En el colgado de una nota publicada por El Observador el 2 de enero y firmada por Gabriel Pereyra puede leerse: “Los dirigentes políticos tienen el tupé de no ser capaces de ponerse de acuerdo acerca de qué es lo mínimamente honesto para que sepamos cómo financian sus campañas”. Se trata de una generalización tan injusta que parece malintencionada. La moción que proponía discutir el proyecto de ley que presentó el Frente Amplio (FA) obtuvo 49 votos; si bien el frenteamplista Darío Pérez se fue de sala, no la votaron los diputados blancos, colorados, independientes y de “la gente”. Ni siquiera el unitario y popular Eduardo Rubio quiso aportar el votito que faltó. “No son todos los que están ni están todos los que son”, dicen que decía en la puerta del manicomio, aunque mi abuelita creía que “algunos son y otros se hacen”. Pasadas unas pocas horas, nos enteramos de que blancos y colorados veían inviable –aunque fuese aprobada– la aplicación de la ley de financiamiento de los partidos en 2019. Mientras, el FA quiere que se apruebe cuanto antes.
No me parece justo que se señale como única responsable del naufragio de la iniciativa a la fuga de Darío Pérez. La propuesta no contó, ni para ponerse en debate, con la mayoría de votos necesarios en la cámara baja. A esa cita faltaron varios y varias. Regular el financiamiento de las campañas de los partidos políticos no les conviene a quienes obtienen generosos (y escondidos) aportes del mundo empresarial, tampoco a los grandes proveedores de espacio publicitario, que tienen precios diferenciales y hacen plata grossa con lo que cobran a unos mientras subvencionan las campañas de sus correligionarios y tienen importantes atenciones con candidatos especiales. Además, y no creo que sea lo menos importante, están las campañas sucias que se hacen en las redes mediante trolls y bots. Esas campañas cuestan y son caras. Transparentar su financiación no parecería buena idea, ya que tienen mala imagen.
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Un troll, por si acaso, es un usuario de redes que se dedica a publicar contenidos ofensivos o falaces, con la intención de generar un clima negativo en una comunidad virtual o de influir en la percepción de los hechos. El concepto también se utiliza para nombrar a las identidades falsas que se emplean en la red para difundir información errónea de manera anónima. Un bot, en tanto, es un programa informático que efectúa tareas automáticamente. Aunque cumplen distintas funciones, en el caso que nos ocupa operan de manera similar a un troll, pero con gran capacidad de llegada, por lo que sus mensajes pueden multiplicarse.
En política, la competencia desleal no existe. El “todo vale” está instalado y la elección de caminos éticos y procedimientos virtuosos es una alternativa que luce cada vez más ineficiente a la luz de los éxitos obtenidos por asesores de campañas como Steve Bannon y Jaime Durán Barba.
Bannon es un ejecutivo de medios estadounidense, figura política, ex banquero de inversiones y ex presidente ejecutivo de Breitbart News. Se le ha asignado un papel clave en las exitosas campañas de la “nueva derecha” internacional (el brexit en Reino Unido, la victoria de Donald Trump en Estados Unidos y los avances de la derecha europea en varios países, por ejemplo en el sur de España, serían ejemplos de la eficacia de sus métodos).
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En este contexto, la derecha uruguaya se despereza. El general Guido Manini Ríos emitió un tardío saludo navideño dirigido a “sus tropas”. El sábado 29, el jerarca castrense publicó en las redes sociales: “Saludo al Soldado que se esfuerza por cumplir la misión asignada de la mejor forma, a pesar de las dificultades, de su bajo salario [...] y de la acción de los mercaderes del odio, de los que viven de la división y del enfrentamiento entre orientales”. Sí. Ese fue su saludo de Navidad 2018. Desde ya, cabe señalar que el sueldo de los soldados es muy bajo. De las características, dimensiones, papel o necesidad de las Fuerzas Armadas no vamos a ocuparnos aquí. Tampoco de los reales o presuntos privilegios de los oficiales. Pero no puedo menos que preguntarme cuáles son las acciones de los mercaderes del odio. ¿Quiénes son esos despreciables sujetos? Si hablamos de división y enfrentamiento entre orientales, ¿se siente Manini libre de culpa? En Uruguay hay más de medio millón de trabajadores cuyos ingresos bordean los 20.000 pesos, mientras que hay familias, como la de Guido Manini Ríos, con una posición económica de privilegio. Búsqueda consigna escuetamente: “A diferencia de la mayoría de los militares, no necesita el sueldo para vivir porque posee tierras productivas”. Una forma elegante de recordar su condición de oligarca.
