Desde hace meses, la crisis humanitaria en Gaza empeora de forma alarmante, tendencia que se ha acelerado desde el 2 de marzo, como subrayó Emmanuel Macron: “Ya no pasa nada, ni agua, ni alimentos, ni medicamentos, ningún herido puede salir”. Estas palabras surgen tras su visita a Egipto, durante la cual se acercó a la frontera con Gaza, una primicia para un líder occidental desde el inicio del conflicto.
Ante esta situación, Macron pide a Benjamin Netanyahu “cambiar de estrategia”, considerando que su posición actual “no sirve a la seguridad de los israelíes a largo plazo”. Para él, “la respuesta es política” y no únicamente de seguridad.
Sin embargo, el presidente francés condiciona su posición sobre el Estado palestino a un “movimiento de reconocimiento recíproco” que exige que países como Arabia Saudita o Líbano acepten la existencia legítima de Israel. Por eso, la conferencia coorganizada por Francia y Arabia Saudita, que se realizará en la sede de las Naciones Unidas en Nueva York en junio, se perfila como un momento clave para la toma de posición francesa.
Si Francia da este paso, se convertiría en uno de los primeros grandes países occidentales en reconocer oficialmente el Estado palestino, después de España, Irlanda y Noruega, que tomaron esta decisión hace un año. Actualmente, 148 de los 193 países miembros de la ONU (el 75%) ya reconocieron al Estado palestino.
Desde la perspectiva jurídica, Palestina cumple con los requisitos que definen a un Estado según el derecho internacional, como los que, por ejemplo, fueron establecidos en la Convención de Montevideo de 1933. Bichara Khader, director del Centro de Estudios e Investigación sobre el Mundo Árabe Contemporáneo de la Universidad de Lovaina (Bélgica), confirma que la entidad palestina reúne los criterios fundamentales: “un territorio, un pueblo, un sentimiento nacional, instituciones que forman un gobierno y la voluntad de ser reconocido”.
Y aunque el reconocimiento no constituye un elemento suficiente para la existencia de un Estado de Palestina, sí representa un testimonio y respalda su legitimidad. La “solución de los dos Estados”, apoyada por los países de Oriente Próximo y ahora por Macron, podría convertirse en un punto de partida para la construcción efectiva de dicho Estado.
Como explica Bertrand Besancenot, exembajador y asesor de Emmanuel Macron para los países del Golfo: “No se puede estar a favor de una solución de dos Estados si no se contempla el reconocimiento del Estado de Palestina”. Añade que esta iniciativa es “una forma muy clara de decir que por fin es hora de intentar encontrar una solución justa y equitativa a la cuestión palestina si queremos evitar tener otros 7 de octubre en el futuro”.
Tras las declaraciones del presidente francés, no tardaron en llegar reacciones contundentes desde distintos sectores. El embajador de Israel en Francia, Joshua Zarka, calificó esta iniciativa de “totalmente irresponsable”, mientras que el jefe de la diplomacia israelí, Gideon Saar, ve en ella una “recompensa al terrorismo”.
En Francia, los partidos de izquierda apoyaron la iniciativa, y el diputado Manuel Bompard, de La Francia Insumisa, no dejó de recordar que su partido defendía esta postura “un año y seis meses” antes. En la misma línea, el Partido Socialista, por boca de Olivier Faure, consideró este reconocimiento como “indispensable”. En cambio, Jordan Bardella, presidente del partido Agrupación Nacional, advirtió que “reconocer en junio un Estado palestino, como propone Emmanuel Macron, equivaldría a otorgar a Hamas, movimiento islamista y terrorista, el estatus de interlocutor legítimo”.
La decisión final de Francia, prevista para este junio, se suma a un panorama diplomático complejo. Mientras las negociaciones para un alto el fuego parecen estancadas y la crisis humanitaria en Gaza se agrava, este anuncio genera tantas expectativas como dudas. La propuesta del “reconocimiento recíproco” de Macron plantea desafíos considerables y depende de múltiples actores con intereses divergentes.
El valor real de esta iniciativa francesa estará determinado por factores como la evolución del conflicto, la respuesta de otros países occidentales y la disposición de actores regionales como, por ejemplo, Arabia Saudita. Si bien el reconocimiento de un Estado palestino podría contribuir a cambiar la dinámica diplomática, este gesto por sí solo no resolverá un conflicto con raíces tan complejas. Como en iniciativas anteriores, el impacto dependerá de la implementación de medidas concretas que aborden las cuestiones fundamentales del territorio, la seguridad y los derechos de ambas poblaciones.