de cada país.
Matizando en buena medida las declaraciones de Trump sobre el tema, Tammy Bruce, la portavoz del Departamento de Estado, dijo que América es la región “en la que vivimos” y que por eso mismo no será ignorada durante la administración que acaba de comenzar.
Invitados especiales
Luego de la respuesta aparentemente hostil que dio Trump a la periodista brasileña, el presidente estadounidense se mostró moderado y dijo que esperaba que las relaciones bilaterales con Brasil, al mando del progresista Luiz Inácio Lula da Silva, sean “excelentes” durante su mandato.
En una línea muy similar se expresó Lula el lunes por la mañana durante la apertura de un consejo de ministros y pocas horas antes de que asumiera Trump. En su discurso consignado por medios locales, Lula minimizó el impacto de la elección de Trump en la democracia global y afirmó que Brasil “no quiere pelear” con nadie.
“Hay gente que dice que la elección de Trump podría causar problemas en la democracia global. Trump fue elegido para gobernar Estados Unidos y yo, como presidente de Brasil, espero que lo haga fructíferamente, para que los estadounidenses mejoren y sigan siendo los socios históricos de Brasil”, destacó el líder del Partido de los Trabajadores.
Lula reforzó que, por parte de su gobierno, no pretende que haya peleas con ningún país. “Ni con Venezuela, ni con los estadounidenses, ni con China, ni con la India, ni con Rusia. Queremos paz, armonía, queremos una relación en la que lo más importante sea la diplomacia y no el desacuerdo”, expresó.
El mandatario brasileño no fue invitado a la toma de mando de su homólogo estadounidense, pero sí lo había sido el expresidente Jair Bolsonaro, un ferviente aliado de Trump.
Si bien en Estados Unidos no es parte del protocolo invitar a presidentes extranjeros a los actos de asunción de los mandatarios, en esta ocasión Trump hizo una excepción, dejando más que claro cuáles son sus afinidades en la región.
Pero, finalmente, Bolsonaro no pudo participar en el evento porque el Supremo Tribunal Federal (STF) brasileño rechazó el pedido que el exmandatario hizo para que le devolvieran su pasaporte.
En febrero del año pasado, y en virtud de que es objeto de varias investigaciones en su contra, incluida una sobre un presunto intento de permanecer en el cargo en 2022 a pesar de haber sido derrotado en las elecciones de ese año por Lula, el STF determinó la retención del pasaporte de Bolsonaro, al considerar que existe un riesgo real de fuga. En representación de Bolsonaro viajó a Washington su esposa, Michelle.
Otro de los presidentes de la región invitados por Trump fue, como no podía ser de otra manera, el argentino Javier Milei. Ambos mandatarios expresaron públicamente su admiración mutua y, en más de una ocasión, el estadounidense destacó el trabajo que está haciendo el ultraderechista argentino en su país, en particular su manejo del Estado y sus medidas económicas.
En esta ocasión, Milei y su comitiva no se reunieron con Trump, pero sí tuvieron una conversación con Marco Rubio, en la que, según lo que informó el diario La Nación, se comenzó a perfilar cómo será la relación bilateral en el futuro próximo entre los dos países.
Milei calificó la investidura de Trump como un “momento histórico para los Estados Unidos y para todo el mundo libre”, y dirigió elogios al nuevo secretario de Estado. “Marco Rubio es un verdadero conocedor de América Latina y un defensor incansable de los valores de la libertad. Su experiencia y liderazgo serán fundamentales para construir una relación bilateral fuerte y con un futuro muy importante para ambas naciones”, dijo Milei.
Pero, más allá de las cuestiones ideológicas, Milei y su ministro de Economía, Luis Caputo, tienen razones prácticas para apoyar decididamente a Trump, porque ambos pretenden que el Fondo Monetario Internacional, entidad en la que Estados Unidos tiene un peso decisivo, les otorgue un préstamo de entre 11.000 y 20.000 millones de dólares para fortalecer las reservas del Banco Central y poder así abrir el cepo financiero.
