La crisis social, política y económica que vive Haití sigue generando el deterioro constante de la calidad de vida de su población. De acuerdo con un informe publicado la semana pasada por la Organización de las Naciones Unidas (ONU), más de la mitad de los 11 millones de habitantes del país viven actualmente en inseguridad alimentaria aguda, de los cuales casi dos millones están en situación de emergencia.
“La expansión del control territorial de las bandas armadas interrumpe los circuitos de abastecimiento y las oportunidades económicas”, indica el informe, publicado en el portal oficial de la ONU, que describe la situación de la nación caribeña, completamente asfxiada por la violencia armada, la inflación y el deterioro del tejido productivo del país más pobre de América.
Entre agosto de 2024 y julio de este año, el costo de los alimentos se incrementó un 30%. “La inflación reduce el poder adquisitivo de los hogares y limita su acceso a los alimentos”, apunta el análisis.
La anarquía que impera en el país es tal, que la economía haitiana lleva seis años consecutivos de recesión. Algunas cifras dejan en claro la magnitud del desastre que vive el país: el sector textil, que en algún momento fue un pilar de las exportaciones, perdió 40.000 empleos desde 2021, y 15 fábricas dedicadas a este rubro tuvieron que cerrar. La industria de la construcción y los servicios públicos ha visto su actividad caer más de un 40%, mientras que el comercio y el turismo cayeron un 25%.
En los barrios populares de Puerto Príncipe, la capital del país, que son uno de los lugares más afectados por la violencia de las pandillas, los hogares destinan cerca del 70% de sus ingresos a alimentos, según las encuestas consignadas en el informe de la ONU.
Cuatro de cada diez hogares presentan un índice de hambre moderado o severo, y casi la mitad tuvieron que endeudarse para poder comprar alimentos. Los más afectados son quienes dependen del pequeño comercio, el transporte o la agricultura de subsistencia, actividades que actualmente están casi totalmente paralizadas por los enfrentamientos entre bandas y los cortes de carreteras. En las áreas rurales, los agricultores enfrentan dos graves problemas: la escasez de insumos agrícolas y el aumento de la inseguridad.
Hasta el momento, ninguna zona del país fue clasificada como en situación de hambruna, pero el informe advierte que la situación podría deteriorarse muy rápidamente si la ayuda humanitaria no se mantiene de manera constante. En varios departamentos del país, al menos una cuarta parte de los hogares depende totalmente de la asistencia alimentaria para sobrevivir.
Desplazados por la violencia
Esta semana, un informe difundido por la Organización Internacional para las Migraciones (OIM) indicó que 1,4 millones de haitianos se vieron forzados a dejar sus hogares por la escalada de violencia de las pandillas. La cifra –más de la mitad niños y mujeres– representa un aumento de 36% desde finales del año pasado y es la “más alta jamás registrada en el país”, señaló la agencia de la ONU en un comunicado.
El 64% de los nuevos desplazamientos tuvieron lugar fuera de Puerto Príncipe, particularmente en los departamentos de Central y Artibonito, donde los ataques de los grupos armados se han multiplicado en 2025. Los centros de repeción para desplazados ya están sobrepoblados y la situación se agravó aún más por la expulsión de más de 207.000 haitianos de República Dominicana desde que empezó el año.
“La gravedad de esta crisis exige una respuesta más intensa y sostenida”, dijo Grégoire Goodstein, jefe de misión en Haití de la OIM. “La generosidad de las comunidades haitianas que acogen a personas desplazadas debe corresponderse con un renovado apoyo internacional”, agregó el funcionario.
El contexto de inestabilidad política crónica que impera en el país empeoró aún más desde principios de 2024, cuando las pandillas obligaron al entonces primer ministro Ariel Henry a renunciar. Sin elecciones desde 2016, Haití está actualmente gobernado por un Consejo Presidencial de transición.