Bajo el lema “tomar lo mejor de los dos mundos”, y haciendo referencia al avance tecnológico y científico de la agricultura convencional y los cobeneficios socioambientales de la agricultura orgánica, el doctor Paul Hepperly, experto en agricultura orgánica del Instituto Rodale de Estados Unidos, avivó un debate impostergable. ¿Son las transiciones a la agricultura orgánica una llave para enfrentar el cambio climático, contribuyendo a la sostenibilidad de los agricultores y a la salud de los consumidores a escala global, como lo afirma una tendencia creciente?

Para hablar de agricultura orgánica en el Uruguay de hoy es necesario relacionar este sistema productivo con la agroecología. Según lo establecido en la reciente Ley 19.717, Plan Nacional para el Fomento de la Producción con Bases Agroecológicas, se entiende por agroecología “la aplicación de los conceptos y principios ecológicos al diseño y manejo de ecosistemas agrícolas sostenibles”. En este sentido, se entiende la producción orgánica como uno de los sistemas productivos que están comprendidos dentro de la agroecología, oficiando esta como paradigma productivo para sistemas agroalimentarios. Este sistema, junto con otros, como la biodinámica, la permacultura, la agricultura natural, el pastoreo racional voisin y la ganadería con manejo racional de campo natural, son algunas de las producciones con base agroecológica, que tienden de manera consistente a un modelo agropecuario más sostenible y climáticamente resiliente.

Para nuestro país, con una economía y una cultura vinculadas profundamente a la agropecuaria, un proyecto basado en la agroecología concilia una respuesta socioambiental a la crisis planetaria, adopción de estrategias de cobeneficio respecto de los acuerdos ambientales internacionales con los que Uruguay está sólidamente comprometido (Convenciones de Río y otros) y la rentabilidad sostenible del sector.

Captura de carbono en suelo y cambio climático

Los suelos del planeta presentan graves síntomas de degradación y degeneración. Además, los últimos seis años han sido considerados los seis más cálidos de los que se tenga registro. Como toda crisis, esto también representa una oportunidad.

Para enfrentar el cambio climático se deben reducir emisiones y desarrollar fuertes planes de captura. Los suelos tienen la habilidad de secuestrar gases de efecto invernadero, en particular, carbono,1 lo que representa una oportunidad. La agricultura es un sector clave para frenar el proceso de aumento de concentración de gases de efecto invernadero. Uno de los más reconocidos expertos en fijación de carbono de Estados Unidos, Rattam Lal, ha estudiado y ampliado el conocimiento del potencial de captura de CO2 de los agroecosistemas.2 En estudios recientes, Lal expone que los suelos vírgenes tienen 25% a 75% más de carbono en suelo que los suelos agrícolas. También desarrolla que si todos los sistemas de agricultura pasan a siembra directa, se podría eliminar hasta 10% de los gases de efecto invernadero (GEI) en la atmósfera. El estudio asevera que, mediante esta y otras técnicas en diversas ecorregiones del planeta, los sistemas agropecuarios pueden ser usados para mitigar y adaptar frente al cambio climático antropogénico.

El desafío de una producción agropecuaria sostenible requiere cambios sistémicos en la manera en que se piensan, diseñan y manejan los sistemas agropecuarios.

Además, el aumento de materia orgánica en suelo (carbono) trae cobeneficios ecosistémicos varios, como la capacidad de los suelos para retener agua, la riqueza de la biodiversidad edáfica y la proliferación de micorrizas que aseguran la estabilidad del sistema suelo. Es por esta razón que un suelo rico en materia orgánica es más resiliente frente a la variabilidad climática. Este punto es crucial, ya que estamos en un escenario en que la variabilidad climática seguirá aumentando y manifestándose con sequías, cambios de temperatura, lluvias fuertes, etcétera, causada por el exceso y aumento de GEI. El clima se volverá más extremo.

El desafío de una producción agropecuaria sostenible requiere cambios sistémicos en la manera en que se piensan, diseñan y manejan los sistemas agropecuarios. En esta lógica, es crucial analizar caminos viables para dirigir la transición hacia sistemas orgánicos y regenerativos.

Prácticas y técnicas de la agricultura orgánica

En una reciente visita a Uruguay, organizada por el Instituto Nacional de Investigación Agropecuaria (INIA), Hepperly expuso en la sala central del Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD) de nuestro país sobre el sistema de agricultura de granos desarrollado en el instituto de investigación, formación y extensión de diseño y manejo de sistemas orgánicos Rodale de Estados Unidos. La actividad fue coordinada en el marco del proyecto de la Organización de las Naciones Unidas “Transformaciones estructurales para el desarrollo sostenible”.