Otro de los mandatarios latinoamericanos invitados por Trump a su asunción fue el salvadoreño Nayib Bukele, aunque el centroamericano no acudió a la ceremonia celebrada el lunes en Washington.
No obstante, el jueves la Casa Blanca informó que Trump mantuvo una conversación telefónica con Bukele, en la que los mandatarios hablaron sobre trabajar de manera conjunta para detener la inmigración ilegal y tomar medidas enérgicas contra las organizaciones delictivas internacionales como el Tren de Aragua, que opera en al menos diez países de América Latina y también en Estados Unidos.
En un comunicado, la Casa Blanca informó además que el presidente Trump elogió el liderazgo del presidente Bukele en la región y resaltó el ejemplo que da a otras naciones del hemisferio occidental.
Aunque el intercambio con Bukele es la primera conversación con un líder extranjero de la que se informó de forma oficial desde que Trump fue investido el lunes como presidente, su primera llamada la reservó el miércoles Mohamed bin Salman, el príncipe heredero de Arabia Saudita, uno de los mayores aliados de Estados Unidos en Medio Oriente.
También presentes
Uno de los mandatarios sudamericanos que figuraron en la nómina de invitados de Trump fue el presidente de Paraguay, Santiago Peña. Desde Washington, en una entrevista que concedió al portal Infobae, Peña declaró que “Trump puede encarnar el mayor cambio en la historia de América Latina respecto a Estados Unidos”.
“El presidente Trump, y a mí me ha tocado hablar con él ya en dos oportunidades, es consciente de que Paraguay probablemente es el mayor aliado que tiene Estados Unidos”, contestó el mandatario cuando se le preguntó sobre las relaciones diplomáticas entre los dos países.
Peña tiene una mirada crítica sobre la ofensiva de China en la región, y cree que él puede contribuir a mejorar las relaciones diplomáticas en toda América Latina.
Sobre este punto vale destacar que Paraguay es el único país sudamericano que tiene vínculos diplomáticos con Taiwán y no con la República Popular China, que reclama la soberanía sobre la isla en la que se refugiaron los nacionalistas liderados por Chiang Kai-shek en 1949, tras ser derrotados en la guerra por las fuerzas de Mao.
El gobierno paraguayo está además en este momento particularmente interesado en que su actual ministro de Relaciones Exteriores, Rubén Ramírez Lezcano, sea el próximo secretario general de la Organización de Estados Americanos (OEA), cuando el uruguayo Luis Almagro finalice en mayo su gestión, luego de dos períodos consecutivos.
El otro aspirante al cargo es el canciller de Surinam, Albert Ramdin, quien desde su cargo cultivó los vínculos con Pekín, por lo que Peña aspira a que la enorme influencia que tiene Washington en la OEA sea determinante para que Ramírez Lezcano termine siendo el sucesor de Almagro.
El presidente ecuatoriano, Daniel Noboa, nacido en Miami y formado académicamente en Estados Unidos, fue otro de los mandatarios sudamericanos invitados a la toma de mando. En medio de la campaña hacia los comicios del 9 de febrero, Noboa intentó capitalizar su visita a Washington en clave electoral.
“Haciendo historia, representando a mi país. Decían que no, pero aquí estuvimos, haciendo historia. Ecuador presente en una posesión presidencial como nunca antes”, escribió Noboa en su cuenta de Instagram.
También participó en la toma de mando de Trump el venezolano Edmundo González Urrutia, candidato opositor en las elecciones que el Consejo Nacional Electoral controlado por el gobierno dio por ganadas a Nicolás Maduro, uno de los mayores oponentes a Washington en la región.
Maldita vecindad
Los meses y años que vienen seguramente serán de mucha tensión entre Washington y Ciudad de México.
La migración, en buena medida la que llega a Estados Unidos procedente de su vecino del sur, ha sido desde siempre uno de los pilares del discurso nacionalista y xenófobo de Trump. Esta postura choca de frente con la visión que tiene la presidenta mexicana, la izquierdista Claudia Sheinbaum, quien asumió la presidencia de su país en octubre.