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“Felicitamos al presidente electo de Brasil y acompañamos algunas de sus ideas”. El líder del Partido de la Gente prometió liberar al país de la corrupción, de la irresponsabilidad y de la sumisión por motivos ideológicos. ¿Dónde está específicamente tal sumisión? ¿En qué consiste? Porque, a la luz de recientes hechos internacionales, el discurso de la derecha comienza a encarnar en muy concretas persecuciones y represalias contra todo lo que sea, parezca o pueda verse como progresista y pro derechos. Si de aclaraciones se trata, vemos cómo las nuevas derechas retoman políticas de “respaldo firme al trabajo policial y una lucha frontal contra la delincuencia”. Además de promover el ‘gatillo fácil’, tras la atractiva frase “los derechos son de la gente, no de los delincuentes” se esconde una ideología terrible: la que afirma que los delincuentes no son gente.
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Según Wikipedia, la resaca es un cuadro de malestar general que se padece tras un consumo excesivo de bebidas alcohólicas. También es la basura que deja el mar, en las orillas, luego de una tormenta.
En una columna publicada en Montevideo Portal, Gerardo Sotelo recuerda que “el primer trancazo vino por la idea de liberar presos anunciado por el Ministro del Interior José Díaz, un hombre a quien no se le podrá achacar falta de mesura ni problemas comunicativos. Díaz dijo redondamente lo que pensaba. El resultado es por todos conocido: licencia y silencio para el ministro y suspensión por tiempo indeterminado de una idea impopular. El affaire mostró el grado de improvisación que tenía el gobierno en un asunto clave como la seguridad pública y le dio la primera bocanada de oxígeno a la oposición”.
Creo recordar que fueron liberados, por la “ley de humanización”, menos de 1.000 presos. Que la reincidencia fue bajísima y que el escándalo fue mayúsculo. Hasta hoy se sigue repitiendo que “Díaz largó a todos los presos”, lo que habría agravado los problemas de seguridad de forma terrible. Son mentiras. Pero repetidas 1.000 veces…, muchos se las creen. También le dijeron a Danilo Astori que “se robó todo”… y muchos se creen eso. Tal y como se dice, y no falta quien lo crea, “el gobierno del FA no hizo nada”. O “hay más desocupación y pobreza que en 2002”, “nunca estuvimos peor que ahora”… Así, al infinito. Se puede hablar de lógicas y políticas en materia de seguridad, claro. ¡Hay que hablar! Porque la realidad es algo más que la resaca.
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Cuatro casos.
Vladimir Roslik, médico de la localidad de San Javier, murió bajo torturas en abril de 1984. Por esta causa fue procesado su asesino, el capitán Sergio Caubarrère. Estuvo preso cuatro meses y 18 días.
Eduardo Fioritto, el padre de Hernán, se preguntó: “¿Dos años por quitar una vida? ¿Matan y ya está?”. Él se queja amargamente. “Se burlaron de Hernán y de nosotros. Desde que pasó todo, ha sido un infierno”, declara. El caso es que, como consecuencia de los hechos ocurridos en 2016 en Santa Lucía, Hernán murió por ser hincha de Peñarol. 16 hinchas de Nacional fueron presos por aquel hecho; ahora quedaron 15 en libertad. El autor del disparo, menor de edad, recibió una condena de tres años. Dice un comunicado oficial: “Puestos en manos de la Justicia, la mencionada Magistrada formalizó a M.D.R.N., de 22 años de edad, sin antecedentes penales, por ‘un delito de rapiña especialmente agravada y un delito de porte y tenencia de arma de fuego, en concurrencia fuera de la reiteración, a cumplir la pena de cuatro años y seis meses de penitenciaría’. En cuanto a A.J.C.S., de 18 años, sin antecedentes penales, se lo condenó como coautor responsable de un delito de rapiña especialmente agravada, a cumplir la pena de cuatro años de penitenciaría”.
Quedaron presos dos hombres que rapiñaron a dos adolescentes que esperaban un ómnibus en la rambla de la playa Brava, en Punta del Este. Les llevaron dos iPhone y 6.500 pesos. Cuatro años para los dos ladrones, dice El País el domingo 5 de enero.
Así lo establecen las leyes, de esa forma lo interpretan los jueces, y hay muchos que claman por más mano dura… para los delitos contra la propiedad. Cuando hablamos de inseguridad y proporcionalidad de las penas, ¿de qué estamos hablando?
Ni hablar si pasamos al análisis de violaciones y femicidios. Como dice la periodista argentina Soledad Vallejos, “para algunos es natural sostener que el depredador no tiene la culpa de que haya presas”.
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El caleidoscopio nos muestra imágenes tan coloridas como cambiantes. Bastan unos pocos elementos y tres espejos que los reflejan. La realidad puede emular el artilugio a poco que tomemos pedacitos y los miremos reflejarse en nuestros propios espejos.
David Rabinovich es periodista en San José