El sistema de Rodale se basa en rotaciones de cultivos extensivos con manejo orgánico, en los que se incluyen leguminosas que permiten fijar nitrógeno. La cobertura de suelo es un tema clave. Los estudios del INIA también corroboran que los suelos deben permanecer cubiertos para mantener su materia orgánica y aptitudes productivas. Luego de 40 años de prácticas sistemáticas, el instituto es una referencia y ejemplo de calibre internacional en agricultura sostenible y regenerativa.

Otro concepto clave para el centro es valorizar la sinergia entre ganado y suelo. Uruguay tiene grandes problemas de contaminación con los estiércoles animales en cursos de agua. Manejar este abono debidamente y compostarlo para restituir al suelo genera beneficios permanentes y crecientes en el tiempo.

Siembra directa orgánica

El instituto Rodale ha impactado a la comunidad técnica y académica al desarrollar un paquete de siembra directa orgánica,3 en el que se minimiza el movimiento de suelo mediante la sucesión de cultivos y rotaciones de largo plazo que privilegian los niveles de materia orgánica, sin la utilización de agroquímicos. Los cultivos “protectores” o coberturas incluyen leguminosas y son los encargados de fijar nitrógeno y materia orgánica en el suelo, ya que son “rolados” o acostados para el establecimiento de “mulch” o cobertura. Sobre esta cobertura, se efectúa la siembra directa del cultivo de interés comercial. De esta manera se controlan malezas y se aumenta permanentemente la materia orgánica del suelo. La siembra directa orgánica está completamente mecanizada y validada para los cultivos de maíz, soja y trigo, generando cobeneficios ambientales, productivos y económicos.

Rendimientos

Acidez. En el seminario realizado en INIA Las Brujas se presentaron informaciones que muestran que los suelos acidificados son los más numerosos en el planeta, pero también se presenta una superficie importante de suelo que está clasificada como en desequilibrio de pH. Desde una perspectiva global, estos suelos están disminuyendo crecientemente su potencial de rendimiento por acidificación. Pero pueden recuperar su equilibrio y capacidad productiva si, en vez de poner el foco en los insumos mayormente vendidos (compuestos sintéticos y plaguicidas), se pone foco en el carbono en el suelo y la materia orgánica.

El rendimiento está acoplado a la materia orgánica. Iniciando un proceso de transición hacia el cultivo orgánico en el instituto Rodale, en 1981, los cultivos orgánicos presentaban una brecha de rendimientos de 40% con respecto a los cultivos convencionales. Pero luego se producen aumentos sensibles en los contenidos de materia orgánica, se igualaron los rendimientos de los convencionales y a partir de entonces, durante 40 años, se han mostrado rendimientos similares. Pero además, en los años de sequía, que en promedio ocurrieron cada tres años, los cultivos orgánicos fueron notoriamente superiores en rendimientos.

Sistemas mixtos y cobeneficios de la agricultura orgánica

Sistemas mixtos son aquellos que potencian la biodiversidad en el sistema, gracias a diversidad de rubros (ganado/madera, frutas/gallinas, etcétera). La biodiversidad es la que aporta estabilidad a los sistemas y mejora del ambiente.

La agroforestería permite combinar y obtener múltiples beneficios (cortar el viento, forraje, bienestar animal, frutas, etcétera). El diseño de sistemas biodiversos es la base para una agricultura dinámica, estable y regenerativa. Los cobeneficios que se derivan de la agricultura orgánica incluyen: salud de los productores y de los consumidores, calidad del agua, biodiversidad de especies (mayor abundancia de pájaros e insectos, demostrada reducción de efectos genéticos asociados a agroquímicos sobre anfibios),4 secuestro de carbono en suelo, mayor resiliencia ante eventos climáticos (almacenaje de agua ante sequía y mejor respuesta frente a inundaciones).

Sabiendo que los rendimientos de la producción orgánica pueden ser equiparables con los convencionales, es importante tener en cuenta el premio que recibe el agricultor en el mercado. En Estados Unidos, el premio en el precio que se recibe por producto oscila entre 40% y 140% superior al convencional o no certificado.5 La principal razón es que el consumidor deja de estar preocupado por la contaminación con agroquímicos. Para esto hay que desarrollar y mantener un sistema de certificación que brinde transparencia, confianza y garantías. Los costos también disminuyen, ya que los principales costos de producción están vinculados al uso de insumos externos.6 La agricultura orgánica reemplaza o vuelve a generar y estimular los procesos biológicos y funciones del agroecosistema que se han artificializado con los insumos sintéticos y agroquímicos, cosa que los hace más baratos y eficientes. Desde esta perspectiva, muchos insumos se vuelven innecesarios. Por ejemplo, el costo más alto en la producción de granos es el nitrógeno. Sin embargo, tenemos 78% de nitrógeno en el aire y técnicas agronómicas para capturarlo. El uso de leguminosas permite altos niveles de fijación de nitrógeno asimilable por los consorcios con rizobios. Con esta técnica reducimos los costos y aumentamos los rendimientos, ligados directamente a la materia orgánica del suelo. En maíz, 60% de los costos del cultivo proviene del suministro de nitrógeno.