Se espera que la relación entre Sheinbaum y Trump sea bastante diferente de la que tuvo el republicano con el predecesor de Sheinbaun, Andrés Manuel López Obrador, que manejó con sutileza su relación con Trump, e incluso para muchos mexicanos actuó con adulación frente a su homólogo del norte.
En julio del año pasado, López Obrador calificó a Trump de un “amigo” y de ser “un hombre de inteligencia y visión” cuando, ante los permanentes embates del entonces candidato republicano, dijo que le escribiría una carta para advertirle que no se comprometa a cerrar la frontera o culpe a los migrantes mexicanos por llevar drogas a Estados Unidos.
Esta semana, poco después de la asunción de Trump, Sheinbaum pidió calma y llamó a mantener la cabeza fría ante los decretos firmados por el republicano en sus primeras horas de gobierno, relacionados con México.
“Es importante siempre tener la cabeza fría y referirnos a los decretos firmados, más allá del propio discurso. O sea, lo que vale en el sentido estricto de la ley son los decretos que firma el presidente”, expresó la mandataria, de acuerdo a lo consignado por el diario mexicano La Jornada. Pero “primero, tengan la certeza de que siempre vamos a defender nuestra soberanía e independencia. Es el principio máximo que la presidenta tiene que asumir; y segundo, siempre vamos a apoyar a los mexicanos, a los connacionales que viven en Estados Unidos”, señaló de manera enfática la líder mexicana.
En una conferencia de prensa, Sheinbaum manifestó que el decreto de zona de emergencia en la frontera sur de Estados Unidos es “prácticamente el mismo que Trump firmó en su primer período como presidente en 2019”, y resaltó que en su momento hubo un marco de actuación y de cooperación entre los gobiernos de López Obrador y Trump. “No es algo novedoso, ya existía. Este decreto lo quita [Joe] Biden cuando entra [al gobierno de Estados Unidos] y [ahora] lo reinstala Trump”, precisó Sheinbaum.
En cuanto al tema del Golfo de México, subrayó que el decreto firmado por Trump dice que “le va a llamar Golfo de América en su plataforma continental de Estados Unidos. Para nosotros y el mundo entero sigue siendo Golfo de México”.
El miércoles, Sheinbaum informó que el canciller mexicano, Juan Ramón de la Fuente, había tenido una conversación con el secretario de Estado de Estados Unidos, Marco Rubio, y aseguró que se trató de un primer contacto en muy buenos términos. “Fue una muy buena conversación, muy cordial, se habló de migración, de seguridad, y a partir de ayer inician estas conversaciones”, expresó la mandataria.
El mandatario regional que se expresó con más dureza sobre la asunción y los dichos de Trump fue el colombiano Gustavo Petro, el primer político izquierdista en llegar a la presidencia de su país. El martes, Petro, calificó de “peligrosa” la afirmación que hizo Trump sobre América Latina, región sobre la que el gobernante norteamericano dijo no necesitarla.
“Hay que esperar el desarrollo de las relaciones y la política en el planeta, no solamente en los Estados Unidos. Pero yo diría que el anuncio de que estamos solos y no nos importa América Latina, etcétera, es un anuncio peligroso no para el mundo solamente, sino para la misma sociedad norteamericana”, expresó Petro en una conferencia de prensa que dio en Bogotá, consignada por la agencia Efe.
Un día antes, el lunes, Petro había criticado la decisión de Trump de invitar a su asunción exclusivamente a figuras políticas alineadas con su ideología.
En un mensaje publicado en su cuenta de X, el presidente colombiano expresó: “Cuestiono que a la posesión de Trump vaya sólo la extrema derecha, invitada por él, o como en el caso colombiano, por su partido, incluso la extrema derecha manchada con las masacres. No quieren hablar con la diversidad y, por tanto, quieren imponer. América Latina no es sólo diversidad, sino soledad, y esa soledad debe terminar. América Latina entonces le dirá no a la supremacía blanca, la soberbia y la codicia. No dialogar reconociendo la diversidad latinoamericana es la mejor manera de perder un continente y profundizar la decadencia del norte. Así que espero del nuevo gobierno de los Estados Unidos diálogo y entendimiento civilizado y unas Américas compuestas de seres humanos iguales y libres”.