Se vive la peligrosa víspera de un nuevo genocidio armenio, que será evitable si la comunidad internacional actúa ya, frente a lo cual Uruguay no puede estar indiferente.

Azerbaiyán está bombardeando desde hace días la ciudad de Stepanakert, capital de la República de Artsaj (Nagorno Karabaj). El ataque armado a esta ciudad no sólo es una guerra de agresión ilegítima contra el pueblo armenio, sino que además califica jurídicamente como “crimen de guerra”.

En efecto, el bombardeo intencional contra una ciudad, contra viviendas, contra la población civil y contra bienes civiles, están tipificados como infracciones graves al derecho internacional humanitario y como crímenes de guerra. Así lo establecen los Convenios de Ginebra, el Estatuto de Roma y la propia ley uruguaya. Por lo tanto, nadie puede quedar indiferente.

El pueblo armenio de Nagorno Karabaj se autodeterminó hace décadas, cumpliendo con el derecho de secesión que regía por entonces para regiones autónomas que integraban países de la ex Unión Soviética. Ejerció su derecho a la autodeterminación y se proclamó como un Estado independiente, democrático y republicano, la República de Artsaj. Desde hace décadas ejerce soberanía efectiva sobre su territorio ancestral y tiene todos los atributos que el derecho internacional exige para ser reconocido como país independiente.

En 2017 viajé por primera vez a Nagorno Karabaj como observador de un referéndum constitucional. En esa ocasión comprobé la existencia de un pueblo armenio de gran cultura que, tras el colapso de la Unión Soviética, edificó en sus montañas ancestrales un Estado independiente, democrático y republicano. Constaté que el pueblo de Artsaj quería vivir en paz con el mundo, pero convivía diariamente con la amenaza de guerra de Azerbaiyán.

Uruguay debe denunciar la agresión ilegítima, denunciar los crímenes de guerra que están ocurriendo, hacer un llamamiento efectivo a la paz y reconocer a la República de Artsaj como Estado independiente y soberano.

El pasado año realicé un segundo viaje y observé su pujante desarrollo y el mismo deseo de paz, pero también constaté que esto no sería posible mientras la comunidad internacional no lo reconozca como lo que ya es, un Estado independiente y soberano.

Hoy su población está siendo atacada militarmente y, al no haber sido reconocido, Artsaj no tiene voz en el concierto internacional. Consecuentemente, es un urgente imperativo ético y de derecho impostergable que la comunidad internacional y Uruguay sean la voz del pueblo armenio de la República de Artzaj.

Uruguay debe denunciar la agresión ilegítima, denunciar los crímenes de guerra que están ocurriendo, hacer un llamamiento efectivo a la paz y reconocer a la República de Artsaj como Estado independiente y soberano, porque ya lo es.

Óscar López Goldaracena es doctor en Derecho y Ciencias Sociales, abogado especializado en temas de derechos humanos.