Otro costo importante de la agricultura convencional son los herbicidas. La agricultura orgánica regenerativa de Rodale utiliza semillas en vez de herbicidas, ya que siembra cultivos de coberturas. También es posible volver a la producción de semillas de polinización abierta, bajar los costos y dejar de favorecer a las compañías transnacionales. En cuanto a los costos comparativos del sistema, se ha comparado en ensayos plurianuales la siembra directa orgánica, excluyendo el precio premio de venta orgánica, y se obtuvo que los ingresos y beneficios sostenidos en el tiempo fueron superiores al modo convencional.

Estímulos e instrumentos

En los mercados de China, Europa y Estados Unidos hay gran demanda de productos orgánicos, pero hay baja oferta, por lo que el premio de precio es muy alto. Esto opera globalmente como un gran estímulo al mantenimiento del premio en el precio de productos orgánicos. En agricultura orgánica, el productor capta premios del mercado, pero esto solo no alcanza: se debe también desarrollar créditos y otros estímulos.

Por un lado, se deben aumentar los controles y establecer barreras para el registro de productos peligrosos, como el glifosato. En definitiva, bregar por un desestímulo a la compra de insumos de síntesis y al estímulo del uso de insumos biológicos. Por otro lado, hay que estimular, dar premios y apoyos concretos a la agricultura definida como regenerativa. Por ejemplo, generar acceso a créditos para los productores orgánicos y otros estímulos, como las compras estatales diferenciadas a los agricultores.

Actualmente en Estados Unidos hay un programa de capacitación y formación tecnológica para agrónomos y productores. También existen estímulos por medio de un programa de apoyo para la exoneración de costos de la certificación orgánica a través del Departamento de Agricultura. La Unión Europea, Estados Unidos, Brasil, México, Australia y muchos más países están implementando políticas públicas para la promoción de la agricultura orgánica.

Investigación y servicios ecosistémicos

La investigación tiene que ir dirigida a la globalidad de los sistemas. Son los sistemas que tienen que funcionar mejor, de forma más eficiente y sostenible. La investigación, enseñanza y extensión deberían volver a integrarse; rescatar este tipo de enfoques como los que aún se mantienen en la Universidad de Michigan; trabajar en equipo y tener metas de beneficios públicos. Particularmente se debe evitar la corrupción y el beneficio de los intereses particulares de compañías transnacionales.

Un reto para plantearse, según el experto, sería desarrollar sistemas de pago a los agricultores (más allá de cuál sea su sistema de cultivo), mediante el cual se les pague de acuerdo a sus niveles de secuestro de carbono en suelo. Para eso hay que tener una metodología de medición. Lo que se puede medir se puede mejorar. Es necesario generar y desarrollar un registro vivo y, por supuesto, para eso hay que desarrollar capacidades para medir y cuantificar.

Pensar crítica y constructivamente los sistemas agroalimentarios, como productores o consumidores, es tarea de cada uno. Comenzar a desarrollar con firmeza transiciones de los sistemas para el presente y el futuro es tarea de un país.

Federico Bizzozero es coordinador del Programa Agroecología de CEUTA y consultor del PNUD en producción agropecuaria sostenible.


  1. “La tierra es un recurso decisivo, según un informe del IPCC se encuentra sujeta a la presión del ser humano y del cambio climático, pero es parte de la solución” (IPCC, 2019). Disponible en https://www.ipcc.ch/site/assets/uploads/2019/08/2019-PRESS-IPCC-50th-IPCC-Session_es.pdf 

  2. “Rattan Lal, Managing Soils and Ecosystems for Mitigating Anthropogenic Carbon Emissions and Advancing Global Food Security”, BioScience, Volume 60, Issue 9, October 2010, Pages 708–721. Disponible en https://doi.org/10.1525/bio.2010.60.9.8 

  3. La biodinámica (Alemania, Suiza, Brasil), como la agricultura natural en Japón y la permacultura en Australia y el mundo, han desarrollado experiencias de este tipo, pero la virtud de Rodale ha sido el registro sistemático en calidad de centro de investigación reconocido, y la transferencia especializada a agricultores. 

  4. Este es un efecto buffer producido por sistemas orgánicos frente a las mutaciones generadas por la toxicidad en el medio producida por agroquímicos. 

  5. Disponible en https://www.nass.usda.gov/Surveys/GuidetoNASSSurveys/OrganicProduction/index.php 

  6. Esta afirmación debería ser enmarcada en el sector agrícola productor de granos y oleaginosas, en el que la mano de obra no es un costo de peso, cosa que sí ocurre en los rubros más intensivos. Además, por supuesto, esto está relacionado con un desarrollo tecnológico de siembra directa orgánica como sistema de producción.