Se nos fue físicamente Luis Trochón. Alguien tan afable e intenso que derrochó solidaridad, generosidad y talento es muy difícil de abarcar en toda su dimensión. Por eso escribo esto a los tumbos, desde mi intensa experiencia de compartir con él la fundación y orígenes del Taller Uruguayo de Música Popular (TUMP) en sus primeros años.
Si hubo alguien que aplicó a rajatabla en su vida la frase de Jorge Lazaroff en la canción “Pelota al medio” –“por la misma, siempre por la misma y cambiando, cambiando”–, ese fue Luis. Siempre dispuesto al riesgo y a innovar para revolucionarse y revolucionarnos.
Estoy seguro de que el Choncho ya lo recibió allí donde estén, con su risotada bonachona y profunda. Seguro que ya están riendo y ya van juntos otra vez por el cosmos.
Para la generación de alumnos fundadores del TUMP, Luis Trochón fue ejemplo de muchas cosas. Como líder de su fundación, sembró autogestión y compromiso en todas las compañeras y los compañeros desde el primer día. Cuidó de la autoestima y el potencial de cada uno de los que íbamos levantando con su guía el TUMP día a día. Siempre atento y abriendo caminos para quienes integrábamos ese colectivo a la salida de una época oscura.
En mi caso, le debo haber encontrado la punta de la madeja que me llevó a dedicarme por entero a la música para la infancia.
Luis siempre iba un paso adelante. Al poco tiempo, lejos de querer perpetuarse en el poder del TUMP –cosa que fácilmente podría haber hecho–, se alejó y nos dejó a los alumnos fundadores apoyándonos en Rubén Olivera, con la tarea de consolidar la revolucionaria idea de generar una acción pedagógica con y desde la música popular.
Siguiendo la ruta de Coriún Aharonián y Graciela Paraskevaídis, organizó los talleres latinoamericanos de música popular (TLAMP), que pese a llegar sólo a cinco ediciones tuvieron un alto impacto en cada lugar donde ocurrieron.
Era todo creatividad, rigor estético y riesgo. Y sobre todo, estaba comprometido por dar lo mejor a la cultura de su pueblo.
Supongo que como todo artista visionario, ahora sus canciones se pondrán de moda y quizás serán “descubiertas” en esta época.
Son conocidos sus aportes al carnaval, sus increíbles propuestas de rescatar arriesgadamente La Troupe Ateniense haciendo su puesta en escena en el estadio Centenario. Sus canciones siempre fueron comprometidas con los suyos y su época, caminaban entre la austeridad y la innovación sumergidas en la profundidad expresiva.
Hace más de 30 años grabó uno de los discos para la infancia más arriesgados e innovadores de América Latina, Las vueltas de los sueños, una joyita que aún hoy cuesta calificar y dimensionar.
El exquisito compositor colombiano Gustavo Adolfo Rengifo –uno de los mayores cultores del tiple en su país– nos hizo llegar estas palabras que nos ayudan a redimensionar la verdadera estatura de Luis: “Minimalista, afinado, original en su música, arriesgado, aleatorio, comediante carismático, trágico, dramático, simple en su guitarra pero muy expresivo en pocas notas. ¡Siempre me sorprendió!”.
También la reconocida pedagoga argentina Pepa Vivanco escribió: “¡Se me vinieron en avalancha Los Que Iban Cantando, los talleres, Luis Trochón! Esa época me marcó para siempre. Gracias, Luis, gracias, uruguayos”.
Así era Luis. Eso generaba a su alrededor.
Nos enseñó que a la cultura más que “gestionarla” se la siembra, se la riega, y que hay que embarrarse de pies y manos para cosecharla.
Era de esos “desconocidos” para el gran público, pero de los que dejan una huella muy profunda en todos los que en algún momento tuvimos el privilegio de buscar junto con él “las vueltas de los sueños”.
Julio Brum es músico, activista cultural y docente especializado en música para la infancia.